Martes de Ch’alla: “Salud, para que se vaya el covid”
La tradición se impone el último día del feriado de Carnaval
“Salud, para que se vaya el covid”. Así me entrega la “mesa” para la “q’oa” de este Martes de Ch’alla, una de las vendedoras de la calle Ricardo Jaimes Freyre, en la zona del Mercado Campesino de Sucre.
Ciudadanos han llenado ese sector de la capital en busca de los elementos necesarios para cumplir con el ritual de agradecimiento a la Pachamama, y pedirle a ella y a Dios –así es el sincretismo–, salud, amor y prosperidad en los campos más diversos.
El Martes de Carnaval es un sucesivo concierto de cohetillos en distintas ciudades del país, donde el estruendo se hace más fuerte a mediodía.
Acompañan al encendido del brasero donde se quema la “q'oa”, junto con hojas de coca y cigarrillos, ritual que, según la tradición andina, es más acogido por la Madre Tierra en Año Nuevo, Martes de Carnaval y el mes de agosto.
Se queman misterios (tabletas con figuras, preparadas con una masa de azúcar molida), dulces y hasta sullus (fetos de llamas, corderos, cabras y cerdos), entre otros elementos. Es una mezcla de colores, texturas y fragancias que le “agradan” a la Pachamama, cuanto más dulce mejor.
La mayor parte de la materia prima de las “mesas” se consigue en Sucre, aunque también se traen elementos de La Paz, Oruro y hasta de Perú.
Se trata de una costumbre que se ha ido expandiendo de la zona andina a los valles y al trópico, y ahora está generalizada en todo el país. Puede haber confites, serpentina, una parrillada generalmente familiar en las ciudades, platos picantes en otras poblaciones…
En muchos negocios, los braseros se quedarán buena parte del día en las puertas, vigilados por sus dueños que confían en que la “q’oa” se queme bien para que la Pachamama quede contenta.
Se suele “ch’allar” lo nuevo, aunque en muchas familias el ritual se cumple este 2021 con la esperanza de salir de la crisis provocada por la pandemia del coronavirus, que ha suspendido el Carnaval.
“Mucha salud”, me reitera la vendedora, arreglándose el barbijo una y otra vez, mientras se dispone a atender un pedido de “dos mesas”, una de ellas exclusiva para negocio.