Navidad: Iglesia convoca a no quedarse en lo externo
El Arzobispo de Santa Cruz llamó a abrir los corazones y seguir a la Virgen María

El arzobispo de Santa Cruz, monseñor Sergio Gualberti, llamó a los católicos a que en esta Navidad no se queden en la “exterioridad de las luces y los regalos”, sino que sigan el camino de la Virgen María para acompañar y acoger al Niño Jesús en sus corazones.
En la homilía de ayer, domingo, Gualberti recordó las palabras de la Virgen María cuando dijo que su alma se engrandece ante el Señor y su espíritu se alegra en Dios, por haberse fijado en ella como su humilde servidora.
“En la actitud de fe y entrega de la Virgen María, los cristianos estamos llamados a arreglarnos y reconocernos amados por Dios. Un signo concreto de su amor es que también este año nos hace la gracia de revivir la venida de su hijo Jesús a pesar de la pandemia, de renovarnos y crecer en nuestra fe, en él, la luz sin ocaso, la guía y la fortaleza de nuestra vida cristiana”, manifestó.
“María se ofrece a caminar con nosotros, en especial en estos últimos días hacia la Navidad para que no nos quedemos en la exterioridad de las luces y de los regalos. Ella nos acompaña a vivirla en profundidad, abrir nuestro corazón y acoger al Niño Jesús, el regalo más sublime y más grande que Dios nos ha dado. Ojalá nos dejemos llevar de su mano”, continuó.
Llamó a abrir los corazones y a acoger con gozo al Señor “que se hizo niño débil y necesitado en el corral de Belén, para liberarnos de la esclavitud del mal, para sumergirnos en la corriente de gracia salvadora y para revestirnos de la inestimable dignidad de hijos de Dios”.
Instó también a pedir que para que el Señor vuelva pronto a renacer en la vida de cada uno colme de sus bendiciones, que cada uno sea un discípulo fiel y misionero de su amor en cada momento y circunstancia de la vida.
ABRIR EL CORAZÓN
Sergio Gualberti- Arzobispo de Santa Cruz
Abramos nuestro corazón y acojamos con gozo al Señor que se hizo niño débil y necesitado en el corral del Belén, para liberarnos de la esclavitud del mal, para sumergirnos en la corriente de gracia salvadora y para revestirnos de la inestimable dignidad de hijos de Dios”.