Esperanza tras las rejas
No tienen visitas de sus familiares y se esperanzan con recibir algo más en estas fiestas
Detrás de los barrotes y muros de la cárcel San Roque se tejen cientos de historias desgarradoras. Varios internos están abandonados a su suerte, realidad que no cambiará en esta Navidad ni Año Nuevo.
En su encierro, las horas se convirtieron en años y confabularon para que los suyos se alejaran poco a poco.
ENCERRADA POR BS 200
“Por ganarme 200 bolivianos estoy aquí. Me dijeron ‘estito llévamelo, 200 te voy a pagar’ y yo estaba necesitando plata para mi hijo que se operó de la cabeza, cuando eso había sido trampa”, se lamenta Josefina (nombre convencional), una viuda de 54 años, de los cuales ha vivido tres y medio en San Roque.
En su desesperación de llevar el sustento a su hogar, aceptó una oferta tentadora que la mandó directamente a la cárcel. Ahora se arrepiente.
“Todos los días me arrepiento. Quizás si mi esposo hubiese estado vivo no estaría aquí. Acepté porque no tenía plata, sino, ahorita estaría con mis hijos”, dice, mientras las lágrimas caen por sus mejillas.
En todo este tiempo fueron escasas las visitas para ella, que espera a sus hijos todos los días, más aún en estas fechas.
“Los espero a mis familiares. Hay veces vengo aquí a la puerta… ‘¿Será que vienen?’, me digo, pero no vienen, ojalá ahora por estas fechas alguien se acuerde de nosotros con alguito para alegrarnos un poquito”.
PAGAS O NO PUEDES SALIR
En la cárcel falta todo. Josefina se acostumbró a comer solo dos veces al día, obviando la cena, por lo que toda ayuda es bienvenida. Desde un grano de arroz para su alimentación, hasta una bolsa de detergente para el aseo y la limpieza.
Sus compañeras pasan por las mismas vicisitudes. Por ejemplo, Andrea fue enviada a la cárcel por no pagar pensiones.
“Estoy tres meses por pensiones. Aquí ya nomás he aparecido”, dice la nacida en San Pedro de Curahuara (La Paz).
Para salir necesita Bs 20 mil, un monto que se le hace difícil reunir, porque lavar ropa ajena ni siquiera alcanza para su manutención.
“Si pago, salgo en el momento, pero no puedo reunir plata”, se lamenta.
Acota que sufría de violencia intrafamiliar y hasta recibió amenazas de muerte, pero la justicia obró contra ella, mientras su exesposo y sus hijos se fueron a vivir a Argentina.
“EL PADILLA”
Don Blass, un hombre de la tercera edad, ha pasado sus últimos 15 años en el encierro.
“Primero venían mis hijos, pero se cansaron y hace seis años que nadie me visita”, se lamenta con voz débil y cansina.
Sus fuerzas fueron mermando y el tiempo también se ensañó con su salud: ya no depende de sí mismo para realizar algunas actividades y se acoge a su renta de vejez para su sustento, aunque no le alcanza.
“Con mi bonito vivo, pero ahorita no tengo ni 5 pesos. Si me da hambre me aguanto y cuando coqueo coca un poquito disimula”, relata.
Está en la cárcel por el delito de asesinato, pero él proclama su inocencia.
“No supe cuidar a mi esposa. Apareció muerta en el campo y a mí me calumniaron”, indica.
En su estadía aprendió a leer y sumar y ahora “nadie le puede engañar”. Lo que le queda de encierro quiere cumplirlos en Padilla, su pueblo, a donde anhela volver antes de pasar a descansar en la eternidad.
Al igual que el resto de los olvidados, el “Padilla”, como le llaman, necesita ropa, algo que espera en estas fiestas navideñas, al igual que un pescado a la parrilla, su plato favorito, deseo que algún corazón solidario puede cumplir.
UNA ESPERA QUE DESESPERA
Germán no recibe visita de sus familiares hace cinco años y asegura que la peor tragedia para un reo es “esperar una visita y que no llegue”.
Con el paso de los años aprendió a vivir con eso, aunque él no se olvida de sus hijos y cuenta que el menor salió bachiller este año; no pudo ir a su encuentro por su situación.
Tiene metas y sueños por cumplir en libertad y eso lo motiva para seguir, al igual que su compañero Moisés, quien aprendió el oficio de carpintero en la cárcel y armó su propio taller fuera de ella, aunque por temas de la justicia volvió a San Roque.
Historias similares se repiten detrás de los muros de la cárcel de Sucre. La mayoría quiere trabajar, pero tampoco tienen los medios y esperan estas fechas para recibir la solidaridad de la ciudadanía; se esperanzan en renovar su muda de ropa, zapatos y recibir algo que pueda aplacar el hambre.
CALUMNIA
El Padilla
Privado de libertad
No supe cuidar a mi esposa. Apareció muerta en el campo y a mí me calumniaron”.
TRAMPA
Josefina
Privada de libertad
Por ganarme 200 bolivianos estoy aquí. Me dijeron ‘estito llévamelo, 200 te voy a pagar'".
ABANDONADOS
Según el delegado principal de la Cárcel de San Roque, más de 200 privados de libertad no reciben visitas y se las arreglan para sobrevivir en el encierro.
Campaña para recolectar juguetes
La Dirección Departamental de Régimen Penitenciario, el área de Psicología y el Area de Trabajo Social, organizan la campaña “Un juguete, una alegría para los hijos e hijas de los privados de libertad de San Roque y las carceletas de provincias” en Chuquisaca.
El objetivo es regalar un momento de alegría a los hijos e hijas que los internos dejan en sus hogares, donde por estas fechas carecen de recursos para obsequiar regalos a sus pequeños.
Los aportes de la ciudadanía pueden ser juguetes, ropa de niños y alimentos no perecederos que se distribuirán entre los hijos de los privados de libertad de San roque y las carceletas de Padilla, Monteagudo, Camargo y Tarabuco.
Según el cronograma de actividades, la distribución de los juguetes se realizará hasta el 6 de enero, Día de los Santos Reyes.
Para cualquier duda o consulta está habilitado la línea Whatsapp 77133299.
Navidad, una alegría en la adversidad
Aunque la ausencia del pago de casi cuatro meses de prediario es una preocupación latente en la cárcel de San Roque, internos e internas se preparan para las actividades navideñas: un concurso de chuntunquis y adornos navideños prometen estar reñidos este año, tomando en cuenta la preparación y el ingenio de los y las privadas de libertad.
Con el alto significado que tienen la Navidad y el Año Nuevo, en el centro penitenciario se espera que en la Gobernación se “pongan la mano en el pecho” y muevan sus buenos oficios para cumplir con este compromiso en estos días, tomando en cuenta que la situación cada vez se hace más insostenible ante las respuestas negativas.
Para contrarrestar este trago amargo, los diferentes pabellones comienzan a embellecer sus sectores correspondientes para concursar con el resto de sus compañeros en las actividades navideñas que serán animadas por los tradicionales chuntunquis y los premios que se entregarán a los ganadores.