Taxista al mando de una 4x4 y con la meta de darle batalla a la crisis

La historia de superación de Javier Osina y su esposa tras perder sus empleos por la pandemia del coronavirus.

TAXISTA. Osina junto a su Ford Explorer, que usa como taxi para sobrevivir al tiempo de la pandemia. TAXISTA. Osina junto a su Ford Explorer, que usa como taxi para sobrevivir al tiempo de la pandemia. Foto: Correo del Sur

Sucre/CORREO DEL SUR
Local / 13/09/2021 00:14

Subirse a una vagoneta de lujo o a una limosina va y pasa en ocasiones especiales; lo saben los novios o quinceañeras. Pero, ¿tomar una 4x4 que hace de taxi? La pandemia ha reinventado a un técnico en sonido en Sucre que ahora ‘tachea’ a bordo de su Ford Explorer XLT del año 2003. Y no es el único: cada vez hay más vehículos sofisticados y nuevos ‘haciendo de taxis’ en la capital.

En el caso histórico, en el mercado Campesino o en un barrio periurbano, a cualquiera le llama la atención ver una portentosa 4x4 color beige con un letrero de neón verde fosforescente que dice “TAXI”. Está pegado en el parabrisas delantero de la vagoneta de Javier Osina.

Como a muchos, a este sucrense de 33 años el covid-19 le arrebató su fuente de empleo. Vivía en Cochabamba y trabajaba para una empresa de sonido. Además, tenía su propio sistema de amplificación y lo alquilaba para acontecimientos sociales. Pero la pandemia borró de un plumazo todos los lugares de diversión en el país y el mundo, ya el año pasado, durante la primera ola. La actividad artística y de ocio fue la primera en sentir los efectos de la cuarentena rígida decretada en marzo de 2020, aunque hoy vuelve a reactivarse poco a poco, legal y clandestinamente.

Javier cambió la isla de edición y la consola para mixers por el volante y el anzuelo de “¿taxi seño?, ¿taxi amigo?”. Volvió a Sucre en busca de una oportunidad y ahora trabaja sin descanso al mando de su vehículo.

De contextura robusta y altura considerable, este padre de familia de tez blanca habla con acento chapaco. Es que radicó varios años en Tarija y Cochabamba, según cuenta a CORREO DEL SUR. Ejercer su profesión de Técnico en Sonido, especializado en diseño y optimización de sistemas de audio, está por ahora en veremos. Como dice el refrán: “gane plata, hambre mata”. Y no solo él debe rebuscárselas en su familia, sino también su esposa, Lizeth Martínez, que prepara masas y comidas para vender tras haberse quedado en la calle con su título de Licenciada en Turismo en las manos: trabajaba en la Alcaldía de Challapata.  

LA CRISIS

“Trabajaba como técnico ingeniero en monitores, con una empresa de sonido en Cochabamba y con mi propio sistema de sonido también. Y mi esposa, en el Gobierno Municipal de Challapata”, dice al empezar la entrevista. ¿Lo perdió con la pandemia? “Así es, este grave conflicto de salud nos evitó cualquier tipo de evento masivo para desempeñar nuestras actividades a nivel nacional”, responde. Sin nada más por hacer, la pareja regresó a Sucre y decidió ponerse manos a la obra para generar ingresos. 

Usaba su Ford Explorer para cargar equipos de sonido y hacer grandes recorridos, donde lo contratasen, pero ya en la ciudad la adecuó para brindar el servicio de transporte de pasajeros, con medidas de bioseguridad. Invirtió un poco de dinero en ello.   

“Un vehículo de estas características era sumamente necesario para viajar con frecuencia y a donde fuese menester con el sistema de audio; además, el plan en algún momento también fue instalar una operadora de turismo y poner nuestro vehículo para los viajes y en sí la idea era comprar varios de estos vehículos”, revela sobre sus planes truncados.

“A TACHEAR”

Ofrecer el servicio de taxi no estaba entre sus metas, pero para Javier “la vida es un asunto que día a día nos sorprende y obliga pues a tomar ciertas decisiones, a las cuales debemos acomodarnos y acostumbrarnos”.

¿Cómo es su rutina diaria? “Lo que hacemos día a día es salir de compras temprano, para comprar y abastecernos de materia prima para la realización de los rollos, queques, pukacapas, queso de chancho, enrollado de chancho, enrollado de pollo y escabechito de cebolla que mi esposa elabora para ayudarnos económicamente”, cuenta. Luego se dirige al lavado, a poner en condiciones su vehículo y ‘tachea’ el resto del día, hasta la hora que está permitido trabajar.

En medio de sus carreras, que lo llevan de un lado a otro, Javier atiende pedidos o hace mercado para quienes no se animan a salir a la calle con esto de la pandemia. También paga servicios en bancos, envía paquetes y recoge encomiendas.

LLAMA LA ATENCIÓN

La Ford Explorer de Javier salta a la vista por sus dimensiones y es casi insólito ver una de estas características trabajando como taxi, pero sirve de transporte de pasajeros como cualquier otro.

“Nosotros cobramos la tarifa mínima de Bs 5 regulares y, al contrario de lo que muchos piensan, lo que queremos es darle una mejor apariencia a la ciudad, brindarle un servicio de primera y de seguridad óptima, ya que somos una ciudad muy visitada y quien venga acá debe de llevarse la mejor impresión de Sucre”, explica. Pero lo cierto es que no es el único que frente a la “nueva normalidad” trabaja como taxista en un vehículo alto y moderno. Por ejemplo, hay vagonetas de la marca Nissan, modelo Terrano, automotores chinos nuevos, recién sacados de fábrica, y hasta una Pathfinder ploma, haciendo de taxis.

LA COMPETENCIA Y TRÁNSITO

Javier Osina trabaja por su cuenta y no está afiliado a ningún sindicato, pero tiene todos sus papeles en regla. Cuenta con un permiso de la Unidad Operativa de Tránsito.

A la pregunta sobre si no tuvo problemas con los sindicatos que hay en la ciudad, responde que no, “pero es común y normal que a veces ellos mismos se sorprendan de que un vehículo de estas características preste este servicio. Y, pues, nunca faltan los comentarios un poco burlones, pero bueno…nosotros estamos muy contentos y satisfechos con el servicio que ofrecemos”.

Es optimista: gana Bs 400, en promedio, al día

Tuvo que buscar la forma de sobrevivir al quedar desempleado. Javier Osina no se queja, derrocha optimismo y sabe que solo con esfuerzo podrá satisfacer las necesidades de su familia.

Está al mando de los suyos y de la Ford Explorer que maneja. ¿Es posible reinventarse en tiempos de pandemia? “He aquí la prueba. Todos podemos, todos lo merecemos y todos lo necesitamos y hay que darle con todo”, responde con seguridad. Y casi al instante refuerza su mensaje: “Quien no pone empeño y mucho menos un poco de esfuerzo, no logra nada si se queda solo en sueños e ideales; mientras que quien lo hace, sale directo a cumplir lo que algún día soñó”.

Cuando este diario le pregunta sobre sus ingresos diarios, Javier dice que todo depende del día y la afluencia de pasajeros. “Pero regularmente diría que entre 350 y 400 bolivianos diarios”, revela.

Sindicato, una posibilidad para ver más adelante

“Todos tenemos derecho a trabajar, a buscar alguna fuente de ingresos, estamos en nuestro derecho, y más hoy que no es fácil ejercer con la profesión que uno tiene”, dice Javier Osina, técnico en sonido hoy dedicado al oficio de taxista.

En su mente está la posibilidad de reunirse con otros choferes que tengan unidades como la suya para, en un futuro no muy lejano, pensar en formar un sindicato. “Todo está en veremos todavía, nuestra intención es que la ciudadanía sepa que estamos a su servicio para brindarle toda la seguridad que día a día es una preocupación, especialmente de las mujeres y niñas”, dice.

También cuenta que en Sucre ya hay varias empresas que ofrecen sus servicios mediante aplicaciones de mensajería y cotizan precios de carreras según el recorrido que vayan a hacer los vehículos, algo propio de la empresa Uber.

Osina sostiene que “habría que hacer un estudio y un análisis de costos y distancias” para tomar una decisión al respecto.

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