Los perros aúllan por hambre; también por falta de compañía

¿Y qué pasa con los gatos? El protagonismo de los animales en la cuarentena

Los perros aúllan por hambre; también por falta de compañía

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Los perros aúllan por hambre; también por falta de compañía

Los perros aúllan por hambre; también por falta de compañía


    Mariana Calizaya/CORREO DEL SUR DIGITAL
    Local / 12/04/2020 06:57

    En las calles, durante la cuarentena, perros y gatos caminan o corren libremente, apropiándose de su silencio y del eco de las paredes donde sus aullidos rebotan y se expanden por los vecindarios, mientras los maullidos suenan entre los tejados. Al respecto hay distintas creencias: unos, sostienen que lo hacen por hambre, o por falta de cariño (ausencias de sus amos); otros, que tienen la capacidad de prever la muerte o hasta de predecir un terremoto.

    Aunque estos animales son más domésticos, su existencia —muchas veces sin tener un nombre propio o conocer el significado de la palabra amo o amigo— es inevitable, y a lo largo de la emergencia sanitaria del país esto se ha hecho más evidente.

    Sin embargo, no se trata de una simple existencia, sino de una cadena dependiente que los humanos alimentan consciente o inconscientemente. Partiendo de ese punto, durante la cuarentena, a muchos se los ha echado al olvido. ¿Qué les queda a ellos? Quizás solo existir hasta que un buen samaritano deje al menos un recipiente con agua en la puerta de su casa o, como se ha visto ya, en esquinas, plazas y en el Parque Bolívar.

    HAMBRE Y ENCIERRO

    “Hemos detectado que en algunos sectores los perros están aullando y es por hambre”, afirma el presidente de la Asociación de Organizaciones de Animalistas Sucre (Aodas), Mazio Mallcu.

    Con la restricción de salidas para prever la expansión del coronavirus, Mallcu comenta que aparentemente muchas familias dejaron a sus animales encerrados en lo que se estima es su domicilio alternativo o secundario. Es así que quedan librados a su suerte y, por el hambre, aúllan.

    Aodas recibió muchos llamados de vecinos solicitando su intervención, pero, al tratarse de inmuebles privados, no mucho se puede hacer por ellos. Según relata Mallcu, los vecinos apenas alcanzar a arrojarles comida o bolsas con agua.

    “Hemos tratado de ir a algunas casas, de acuerdo a nuestras posibilidades, y hemos visto que los están dejando así”, puntualiza. En todo caso lo más viable es solicitar la intervención de la Policía Forestal y de Medio Ambiente (Pofoma), sugiere él.

    En la calle, no obstante, la cuestión no es muy diferente. Usualmente, en lo cotidiano, las personas dejan restos de comida; en la actualidad, con el confinamiento, perros y gatos tienen poco que olfatear ni basurero o contenedor que revisar.

    MUNICIPIOS Y CARRETERAS

    Si esto pasa en Sucre, preocupa aún más lo que ocurre en el resto de los municipios y en las carreteras, donde razas grandes y pequeñas de perros suelen acercarse a los vehículos en espera de que alguien pueda proveerles de restos de comida.

    Mallcu toma como ejemplo a los canes que divagan en la carretera hacia Villa Serrano, donde –asegura– esto es constante.

    GRUPOS DE AYUDA

    Por ahora, varias agrupaciones de vecinos, animalistas, el Grupo de Apoyo Civil a la Policía (Gacip) y la misma Policía se han unido a cubrir esta necesidad alimentando a estos animalitos en la medida de sus posibilidades e incluso donando alimentos.

    “Los que más nos han estado apoyando son la Policía, los oficiales que van a hacer el control (de la cuarentena en lugares alejados)”, informa Mallcu al señalar que se logró una interacción importante con la institución verde olivo.

    En Sucre, uno que otro vecino forma parte de esta red solidaria con los animales, no solo con los canes, a través del simple gesto de dotarles de agua para que al menos sacien su sed.

    OTRAS CREENCIAS

    No son pocas las versiones que aseguran que los perros aúllan, a veces, por una suerte de presentimiento de la muerte o de la próxima llegada de un temblor o terremoto.

    Incluso, algunas creencias hablan de que esa reacción se debería a una respuesta a su manada, al estilo de los lobos. Porque, además, cuando un perro comienza a aullar, especialmente durante la noche, lo siguen otros más.

    Un reportaje publicado en 2015 por la inglesa BBC refiere a sutiles cambios previos a un terremoto que los animales podrían llegar a ser capaces de detectar. Y menciona un estudio, de 2011, de la Open University, en Reino Unido, que encontró que las tensiones que se acumulan a lo largo de las líneas de falla del terremoto liberan partículas con carga eléctrica que se trasmiten por las rocas produciendo cambios químicos en las aguas subterráneas.

    “Esto podría haber sido la razón de que los sapos de repente dejaran sus estanques unos días antes del terremoto que golpeó L’Aquila, en Italia, en 2009. Su estanque se hallaba a 74 kilómetros del epicentro del terremoto”, agrega ese reportaje.

    La nota, firmada como Revista BBC Focus, señala también que la carga positiva podría incluso afectar los campos electromagnéticos que murciélagos y pájaros utilizan para orientarse, “pero no tenemos ninguna evidencia directa de esto todavía”.

    Sin dueño, pero dueños de la calle

    De día o de noche los animales callejeros no dudan en tomar aceras, parques, banquetas y la sombra de un buen árbol para descansar, luego de lo que pudo haber sido un viaje sin dirección a paso de trote o pausado, dejándose llevar por su olfato.     

    Con la ausencia de la raza humana, las cosas parecen haber cambiado. Algunos perros se han mostrado algo hostiles, y puede que no solo se trate de hambre. 

    “Los perritos sí esperan algo de cariño, esperan que la misma gente pase, los acaricie, pero ahora los estamos viendo mucho más estresados y de alguna manera eso hace que se conviertan un poco más agresivos”, reflexiona el presidente de la Asociación de Organizaciones de Animalistas Sucre (Aodas), Mazio Mallcu.

    CAMPAÑA DE VACUNACIÓN

    En su criterio, “este tema (covid-19) va a durar todavía un tiempo y lo único que podemos hacer es tratar de más o menos prevenir que no hayan más perritos (en la calle)”. 

    Él habla de desarrollar una campaña de vacunación para evitar que entren en celo, pues hace un par de semanas fueron inevitables las jaurías, especialmente, en barrios alejados del centro de la ciudad. Aclara que esta vacuna no es una medida del todo buena, pero en esta emergencia serviría para frenar el incremento de la población canina.

    De momento es una propuesta lanzada a la Municipalidad y al Servicio Departamental de Salud (Sedes), con quienes Aodas mantuvo una reunión para ponerse al tanto de la situación.

    ¿Qué pasa con los felinos?

    “El número de gatos en situación de calle es mucho más alto que el de perros, y es un dato que solo algunos lo saben”, comenta el activista Mazio Mallcu, presidente de la Asociación de Organizaciones de Animalistas Sucre (Aodas).

    Pero, si es así, ¿por qué no se los ve como a los perros? La respuesta es simple. Los gatos generalmente salen por las noches y son más huraños, pasan casi desapercibidos, en cambio un perro es hasta a veces un problema porque ladran.

    “Ya el anteaño pasado se tenía alrededor de 100 mil perros que han sido vacunados, y hay que contemplar que por año se iban aumentando alrededor de 1.000 animales en situación de calle. Y es lo mismo que se ha hecho con los gatitos, que iban más o menos por el mismo número e incluso más”, agrega Mallcu al sostenerse en datos del Sedes que le dijo que suelen vacunar más felinos.

    Aunque pasen inadvertidos, según el seguimiento que realizó el animalista, estos mamíferos de bigotes largos suelen pasearse con frecuencia por el centro de la ciudad, que es donde encuentran más roedores, cosa que no ocurre en otros distritos donde más bien es el campo de sus, simbólicamente, adversarios.

    “Es más complicado que ahí puedan caminar los gatos, en la noche, porque ahí los perros los atacan y los matan. Hemos visto que en el centro y en lugares muy, muy alejados sí hay más gatitos y hartísimos, y son menos visibles, por eso la única alternativa sería que los mismos dueños los hagan vacunar”, complementa Mallcu.

    En ambas situaciones, el activista remarca que los propios dueños son los que deben colaborar. En esta cuarentena tienen que evitar sacarlos, mucho más, en el caso de los canes, si son de las consideradas razas peligrosas.

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