Ha muerto Luis Ríos Quiroga, se apaga la chispa de uno de los mejores cultores de la picardía sucrense

Destacó durante 30 años como profesor del Colegio Junín, literato, lexicólogo, tradicionalista, incansable investigador de la literatura y el folclore boliviano, era miembro de la Academia Boliviana de la Lengua y de la Academia de la Mala Lengua Chuquisaqueña. Tenía 86 años de edad

Luis Ríos Quiroga en su pintoresca biblioteca, donde pasaba largas horas del día. Luis Ríos Quiroga en su pintoresca biblioteca, donde pasaba largas horas del día. Foto: Archivo/CORREO DEL SUR

Sucre/CORREO DEL SUR DIGITAL
Local / 09/01/2022 22:06

El profesor chuquisaqueño, literato, lexicólogo, tradicionalista, incansable investigador de la literatura y el folclore boliviano, Luis Ríos Quiroga, ha fallecido a las 17:30 de hoy, domingo 9 de enero de 2022. Tenía 86 años de edad y era miembro de la Academia Boliviana de la Lengua y de La Academia de la Mala Lengua Chuquisaqueña.

La información fue confirmada a CORREO DEL SUR por sus allegados directos. Después de una semana internado, le sobrevino un paro cardiorrespiratorio. Desde hace varios años que le aquejaban problemas renales crónicos, los mismos que lo obligaron a tener que ser internado en diferentes oportunidades.

 

LA MALA LENGUA

Uno de los últimos integrantes de La Academia ('Aqhademia' le decían de sobrenombre por 'aqha', en quechua: 'chicha') de la Mala Lengua Chuquisaqueña, Ríos Quiroga destacó a lo largo de su vida como profesor de Lenguaje y Literatura, materia que impartió durante 30 años en su querido Colegio Nacional Junín.

Antes, integró la Peña de Arte “Illapa”, que, según él mismo contó a este periódico antes de la llegada de la pandemia en su casa de la calle Junín, tenía una revista, “Crisol”, que duró 20 números. Ríos era uno de sus directores.

Tenía un humor único, impregnado de sarcasmo, con la chispa y la picardía sucrense que ahora se queda huérfana por la pérdida de uno de sus mejores cultores. Eran características sus carcajadas, así como su agudeza y sus referencias corrosivas a la sociedad, tal cual el rasgo distintivo de los miembros de La Academia de la Mala Lengua (Aqha), según recuerda para este diario su amigo Freddy Oviedo.

Oviedo, quien en los últimos dos años vino trabajando en una reedición ampliada, corregida y de homenaje del libro “La bohemia chuquisaqueña”, de Ríos Quiroga, habla de él en tiempo presente.

“Es de esas personas imprescindibles para la cultura de los pueblos, en este caso para la cultura sucrense y chuquisaqueña. Digo ‘imprescindible0 por el significado que tiene su labor docente, investigativa del folclore y como gestor cultural”.

Oviedo radica hace 35 años en Santa Cruz y llegó a Sucre hace una semana para despedirse de Ríos Quiroga. Dice que lo reconoció, “pero estaba ya entre la etapa de la conciencia y el delirio”.

Lo recuerda como un gran admirador de Carlos Medinaceli y uno de los mayores conocedores, a nivel investigativo, de su famosa novela “La Chaskañawi”.

Destaca de él tres facetas: la de docente (fue su profesor de Literatura y Lenguaje en el Junín y, luego, su mentor); la de investigador (una “cultura andante”, un “mantenedor de la cultura sucrense”, muy amigo de grandes investigadores del folclore boliviano, como Antonio Paredes Candia, y consulta obligada de los periodistas locales a la hora de dar la noticia de alguna fiesta popular o actividad patronal); y, finalmente, la de gestor cultural (en su juventud ocupó el cargo de Director Municipal de Cultura y, junto con La Academia de la Mala Lengua Chuquisaqueña, solía ser parte del grupo de bienvenida a los escritores que llegaban a Sucre desde distintos lugares; por ejemplo, Antonio Carvalho Urey, Nilo Soruco, Alcira Cardona, Yolanda Bedregal o Carlos Castañón Barrientos.

Oviedo era el menor de la rebelde academia, en la que destacaban Gunnar Mendoza, Hugo Poppe Entrambasaguas, Fidel Torrico, Lorgio Duchén Alcalá, Manuel Giménez Carrazana, Teresita de Poppe, Rosario Arrieta, René Arce Aguirre, Gonzalo Gantier, Beatriz Rossells, Gustavo Prado, Matilde Casazola, Silvia Salame, Cristina Bubba, entre otros.

“Me empezó a llevar al grupo de Gunnar, (yo) era un mozalbete, pero era una maravilla. Para mí ha sido un mentor, mi alter ego, gracias a él yo me he dedicado a la cultura”, se emociona antes de referirse a sí mismo como un “viejo periodista cultural” en diario El Mundo de Santa Cruz.

“Era entrañable ver la amistad entre Gunnar Mendoza y Luis Ríos Quiroga”, continúa, recordando que el primero, por 50 años director del Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, tocaba la guitarra y “don Luis” cantaba los bailecitos y cuecas tradicionales sucrenses.

“LUCHO”, SEGÚN CRISTINA BUBBA

“Lucho es un gran amigo; me niego a hablar en pasado. La amistad era un valor muy importante para él y fue, además de solidario, muy leal. Su vida giraba alrededor de los amigos, sobre todo los que formaron parte de La Academia (‘aqha’, de chicha) de la Mala Lengua Chuquisaqueña”.

Así lo recuerda Cristina Bubba, otra gran amiga de Luis Ríos Quiroga. Dice que ese fue “un lindo grupo donde compartían picantes, chicha, música –en especial bailecitos y cuecas– al son del piano de don Fidel o la guitarra tocada por Gunnar o por Matilde Casazola, y divirtiéndonos con el humor y chistes picantes, donde hacían gala de su ingenio sucrense y picardía”.

Pero, de ese selecto grupo, Bubba sostiene que “Lucho se llevaba la flor por sus ocurrencias y simpatía, además de cantar cuecas y bailecitos con el alma”.

“Combinaba la bohemia con sus clases en el Colegio Junín, de literatura, era un erudito en literatura boliviana, y nos ha dejado muchos libros impresos, entre ellos La Chaskañawi”.

Bubba continúa así:

“Lucho se convirtió también en un referente de las tradiciones y fiestas chuquisaqueñas y era consultado por medio de difusión escrito y radios constantemente acerca de las fiestas como carnavales de antaño, la fiesta a la Virgen de Guadalupe y otras, que conocía muy bien y exigía que se respete la tradición como los cascarones y la música original de los sikus de Carnaval y las letras que se cantaban. Hablaba quechua a la perfección y cantaba en quechua letras hermosas, que gracias a las gestiones de Beatriz Rossells, ayudada por mi persona, está grabada en un CD”.

UN PROYECTO TRUNCO

Su último proyecto, de que su “Museo de escritores chuquisaqueños” sea abierto, quedó trunco, según coinciden tanto Freddy Oviedo como Cristina Bubba.

“Hace como 15 años regaló al museo de La Recoleta fotos de diferentes escritores chuquisaqueños, para que sean exhibidos en una sala. Lamentablemente, nunca se abrió y han pasado más de 15 años reclamando esa apertura y la respuesta siempre fue que no hay fondos, no pasó nada”, comenta Bubba a este periódico.

“Que su partida mueva a los responsable de La Recoleta, y sería importante que como un homenaje más a Luis Ríos Quiroga, esta sala se traslade al Colegio Junín, donde puede ser abierta al publico. Estoy segura de que este colegio aceptaría con el mayor grado esta propuesta”, finaliza.

VELATORIO Y ENTIERRO

Los restos de Luis Ríos Quiroga serán velados desde mañana, lunes, en el Colegio Nacional Junín.

Para las 10:00 de este martes 11 de enero se ha programado una misa de cuerpo presente en el templo de su barrio, San Roque.

Posteriormente, partirá el cortejo fúnebre hacia el Cementerio General de Sucre, donde su familia tiene un nicho a perpetuidad.

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