Chataquila, un año de la tragedia

Hace 365 días, un bus sobrecargado se embarrancó en esa zona y segó 35 vidas humanas

DESASTRE. El bus siniestrado que quedó depositado a 150 metros de la plataforma. DESASTRE. El bus siniestrado que quedó depositado a 150 metros de la plataforma. Foto: Archivo

Sucre/CORREO DEL SUR
Local / 13/07/2022 01:11

La huella del fatídico 12 de julio de 2021 sigue fresca en las familias de aquellos que perecieron en el accidente de Chataquila hace exactamente un año, y no todo volvió a ser igual para quienes vivieron para contar las desgarradoras escenas de las que fueron testigos cuando un bus sobrecargado se embarrancó y cegó la vida de 35 personas y dejó una decena de heridos.

CORREO DEL SUR se contactó con Sabina Saigua y Judith Chavarría, dos de las “supervivientes” de la hasta ahora mayor tragedia en las rutas del departamento; también con allegados de Florentino Garnica, quienes se despidieron por última vez de los suyos al abordar ese bus que recorría la ruta Tomoyo-Potolo-Sucre, pero que nunca llegó a destino porque a la altura del Santuario de Chataquila, cayó 150 metros al vacío antes de quedar destrozado en un 80%. 

TEMOR Y UNA CUASI ESTAFA 

Saigua de 51 años, intenta retomar la cotidianidad, esa que la mantenía ocupada antes de ese trágico día en su natal Sorojchi, pero el temor y las crudas instantáneas de ese fatídico momento aún rondan en su mente, mientras ella busca una recuperación total que 365 días después aún no llega. 

Fue ella quien interpeló al conductor del bus Nissan 1309-TKB, Wilder Montaño Valeriano, de 38 años de edad y licencia categoría C, al percatarse de que estaba ebrio, aunque el ahora occiso lo negó rotundamente. Luego, el examen de alcoholemia arrojó un índice de 1.2 g/L en su humor vítreo, cuando el máximo permitido es 0,5 g/L: tenía más del doble. 

“Ya se está mejorando. Gracias a Dios ella ya está caminando, pero nos dice que aún siente miedo por lo que le pasó, y es por eso que se quedó a vivir con nosotros en Sucre”, indica Liliana, su hija. 

Agrega que cuando pidieron la colaboración de la población, personas inescrupulosas las contactaron para ofrecerles una supuesta ayuda del Gobierno que consistía en artefactos eléctricos y enseres de cocina, para lo cual debían depositar montos de dinero, presuntamente con el fin de que el lote de donación sea traslade hasta la puerta de su hogar. 

“Nos llamaron diciendo que nos estaban ayudando y que deberíamos depositar o ir a La Paz y recoger cocinas y otras cosas que nos había ayudado el Gobierno”, detalla. 

La reacción de una de las hermanas fue oportuna y se percató de que todo era una estafa y al final no depositaron los montos. 

“SEGUNDA OPORTUNIDAD” 

Chavarría también continúa en proceso de recuperación. Fue sometida a siete intervenciones quirúrgicas que la obligaron a permanecer dos meses en terapia intensiva y otros tres en una sala de recuperación. Debido a la gravedad de sus lesiones, la joven de 19 años se debatía entre la vida y la muerte, por lo que esta nueva etapa de su vida la toma como una segunda oportunidad. 

“Agradecer a Dios por la segunda oportunidad de vida que me dio”, dijo en Correo del Sur Radio FM 90.1. 

Su familia, compañeros de facultad y allegados organizaron kermeses y rifas solidarias para cubrir los gastos médicos que sobrepasaron los Bs 150 mil.  

A un año de ese fatal accidente de tránsito, ella se esfuerza por recuperarse en su totalidad y agradece a quienes la colaboraron en ese difícil momento. 

DESAMPARADOS 

Con la partida de Florentino Garnica, una familia de diez integrantes quedó sumida en la depresión. El sostén de ocho hijos y un nieto había partido para no volver en ese bus con capacidad de 29 personas, pero que ese día transportaba a 45. También había sobrepeso en bultos; transportaba 10 cargas (bolsas grandes) de papa, maíz y oca. 

Su esposa, Martha Ticona, tuvo que asumir el rol de padre y madre, aunque pese a todo el esfuerzo que le puso a sus sembradíos no logra cubrir las necesidades de los suyos, por lo que se vio obligada a pedir la colaboración de la población.

Con relación a la ayuda brindada por parte de las autoridades, la allegada relató que solicitaron una fuente laboral, que no se concretó y solo tuvieron que conformarse con algunos víveres, prendas de vestir y el féretro que entregó la Gobernación. 

Al igual que los hijos de Garnica, otros 32 menores todavía lloran la partida de uno de sus progenitores, es la misma realidad de otras cuatro niñas que quedaron huérfanas por la muerte de su padre en el accidente –la madre había fallecido dos meses antes con cáncer–, y que fueron remitidas a Aldeas SOS debido a que la prima paterna que quedó a cargo no garantizaba su cuidado.

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