Angélica y René venden flores y golosinas para ayudar a sus familias

Angélica y René (nombres ficticios) son dos niños de 11 y 8 años, respectivamente, que trabajan en las calles del centro de Sucre. Ambos lo hacen con el objetivo de ayudar a sus padres en la generación de recursos económicos.

Angélica contó a CORREO DEL SUR que no es de Sucre, por lo que casi todos los días de la semana debe madrugar para tomar el trufi desde su pueblito Pitantorilla, una comunidad perteneciente al municipio de Yotala, ubicada al suroeste a unos 25 kilómetros de la ciudad. 

Desde allí, junto a su madre, trae flores como rosas, cartuchos, retamas y otros, para vender en la zona del mercado Central. Mientras su progenitora se queda en algún lugar de los pasillos de este centro de abasto, la pequeña recorre por diferentes lugares y galerías ofreciendo sus ramitos de flores.

Señala que las veces que viene a la ciudad, se falta de sus clases. Actualmente cursa el quinto de primaria en la escuelita de su pueblo.

Su jornada laboral concluye a las 16:00, hora que el trufi regresa a Pitantorilla. Dice que cuando le va bien, reúne hasta 20 bolivianos.

Ella trabaja para ayudar a su madre ya que es la antepenúltima de seis hermanos, por lo que el dinero no les alcanza. 

“DEJÉ LA ESCUELA”

Por su parte, René vende golosinas por inmediaciones de la Plaza 25 de Mayo, a donde llega todos los días “tempranito” y se va cerca al anochecer.

El niño confesó que tras aplazarse dos años en primero de primaria, sus padres lo mandaron a trabajar para ayudar económicamente a su familia que, según él, es numerosa.

Por la falta de micros esta semana, señaló que tuvo que caminar largas distancias para conseguir un transporte que le permita llegar hasta el centro de la ciudad.

Algunos días cuando le va bien, dijo que llega a reunir hasta 50 bolivianos, pero luego no pasa de los Bs 30.