Sin agua, así se enfrenta la cuarentena en barrios alejados de Sucre
Varias familias se quedaron sin ingresos y no tienen acceso a servicios básicos
Los bidones, turriles y la cocina a leña aún son parte del día a día en las zonas periurbanas de Sucre. Los habitantes de estas áreas alejadas, acuden a las cisternas, vertientes y pozos de agua para abastecerse del líquido elemento; mientras que para adquirir GLP necesariamente deben bajar hasta la ciudad o esperar que los carros repartidores “se acuerden” de ellos.
Si antes se les hacía difícil el abastecimiento, ahora es peor. El estado de emergencia sanitaria anunciado por el Gobierno nacional debido a la pandemia del coronavirus, complicó aún más su situación. “No tenemos agua, aquí no llega y el gas viene de vez en cuando”, comenta el hermano menor de la familia Canchari, que vive en el barrio Esperanza.
Relata que cuando el agua se les termina tienen que descender alrededor de 1 kilómetro para acarrear en bidones y baldes desde una quebrada o, de lo contrario, contratan cisternas particulares, para comprar el líquido elemento a Bs 8 por turril, según relata Omar Rodas, otro vecino del barrio. ¿Y el gas?, para tener una garrafa tienen que caminar hasta media hora y trasladar en sus animales de carga, aunque otros cocinan sus alimentos al calor de la leña quemada.
La historia no varía mucho para los vecinos de los barrios Santa Rita, Villa Paraíso y aledaños, según pudo conocer Correo del Sur Digital.
Al igual que en la mayoría de las zonas altas consumen agua de pozo no potable. “Allá hay un tanque chorrea agüita, se bombea y con tubitos llevamos hasta las casas”, cuenta Dionicio Durán.
Ante tal situación, la temporada de lluvias se convierte en una bendición para estos barrios, más aun para la gente que cuenta con techos de calamina. “Agarramos el agua del techo para cocinar y para bañarnos también”, aseveran.
Correo del Sur Digital se comunicó con la Empresa Local de Agua Potable y Alcantarillado Sanitario (Elapas) para indagar sobre el problema de estas zonas en estos momentos de emergencia en los que el agua cumpla un papel fundamental en especial para el lavado de manos.
La respuesta desde la Gerencia Técnica fue contundente: “La mayoría de los barrios del Distrito 6, no están dentro del área de concesión de la empresa, Elapas atiende un 87% del área urbana de sucre, pero esos barrios no nos competen”, enfatizó el gerente técnico de la empresa, Enzo Pórcel.
Recomendó a los dirigentes de aquellos barrios que no cuentan con el suministro del líquido elemento, pasar por la Dirección de Gestión de Riesgos del Municipio para el registro y el posterior traslado de carros cisternas hasta el lugar con el fin de subvencionarlos.
“Yo he autorizado que se les dé hasta de forma gratuita a estas zonas que no tienen agua y estén fuera de las zonas de prestación”, afirmó.
INGRESOS NULOS Y DESESPERACIÓN
El covid-19 frenó en seco las actividades diarias y golpeó duramente los bolsillos de estas personas que en su mayoría se dedican al rubro de la construcción o el comercio informal, por lo que ahora los alimentos también escasean y la desesperación se apodera de las familias, por lo que toda ayuda es bienvenida para aplacar el hambre en esta cuarentena.
Pero la pandemia también se encargó de separar familias. Viviana Soto, una joven de aproximadamente 20 años de edad, relata que sus padres se quedaron varados en Oruro por la cuarentena y que ella se encuentra sola al cuidado de sus siete hermanos. “Han ido a cosechar quinua y no han podido volver”, confiesa.
Se dedica a vender refrescos para mantener a su pequeña hija y aliviar la carga económica en el hogar, pero el confinamiento paralizó su actividad y ahora, con sus padres a distancia, es la encargada de suministrar comida a sus hermanos. “Necesitamos ayuda porque con eso nomás estamos viviendo”, lamenta.
Se pueden contar tantas historias similares, pero por ahora se mantienen en el anonimato. Pese a que instituciones, empresas, voluntarios y uno que otro político llegan con campañas solidarias, el clamor de ayuda es cada vez más frecuente para paliar el hambre de familias enteras que no cuentan con ningún tipo de ingreso y tampoco pueden trasladarse hasta puntos de abastecimiento en el centro de la ciudad por las largas distancias.