El cedro milenario de La Recoleta luce intacto

El museo de La Recoleta cuenta las horas para volver a abrir y mostrar su árbol

El cedro milenario de La Recoleta.

El cedro milenario de La Recoleta. Foto: Franz Torres

El cedro milenario de La Recoleta.

El cedro milenario de La Recoleta. Foto: Franz Torres

El cedro milenario de La Recoleta.

El cedro milenario de La Recoleta. Foto: Franz Torres

El cedro milenario de La Recoleta.

El cedro milenario de La Recoleta. Foto: Franz Torres


    Franz Torres/CORREO DEL SUR
    Local / 23/11/2020 19:01

    Nadie ha podido certificar sus años exactos de vida, pero el cedro milenario de La Recoleta tiene mucho por delante, a pesar de sus al menos 600 encima, porque “sabe cómo sobrevivir” y sus raíces son tan fuertes y profundas que absorben nutrientes y agua de un bondadoso subsuelo, casi de memoria.

    No tiene nombre, aunque su chapa es tan famosa que ha cruzado las fronteras y es el principal atractivo en el museo del convento franciscano Santa Ana, en La Recoleta. Este ejemplar no necesita riego manual, solo espera las lluvias para reverdecer y florecer cada año. Y pronto, nuevamente, podrá ser apreciado por turistas...

    “Estamos en un lugar que, yo creo, es testigo de la historia colonial en Sucre. Toda la ciudad estaba rodeada, en su tiempo, de muchos de estos árboles. Este es uno de los que queda, no sé si el único (…) Y, como ven, está todavía con toda su vitalidad: yo creo que el árbol tiene todavía muchos años por seguir”, dice el sacerdote franciscano Guido Abasto, responsable del museo.

    Se oye muy seguro al hablar con CORREO DEL SUR del famoso árbol de cedro odorata; es que también tiene conocimientos en agronomía. En la entrevista con la especie como protagonista, nos acompaña Shakira, la mascota del convento, que da vueltas alrededor del árbol y hoy es su única compañera cotidiana, porque las visitas al museo se cerraron hace más de siete meses.  

    El cedro tumba todas sus hojas cuando le toca y, pocas semanas después, luce frondoso y verde de nuevo. El sacerdote, de origen cruceño, habla “de cuidarlo, de mantenerlo limpio alrededor, porque viene mucha gente precisamente, mucho turista, por ver el árbol. Es muy conocido, muy tradicional”.

    El árbol está plantado en el tercer patio del convento, en la antesala de la huerta hoy abandonada porque no cuenta con el agua de manantial que décadas atrás servía para irrigar cultivos de la Orden de los Hermanos Menores (OFM) en Sucre.

    Sus raíces están atenazadas a un terreno fértil y se asienta sobre una maceta de unos seis metros de profundidad. Abasto se encarga de cuidarlo y dice que el año pasado, con el apoyo de la Alcaldía, eliminaron unos gajos secos, pues detectaron la presencia de musgos. “Era un peligro de que estas briófitas o musgos avancen y vayan secando las hojas y el gajo”, detalla el religioso.

    El cedro milenario no es regado por la mano del hombre. Se asienta sobre una superficie húmeda y sus raíces absorben mucha agua subterránea.

    “Todo este terreno es muy húmedo. El árbol, como que ya se ha acostumbrado a absorberla del subsuelo: sí o sí él absorbe el agua que hay alrededor de la misma huerta”.

    ¿Cuáles son sus características? “La vitalidad –dice Abasto–, pues tiene más de 500 años y sabe ya cómo sobrevivir, solo necesita estos cuidados básicos y esenciales, por ejemplo mantener alrededor de él que no haya aberturas en el suelo, por donde se filtre mucha agua. Hemos cubierto todos esos huecos con tierra y piedras para que el agua que viene se vaya, no entre a la raíz y provoque algún daño”.

    SU SIGNIFICADO

    “Para nosotros es parte de nuestra historia como comunidad, porque ha sido parte de la creación del convento, de la historia de muchos hermanos que han pasado por aquí haciendo su vida, dando su trabajo, su esfuerzo. Yo creo que es el mejor testigo de todo lo que el convento ha vivido, más de 420 años que estamos aquí”, afirma el franciscano cuando este diario pregunta sobre el significado de esta especie forestal en el convento.

    Detrás del barbijo por el que habla, cuenta que hay turistas de Asia que, al verlo, lo abrazan, pues en su cultura los árboles con cientos de años de antigüedad transmiten energía positiva. El párroco ahora trae a colación la parábola de la semilla de mostaza, para explicar que siendo esta tan pequeña se convierte en uno de los arbustos más grandes de la naturaleza.

    “Yo creo que eso es vida, nos muestra y ayuda a oxigenar nuestro ambiente, nos da la sombra que necesitamos. En lo cristiano es eso, uno encuentra el cobijo necesario, el descanso, anidar en él para recibir los frutos que nos pueda dar”, agrega.

    Con tantos años de vida y florecimientos, los frutos del cedro han poblado parcialmente la huerta, mientras que de sus semillas también germinaron plantines que los turistas suelen llevarse a sus casas.  

    ¿QUÉ EDAD TIENE?

    El año 2016, un equipo del Instituto de Investigaciones Técnico Científicas de la Universidad Policial (IITCUP) llegó a Sucre para intentar establecer la edad del cedro milenario. Los especialistas se llevaron hojas, gajos y algo de corteza.

    Pero “decían que, con lo que recabaron, no podían hacer un cálculo exacto de cuántos años tiene. Lo que sí necesitaban para eso era perforar por lo menos unos 50 centímetros con broca, pero no querían hacerlo para no causar daño. Ellos, según sus estudios, sus cálculos, calculaban unos 700 a 800 años que tiene el árbol”, recordó Abasto para CORREO DEL SUR.

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