Chuquisaqueños pueblan el 50% de urbe argentina
Pedro Luro es una ciudad ubicada en en el sudoeste del vecino país, acoge a compatriotas
Alex Saravia es un chuquisaqueño que hace 21 años migró a Argentina en busca de mejores días. Los primeros cuatro años de su estadía radicó en Buenos Aires y después partió hacia el sudoeste del país y recaló en Pedro Luro, una pequeña ciudad de unos 14 mil habitantes, donde el 50% está compuesto por migrantes del departamento, en su mayoría, de la región de los Cintis.
Dice que el otro 50% está conformado por argentinos, hijos de descendientes europeos que hace años escaparon de las guerras, pero que mantienen su esencia cultural de alemanes, italianos, yugoslavos, rusos y polacos, por ejemplo. “Argentina es un pueblo de migrantes, de gente que vino de Europa mucho antes que nosotros, especialmente en el sur”, señala. “Argentinos descendientes de mapuches o tehuelches son muy pocos los que viven en esa región”, complementa.
La gran mayoría de bolivianos que migró a esa población, ya cerca de Tierra de Fuego, es gente que el país tenía mucha experiencia en la agricultura y por eso se dedicó a la producción de la cebolla. Saravia se inclinó por la mecánica y ahora se aboca a atender el requerimiento de cuanta persona necesite de sus servicios, aclara.
Saravia hizo pareja con Norma Villalpando con quien tuvo dos hijos nacidos en Argentina. La mayor, Camila (16 años) en 2019 ganó una competencia nacional de matemáticas y eso le valió que fuera declarada hija predilecta de Pedro Luro.
“Tener ese reconocimiento de ese tipo, para nosotros, siendo inmigrantes, es el mayor de los orgullos. Es una muestra de que no solo es posible integrarnos sino de que se puede llegar a copar espacios de ese tipo”, dice Saravia al recordar que “cuando recibimos el reconocimiento, no lo hacemos a nivel familiar sino como país; somos un extracto de Bolivia que está en otro lugar”.
Cuenta que en un lugar donde confluyen varias culturas, como todo migrante, los bolivianos se van adaptando a sus costumbres y ellos a la boliviana. “Es un proceso de transculturalización donde se va aprendiendo lo mejor de cada una de nuestras culturas, tratando de convivir a través de un medio común que es el trabajo y la producción agrícola en este sector”, destaca.
En medio de esta convivencia cultural, para Saravia, la discriminación es más un asunto de tipo cultural, porque la gente que llega después siente que no pertenece a ese medio y empieza a cerrarse. No se vincula con el resto de la gente. “Me parece que es más autodiscriminación”, enfatiza.
LA CEBOLLA
A decir de Saravia, Pedro Luro pese a tener pocos habitantes “es una zona bendecida por Dios”, que se caracteriza por tener grandes extensiones de tierra para la producción de cebolla, que se desarrolla con un sistema de riego que garantiza la dotación de agua permanente.
De hecho, esta población está catalogada como el epicentro de la producción de cebolla en Argentina, pues tan solo el 14% de lo que se cosecha va para el mercado nacional y el resto se exporta a Europa vía Brasil.
Este desarrollo de la producción de la cebolla impulsó a sus habitantes a fabricar sus propias bolsas de empaque y lo que es más importante, la herramienta que se utiliza. “El 100% que se usa para la producción agrícola se produce ahí”, resalta Saravia.
A TRABAJAR
Alex Saravia - Migrante boliviano
Cuando nuestra gente sale al exterior, sale con muchas ganas de trabajar, es algo digno de destacar. Yo siempre he pensado que si la gente que migra vendría a su tierra a trabajar, la mitad de tiempo de lo que trabaja afuera, la situación sería otra”.