La abstención de Sucre durante el Centenario de Bolivia, en 1925

Bautista Saavedra emprendió una zañuda persecución contra personajes de la Capital

PROTESTA. En 1925, Sucre y Chuquisaca anhelaban la llegada del ferrocarril, como número estrella de los festejos por el Centenario del país. PROTESTA. En 1925, Sucre y Chuquisaca anhelaban la llegada del ferrocarril, como número estrella de los festejos por el Centenario del país. Foto: Archivo

Sucre/CORREO DEL SUR 
Local / 03/04/2022 05:25

Un 29 de marzo de 1925, una reunión y posterior manifestación popular convocada por la “Liga Sucrense” decidió promover la “abstención” regional en los festejos organizados por el Gobierno central por el Centenario de la República, los cuales debían tener como epicentro la Capital del país en ocasión del 6 de Agosto de aquel año.

Esta postura, que fue respaldada por organizaciones cívicas de la ciudad, así como notables personajes del ámbito político, jurídico y social capitalino, desató la ira del presidente Bautista Saavedra, quien inició una violenta represión que terminó con el confinamiento de destacados personajes de la Capital, entre ellos prominentes hombres de leyes y ponderados ciudadanos de la época.

Las desavenencias entre el gobierno de Saavedra y la ciudad capital provenían de tiempo atrás. Las heridas de la Guerra Civil aún continuaban abiertas de alguna manera y era evidente el recelo ciudadano hacia un gobierno escindido del Partido Liberal, al que muchos tildaban de autoritario. En la sede del Gobierno subsistían también antiguos rencores y no faltaron políticos que seguían viendo a Sucre como a un departamento incómodo para las aspiraciones regionales del norte.

Diez años antes, en 1915, personalidades del foro local, como el jurisconsulto e historiador Agustín Iturricha, habían lanzado una propuesta destinada a crear un fondo de ahorro anual “que no baje de 400 mil bolivianos” que, al cabo de una década, podrían reunir la suma de 4 millones con los cuales podría “festejarse dignamente la epopeya gloriosa de toda la República”. Esta propuesta, sin embargo, no recibió la atención necesaria en sucesivos gobiernos y Bolivia llegó a su Centenario sin los recursos necesarios para una celebración signiticativa. 

FERROCARRIL, OBRA ESTRELLA

La construcción del ferrocarril Potosí-Sucre era considerada en ese tiempo una de las obras de infraestructura más trascendentes para la Capital. No obstante, la falta de financiamiento también fue un gran obstáculo para su conclusión en el año de Centenario. El Gobierno de Saavedra intentó gestionar un empréstito de 4 millones de dólares de la época de un banquero judío de nombre Nicolaus, con lo que pretendía ejecutar los trabajos de tendido final de la línea. “El mayor y más provechoso número del Centenario” no pudo ser inaugurado en el tiempo previsto, según menciona Iturricha en su declaración. El proyecto había sufrido también una suerte de boicot de parlamentarios paceños, quienes veían en su construcción un factor que perjudicaría el desarrollo de La Paz. El diputado Abel Iturralde encaró personalmente al presidente Bautista Saavedra por haber avalado las gestiones para dicho emprendimiento. “No ha dejado usted de ser paceño señor (Bautista) Saavedra y es un verdadero crimen que un paceño lleve el ferrocarril a Sucre, sabiendo que Sucre se ha de levantar como una espuma con el ferrocarril y entonces ¡adiós La Paz!”, le dijo. Todas esas divergencias fueron alentando un profundo descontento en el ambiente político y social capitalino, que finalmente decidió dar la espalda a todo el programa de festejos del 6 de Agosto de 1925, acusando al Gobierno saavedrista de haber “mentido” sobre el verdadero curso de las negociaciones financieras que se realizaron en Nueva York y que no habían llegado a ningún arreglo. “¿Y para qué más excusas si el Presidente mismo, en comunicación cablegráfica dirigida al secretario de la Legación en Nueva York declaraba que ese contrato era oneroso y perjudicial a los intereses del país”?, se preguntaba Iturricha. El ferrocarril Potosí-Sucre fue concluido recién en 1928, tres años después de los actos por el Centenario del país y cuando Saavedra ya no era Presidente; su gestión concluyó el 3 de septiembre de 1925, solamente un mes después de aquel desventurado 6 de Agosto; fue sustituido por Felipe Segundo Guzmán, de forma interina, y luego por Hernando Siles Reyes, político republicano nacido en Sucre.

PERSECUCIÓN GUBERNAMENTAL

La resolución de la “Liga Sucrense” de no participar de ningún acto oficial desató una ola de represalias políticas de parte del gobierno de Bautista Saavedra, conocido por su carácter autoritario. En Sucre, el presidente de esa instancia cívica, Ezequiel Osvaldo Osorio, fue detenido y “extrañado” a otro departamento. Por órdenes del Gobierno fueron detenidos Agustín Iturricha, jurisconsulto y político liberal con décadas de servicio en el ámbito educativo y judicial; el presidente del Club de la Unión de Sucre, Gustavo Medeiros, cuya institución decidió, en una reunión de socios, plegarse a la abstención; y el joven abogado y periodista Antonio Landívar Ribera, a la sazón yerno de Iturricha y columnista del bisemanario Patria Libre. Sobre ellos pesaba una orden de confinamiento en otros distritos.

En el caso de Iturricha, que esos días contaba ya con 65 años de edad y estaba aquejado por problemas de salud, la orden fue era llevarlo confinado a Ravelo (Moromoro) e inclusive a Monteagudo, donde entonces reinaban enfermedades tropicales dañinas para la salud. No obstante, por gestiones de familiares realizadas ante el prefecto José Rodríguez Argandoña, se optó por “desterrarlo” a la localidad de Ñucchu, más próxima a la Capital. El jurista hizo una vehemente defensa de su inocencia, alegando en todo momento que nunca participó de ninguna acción de “conspiración” contra el Gobierno, como se le atribuía, y aclarando que su accionar estuvo ceñido a la defensa de la ejecución del mencionado ferrocarril y su entrega en la fecha precisa. “No llegó el ferrocarril a Sucre para el 6 de Agosto de 1925. Y ese era el número más preciado del Centenario en las fiestas oficiales; digo mal, era el único número que satisfacía todas las aspiraciones, el positivamente anhelado por unanimidad de las gentes que pasean ansiosas miradas hacia esa vigorosa serpiente de hierro, que lleva en las entrañas el fuego de la civilización, el calor del progreso. No llegó porque no quisieron que llegue los enemigos de su construcción”, exclamó Iturricha.

* Con datos de la publicación “Abstención de Chuquisaca en el Centenario” de Agustín Iturricha, facilitados por Gonzalo Valdés, Secretario del directorio de la Sociedad Geográfica y de Historia Sucre

El fiasco de las celebraciones oficiales

Las celebraciones del Centenario de Bolivia no pudieron quedar más deslucidas el 6 de Agosto de 1925. 

En las semanas previas a la celebración, el Gobierno intentó apaciguar los ánimos enviando a uno de sus ministros chuquisaqueños, José Paravicini, a negociar un aporte de recursos destinados a los festejos, el mismo que fue rechazado rotundamente. El Ejecutivo ofertó “100 mil bolivianos”, mientras algunas versiones señalaban que La Paz habría recibido “hasta 6 millones” para el mismo propósito. Se dijo que el presidente Bautista Saavedra nunca quiso que los actos centrales tuvieran lugar en Sucre, aunque esa aseveración no pudo comprobarse.

La ira popular se desató entonces el 29 de marzo, y una poblada saqueó el domicilio de Paravicini, provocando pánico en su anciana esposa y sus familiares, que tuvieron que buscar refugio en otras casas de amigos.

Las decisiones de las organizaciones cívicas se llevaron adelante y Bautista Saavedra fue recibido el 4 de agosto en medio de la más absoluta frialdad. Inclusive, muchos balcones del centro fueron ataviados con crespones negros. La ciudad –según registra la historia– quedó en completo silencio ante el arribo de las delegaciones oficiales. Es más, el banquete organizado por la Presidencia fue suspendido ante la ausencia casi total de invitados. Se comentaba que el mandatario montó en cólera, llegando a maltratar verbalmente al prefecto José Rodríguez Argandoña. 

Al día siguiente, el 7 de agosto, Bautista Saavedra y su comitiva abandonaron la ciudad Capital y se dirigieron a La Paz por el camino hacia Ravelo, con dirección a Challapata donde debían tomar el tren que los llevaría a la sede de sus funciones. Dos días después, el 9 de agosto, se organizó la primera gran parada militar, hasta entonces la mayor de la historia, organizada por un entonces poco conocido general Hans Kundt, jefe de la misión militar alemana que llegó al país a principios de la década de 1920 con el propósito de reorganizar el Ejército. Pero esa es otra historia.

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