El barrio Alfredo Arce Arce pide atención a sus problemas básicos
El servicio de alcantarillado es todavía parcial y no abarca a todas las viviendas
El barrio Alfredo Arce Arce es una muestra de la acelerada expansión urbana de Sucre hacia la zona norte que tiene lugar desde hace algunos lustros. Este suburbio se encuentra ubicado a 8 kilómetros del centro, en la zona de Lajastambo, donde resaltan nuevas urbanizaciones sobre lo que antes eran lomas de cultivos temporales. Este sector está próximo a Santa Catalina y algunos metros más allá se puede avistar Guerraloma, ya en el límite de la mancha urbana.
Alfredo Arce Arce fue un académico chuquisaqueño que ocupó las funciones de Rector de la Universidad San Francisco Xavier a finales de la convulsa década de 1960. Le tocó dirigir la institución en un período difícil, en momentos en que las aulas universitarias estaban agitadas por un claro espíritu revolucionario. En el barrio se pueden observar también calles nominadas con nombres de figuras conocidas del ámbito universitario, como “Fernando Arduz” y “Enrique Loayza”, entre otras.
Como en todas las urbanizaciones de reciente creación, la mayor preocupación está en las vías de acceso. Muchas de las calles no cuentan con pavimento. Esto provoca que durante la época de lluvias se conviertan en intransitables. Los vecinos se quejan de que los tractores de la Alcaldía no llegan a la zona hace varios años, de ahí que el deterioro de los accesos sea aún mayor debido a las profundas grietas que dejaron sucesivas temporadas lluviosas.
El servicio de alcantarillado es todavía parcial y no llega a todas las viviendas. No obstante, casi la totalidad del vecindario dispone de gas domiciliario, electricidad y agua potable, aunque en la provisión de este último servicio se presentan algunos problemas en cierta época del año, según señalan los vecinos.
Al ser un barrio alejado, la preocupación vecinal surge por algunos grupos de jóvenes que esporádicamente suelen llegar a esa zona, generalmente de noche, para consumir bebidas o hacer recorridos por las calles, lo que provoca cierta inquietud de los moradores que temen que podrían ser grupos que observan viviendas para luego cometer robos. No obstante, ningún vecino se queja por estos delitos y la alarma solamente se produce por una justificada susceptibilidad.
Otra gran deficiencia advertida por los vecinos es la falta de áreas verdes. A pesar de tratarse de una zona nueva, el área destinada a expansión está prácticamente abandonada y un barrio próximo hace uso de ella como depósito de automóviles chatarra. Una vecina advierte que las autoridades no muestran mucho interés en solucionar ese y otros problemas urbanos.
Asimismo, los vecinos no están conformes con el trabajo de la Junta Vecinal, pues consideran que en las reuniones “mucho se habla y se hace poco”, según advirtió una habitante del barrio que vive en una de sus calles hace casi cinco años. Esta situación viene postergando una serie de reclamos pendientes de hacer tanto a la Subalcaldía del Distrito 3 como al propio Gobierno Municipal.
Hasta hace algunos años funcionaba en las proximidades el principal botadero de basura de la ciudad. Después de muchos reclamos, ese espacio fue cerrado y trasladado a otra zona de la ciudad. Sin embargo, algunos vecinos creen que el vivero que ahora funciona en ese lugar emite en ciertos horarios olores que incomodan al vecindario. Otro aspecto alarmante es la gran cantidad de perros callejeros que deambulan en esa zona. Las jaurías atacan a los motociclistas y en horas de la noche se abalanzan sobre los transeúntes, constituyéndose en un peligro, sobre todo para la población estudiantil.