Alzheimer: Su impacto en nervios y articulaciones
Si bien el Alzheimer es una enfermedad progresiva y actualmente incurable, existen estrategias que pueden ayudar a mejorar la calidad de vida de los pacientes en lo que respecta a la función nerviosa y articular.
Si bien el Alzheimer es una enfermedad progresiva y actualmente incurable, existen estrategias que pueden ayudar a mejorar la calidad de vida de los pacientes en lo que respecta a la función nerviosa y articular. Por ejemplo, adaptar el entorno del paciente para reducir riesgos de accidentes y facilitar su movilidad.
La enfermedad de Alzheimer es una de las formas más comunes de demencia, conocida por su devastador impacto en la memoria y en las capacidades cognitivas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que 60 millones de personas en el mundo viven con Alzheimer y que afecta más a las mujeres que a los hombres mayores de 65 años.
Sin embargo, esta afección neurodegenerativa va más allá de la mente, dejando una huella profunda en el funcionamiento físico del cuerpo, especialmente en los nervios y articulaciones. Este deterioro físico, aunque menos conocido, es igualmente significativo y contribuye a la pérdida de la autonomía y calidad de vida en las personas que sufren de esta enfermedad.
IMPACTO EN EL SISTEMA NERVIOSO
El Neurocirujano chuquisaqueños, Dr. Hipólito Ramírez explica que la enfermedad de Alzheimer afecta al sistema nervioso central específicamente al cerebro, por una destrucción neuronal y las conexiones neuronales a nivel de las sinapsis.
El Alzheimer se caracteriza por la acumulación de dos tipos de formaciones anormales en el cerebro: las placas de amiloide y los ovillos neurofibrilares. Estas estructuras están formadas por proteínas mal plegadas que interfieren en el funcionamiento normal de las neuronas. A medida que estas proteínas se acumulan ya sea en forma de placas o de ovillos, las neuronas comienzan a perder su capacidad de comunicarse entre sí de manera efectiva, lo que eventualmente lleva a la muerte celular. Esta pérdida de conexiones neuronales se manifiesta inicialmente en áreas del cerebro relacionadas con la memoria, lo que explica por qué la dificultad para recordar, es uno de los primeros síntomas.
“La perdida neuronal está provocada por una proteína anormal Beta amiloide que produce este daño, presentando como característica las placas seniles que alteran funciones cerebrales provocando trastornos en la memoria, en la primera fase, luego se produce trastornos de la praxis, es decir olvidamos las acciones aprendidas, y la tercera fase que es grave, el paciente se postra”, sintetiza el Dr. Ramírez.
A medida que la enfermedad avanza, las placas y los ovillos se extienden a otras regiones del cerebro responsables de funciones físicas. Este deterioro progresivo afecta no solo la capacidad de moverse y realizar actividades diarias, sino también la coordinación y el control motor. Las personas con Alzheimer experimentan cambios significativos en su capacidad para llevar a cabo tareas cotidianas como caminar, comer, vestirse y hasta hablar.
IMPORTANCIA DE LA B12
Un factor que agrava los síntomas neurológicos en personas con Alzheimer es la deficiencia de vitamina B12. Esta vitamina es crucial para el mantenimiento de la salud del sistema nervioso, y su falta puede acelerar el deterioro cognitivo y neuromotor en los pacientes. La suplementación adecuada de B12 puede ser una medida preventiva o paliativa para retrasar la progresión de estos síntomas.
Los alimentos que lo contienen son el pescado, carne, carne de aves, huevos, leche y otros productos lácteos contienen vitamina B12. El hígado de res son fuentes de vitamina B12. Cereales para el desayuno como pipocas de maíz, arroz, avena, trigo y cebada, además de alimentos fortificados con Vitamina B12. El Omega 3 es fundamental porque mejora el efecto neuroprotector de las vitaminas del grupo B.
DETERIORO EN LAS ARTICULACIONES
El envejecimiento trae consigo una serie de cambios en el cuerpo, y las articulaciones no son la excepción. A medida que envejecemos, los tejidos articulares tienden a perder flexibilidad, lo que resulta en rigidez y una disminución en el rango de movimiento. Esta rigidez articular puede verse exacerbada por condiciones crónicas como la artritis reumatoide o la osteoartritis, que causan inflamación y daño en las articulaciones.
Para las personas con Alzheimer, la pérdida de flexibilidad y el aumento de la rigidez articular es un gran desafío porque la enfermedad no solo afecta su capacidad para realizar actividades diarias, sino que también aumenta su dependencia de cuidadores y profesionales de la salud. La vida sedentaria y la tendencia a mantener una misma posición por largos períodos, comunes en los pacientes con Alzheimer, pueden empeorar aún más esta situación, contribuyendo a la rigidez y al dolor articular.
LOS CAMBIOS FÍSICOS
A medida que la enfermedad avanza, el deterioro físico asociado al Alzheimer se vuelve más evidente a medida que la enfermedad progresa. Durante la etapa intermedia, los pacientes suelen enfrentar una serie de dificultades físicas que afectan su movilidad y equilibrio. Estos cambios pueden incluir pérdida de coordinación, rigidez muscular, y dificultades para mantener la postura. Es común que los pacientes arrastren los pies al caminar, tengan problemas para pararse o sentarse, y experimenten debilidad muscular y fatiga. Además, pueden aparecer convulsiones y contracciones musculares incontrolables, lo que agrava su condición.
En la etapa avanzada es más difícil controlar el tronco que provoca que las personas se inclinen, aumentando el riesgo de caídas y fracturas. La rigidez articular se acentúa, lo que puede llevar a deformidades y acortamientos de las extremidades debido a la permanencia prolongada en posiciones flexionadas. Esta inactividad prolongada no solo causa incomodidad, sino que también puede llevar al desarrollo de llagas en la piel o úlceras por presión, especialmente en pacientes que han perdido la capacidad de caminar.
MEJORAR LAS FUNCIONES NERVIOSA Y ARTICULAR
Un entorno seguro y adaptado puede fomentar la disposición del paciente para moverse e interactuar, lo que puede ralentizar la pérdida de movilidad.
La fisioterapia es fundamental en el manejo del Alzheimer. Un fisioterapeuta puede diseñar un programa de ejercicios específicos para cada paciente, enfocado en mantener y mejorar el rango de movimiento, fortalecer la musculatura y reducir la rigidez articular. Estos ejercicios pueden incluir movimientos repetitivos de los brazos y piernas, que se realizan varias veces al día para prevenir la rigidez y reducir el riesgo de desarrollar puntos de presión y úlceras.
LAS ACTIVIDADES FÍSICAS
Además de la fisioterapia, hay otras medidas como fomentar la participación en actividades físicas como caminar o estirar las piernas, dentro de sus capacidades ayudará a mantener la independencia el mayor tiempo posible. Las terapias ocupacionales pueden ayudar identificando tareas y adaptaciones que permitan al paciente mantener sus habilidades y autonomía en la vida diaria.
LA ALIMENTACIÓN
Una alimentación adecuada es otro pilar importante en el manejo del Alzheimer. Una dieta balanceada que incluya los nutrientes necesarios para el buen funcionamiento del cuerpo puede contribuir a mantener la fuerza y la energía de los pacientes.
Finalmente, para aquellos que ya están en etapas avanzadas de la enfermedad y tienen movilidad limitada, es esencial contar con equipos especiales como colchones y cojines antiescaras, así como cambiar de posición al paciente con frecuencia para prevenir úlceras por presión.
Un enfoque integral que incluya fisioterapia, adaptación del entorno, nutrición adecuada y sobre todo mucho amor y paciencia al enfermo, es posible mejorar la calidad de vida de los pacientes y ralentizar el avance de los síntomas físicos, brindándoles así una mayor comodidad y dignidad en las etapas finales de la vida.
PARA SABER
60 millones
La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula una cifra aproximada de 60 millones de personas a nivel global que viven con Alzheimer, de las cuales 8.1 por ciento son mujeres y 5.4 por ciento, hombres mayores de 65 años.
ATROFIA CEREBRAL
En el Alzheimer se produce una atrofia cerebral progresiva, bilateral y difusa, que comienza en regiones mesiales temporales para afectar luego al neocórtex, sobre todo al temporal, parietal y frontal. Se producen la lesión y posterior destrucción de la neurona cerebral con la aparición tanto de depósitos extracelulares insolubles (placas amiloides) como intracelulares (ovillos neurofibrilares).