Un gringo que habla quechua

La comunidad de Tejahuasi, en el Distrito 7 de Sucre, es su hogar desde hace nueve años

VIVENCIA. Trevor Hirsche comparte con comunarios de Tejahuasi.

VIVENCIA. Trevor Hirsche comparte con comunarios de Tejahuasi. Foto: Correo del Sur

En la orilla del Río Chico.

En la orilla del Río Chico. Foto: Correo del Sur

Junto a una pukara en el Distrito 7.

Junto a una pukara en el Distrito 7. Foto: Correo del Sur


    Sucre/CORREO DEL SUR
    Local / 09/03/2025 02:51

    Es de origen canadiense, hace 13 años vive en Bolivia, pero lo sorprendente es que habla el idioma quechua como cualquier nativo de esta lengua originaria. Es la historia de Trevor Hirsche, quien se considera un comunario más de Tejahuasi, localidad ubicada en el Distrito 7 de Sucre.

    “Allin p’unchay qachun qhampas y tukuy sucremanta y prensamantataj”, saluda sin ninguna dificultad y bien vocalizado, al acceder a la entrevista con CORREO DEL SUR. A ello, siempre en quechua, añade una explicación de cómo y cuándo llegó al país y su participación dinámica en la vida orgánica de la Centralía La Palma, a la que pertenece su comunidad.

    La figura de Hirsche cobró relevancia en los conflictos en contra de la explotación minera en la comunidad Los Álamos de Poroma, cabecera de la cuenca del río Chico, ante una posible contaminación. Este afluente es el principal motor de la economía de al menos 90 comunidades del Distrito 7, considerado como el “jardín de Sucre” por su riqueza productiva y su clima cálido. 

    En ese entonces, cooperativistas de dos empresas que pretendían iniciar con la explotación de minerales, acusaron al extranjero de “intromisión”, sin saber que era habitante activo de Tejahuasi. 

    “UN ATARDECER ESPECTACULAR”

    Un atardecer espectacular observado desde un cerro de Ascensión de Guarayos, del departamento de Santa Cruz, fue el motivo para que Irsche decidiera dejar Canadá y vivir en Bolivia.

    “Creo que era noviembre del 2006. Desde un cerro en Ascensión apreciaba un atardecer espectacular. El cielo estaba increíble, mostrando tonos de anaranjado a rosado. La selva se extendía hasta el horizonte –parecía infinita–. En ese momento me enamoré de Bolivia, y desde entonces no me he querido alejar de este bello país”, contó a este diario. 

    Ese año llegó al país por primera vez junto a su pareja de ese tiempo. Ambos trabajaron como voluntarios por ocho meses con una “pequeña ONG” que se dedicaba a la purificación del agua para el consumo humano en barrios de Ascensión de Guarayos que carecían de agua potable.

    No obstante, retornó a Canadá en mayo del 2007 por cuestiones económicas. “Irme de Bolivia me rompió el corazón. A partir de ese momento, ya no me sentía a gusto en el norte (Canadá)”, resaltó.

    Desde entonces, siempre estuvo en su mente retornar a Bolivia, algo que finalmente concretó el 2012.

    “UN TEJAHUACEÑO”

    Tras su regreso al país, esta vez solo, trabajó un año con la misma ONG en Ascensión de Guarayos. Luego, Hirsche se trasladó a Sucre contratado por Universidad San Francisco Xavier como docente investigador y coordinador de la Maestría en Hidrogeología y Recursos Hídricos.

    Pero eso fue temporal. Mientras esperaba una nueva oportunidad laboral, su madre se animó a invertir en un emprendimiento ecoturístico en la comunidad de Tejahuasi, en 2015. 

    “Lamentablemente, tuvimos que cerrar el negocio en 2018, pero después de tres años en el valle, ya me sentía bien integrado a esta maravillosa comunidad. Aquí encontré mi hogar y encontré a mi gente. Yo soy ciudadano boliviano desde el año 2015 y soy orgullosamente tejahuaceño”, explicó sobre cómo llegó a vivir en el Distrito 7 de la capital. 

    Respecto a su familia, evitó brindar mayores detalles.         

    EN CUATRO MESES 

    Hirsche habla el quechua como cualquier nativo de esta región del país. Pero, ¿cómo aprendió a hablarlo correctamente? 

    El ahora ciudadano boliviano conoció este idioma cuando trabajaba con la ONG en Ascensión de Guarayos, Santa Cruz, gracias a que uno de sus compañeros era del municipio de Icla, de Chuquisaca.

    “Él me enseñó algunas palabritas quechuas en 2007. No dediqué mucho tiempo al aprendizaje del quechua hasta llegar a Tejahuasi”, indicó.

    Dijo que en Tejahuasi contrataron a tres jóvenes de la comunidad como trabajadores del negocio turístico que había emprendido su madre, con quienes se determinó utilizar exclusivamente el quechua para comunicarse en el trabajo. “Estábamos en una fase de preparación, así que no había clientes todavía”, aclaró dejando entender que era el momento propicio para aprender el quechua. 

    “Durante los primeros meses a veces pasábamos horas solamente conversando, yo con mi cuaderno para apuntar cada nueva frase. También tomé unas diez clases con una profesora en Sucre, además de estudiar con diccionarios y libros de gramática. Con muchísimo esfuerzo, logré aprender en algo de 4 meses”, afirmó.

    Además de inglés (su idioma materno), castellano y quechua, Hirsche también habla francés, aunque remarcó que aún no domina ninguno. “No logro perder mi acentito de gringo cuando hablo quechua o español”, enfatizó. 

    No obstante, cuando se expresa lo hace incluso con los modismos que utilizan los originarios de habla quechua.

    Aseguró que el aprender quechua le permitió participar en las reuniones y trabajos comunitarios de Tejahuasi. Además, comprender varias cosas e inmiscuirse en la agricultura. 

    “He llegado a sentir una conexión muy fuerte con el río que abastece el agua de riego que sostiene a mis compañeros del Distrito 7. Sin la gente indígena – campesina, no tendríamos qué comer. Más que eso, el vivir cerca de la tierra permite entender que sin agua limpia, buen clima y tierra fértil no se puede producir nada. Es la Pachamama que nos da vida. El hablar quechua me ha permitido entender mejor la cosmovisión de mis compañeros, lo mismo que me genera una enorme motivación para seguir luchando, junto con mis compañeros del Distrito 7 y mis vecinos en la ciudad de Sucre, hasta lograr proteger este rincón verdecito del municipio de Sucre de la contaminación”, reflexionó.

    “ESTOY EN MI PAÍS”

    Consultado si alguna vez pensó en regresar a Canadá, Hirsche afirmó con certeza “estoy en mi país”. Agregó que no ha pisado tierra canadiense desde hace casi 13 años y no lo piensa hacer. 

    “Parece que en ese tiempo la cultura canadiense ha cambiado mucho. Estaría muy fuera de lugar allí. Por otro lado, la economía de allá (Canadá) es mucho menos dinámica que antes, y ahora Donald Trump está aplicando aranceles a los productos canadienses para acabar con lo que queda de su economía. Inclusive Trump habla de invadir a mi país de origen. No tengo ganas de involucrarme en esa situación”, expresó.

    “Algunos mexicanos lamentan ‘¡Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos!’. Canadá tiene el mismo problema que México en ese sentido. Obviamente, hay problemas en Bolivia, pero el pueblo boliviano es resiliente. Aquí la gente siempre encuentra formas de salir adelante. No veo la misma fuerza y valentía en el pueblo canadiense”, acotó.

    BOLIVIANO

    Trevor Hirsche obtuvo la nacionalidad boliviana en 2015, lo cual legitimiza su estadía en el país.

    Ambientalista y docente de posgrado

    Trevor Hirsche estudió Ciencias Ambientales en la universidad de su país, en pos de aportar a la conservación del medio ambiente. Posteriormente, hizo maestrías y especialidades. 

    “No conocí a los mejores docentes en las universidades canadienses; sin embargo, aprendí más sobre el medio ambiente en Ascensión de Guarayos con gente guaraya, en Perú con los quechuas ancashinos, en Oruro y La Paz con los aimaras y afro bolivianos, y, más que todo, aquí en el Río Chico con los quechuas chuquisaqueños”, señaló.

    Dicta clases a nivel de posgrado en áreas como contaminación hídrica, medioambiente, metodología de la investigación y geología, en las universidades Andina Simón Bolívar y San Francisco Xavier, en Sucre.

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