Distimia: Depresión crónica

La distimia es debilitante porque se trata de una depresión leve, pero que tiene una duración prolongada que afecta la calidad de vida de quienes la padecen.

Distimia: Depresión crónica Distimia: Depresión crónica Foto: Internet

Stanford Medicine, Children Health / Internet
Mi Doctor / 14/01/2025 00:08

“Tengo distimia”, fue la afirmación de una amiga cuando tomábamos un café mientras le reclamaba por qué no fue al encuentro de compañeras del colegio. No era una excusa, ella trataba de explicarme que padecía de una tristeza que arrastraba consigo durante años la cual lograba casi siempre disimular y hasta ignorar para tratar de llevar una vida parecida a lo normal como madre sola de dos hijas adolescentes. La distimia, muchas veces, ganaba terreno en esa lucha diaria contra este trastorno que afecta cada vez a más personas. 

ATACA CUERPO, MENTE Y EMOCIONES

La distimia no es simplemente un estado de tristeza o desánimo pasajero; es un trastorno del estado de ánimo que influye en cómo una persona come, duerme, piensa y se percibe a sí misma. Es importante destacar que no es una debilidad personal ni algo que pueda superarse con fuerza de voluntad. Las personas afectadas requieren tratamiento especializado para alcanzar la recuperación.

Según Stanford Medicine, este trastorno afecta a las mujeres el doble que a los hombres y puede estar vinculado con otras condiciones, como el trastorno bipolar o episodios de depresión mayor. Sin embargo, su diagnóstico y tratamiento precoz son fundamentales para evitar que los síntomas persistan durante años, lo que podría complicar su manejo.

FACTORES DESENCADENTANTES

Aunque la causa exacta de la distimia no está clara, los expertos creen que es producto de desequilibrios químicos en el cerebro. Entre los factores de riesgo se encuentran el estrés crónico, los traumas y predisposiciones genéticas. No obstante, aún no se han identificado genes específicos asociados con esta afección.

TRATAMIENTOS

El tratamiento de la distimia suele incluir medicamentos, terapia psicológica o una combinación de ambos. Los antidepresivos pueden tardar varias semanas en mostrar resultados, por lo que es esencial que los pacientes sigan las indicaciones de sus proveedores de salud y no abandonen el tratamiento prematuramente. Entre las terapias más comunes se encuentran la terapia cognitiva conductual y la terapia interpersonal, que ayudan a los pacientes a manejar el estrés y mejorar sus habilidades de relación.

Dado que la distimia puede durar más de cinco años, es frecuente que se necesite un enfoque terapéutico a largo plazo. Además del tratamiento médico, se recomienda adoptar hábitos saludables, como mantener una dieta equilibrada, evitar el alcohol y las drogas, practicar actividad física regular y buscar apoyo emocional en familiares y amigos.

LO IMPORTANTE DE BUSCAR AYUDA

La distimia puede hacer que quienes la padecen se sientan agotados, sin esperanza y atrapados en pensamientos negativos. Sin embargo, estos sentimientos son parte de la enfermedad y pueden ser tratados. Es fundamental buscar ayuda profesional lo antes posible y establecer metas realistas durante el proceso de recuperación.

Stanford Medicine enfatiza que la clave para superar la distimia radica en la paciencia, el tratamiento adecuado y el apoyo de un entorno comprensivo. Aunque el camino hacia el bienestar puede ser lento, con los recursos y estrategias correctas, es posible recuperar la calidad de vida.

¿Qué acontece en el cerebro de una persona que padece de distimia?

La distimia está relacionada con desequilibrios químicos en el cerebro que afectan la regulación del estado de ánimo. Estas son algunas de las alteraciones cerebrales que ocurren en una persona con este trastorno:

• Desequilibrio de neurotransmisores

Los niveles de serotonina, dopamina y noradrenalina —neurotransmisores clave en la regulación de emociones— suelen estar alterados. Este desequilibrio puede influir en cómo el cerebro procesa las emociones y el estrés.

• Alteración en el eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (HHA) 

Este sistema, que regula la respuesta al estrés, puede estar hiperactivo en personas con distimia. Esto genera una mayor liberación de cortisol, una hormona del estrés, lo que puede contribuir a los síntomas depresivos crónicos.

• Disfunción de la conectividad cerebral

Estudios de imágenes cerebrales muestran que regiones como la amígdala, el hipocampo y la corteza prefrontal funcionan de manera anormal.

- La amígdala, asociada al procesamiento emocional, puede estar hiperactiva, intensificando sentimientos negativos.

- El hipocampo, que interviene en la formación de recuerdos y la regulación del estrés, podría estar reducido en tamaño debido al impacto del cortisol.

- La corteza prefrontal, encargada del control ejecutivo y la toma de decisiones, podría presentar actividad reducida, dificultando la gestión de pensamientos negativos.

• Inflamación neurobiológica

Los procesos inflamatorios en el cerebro podrían estar vinculados con la distimia. Marcadores inflamatorios elevados pueden afectar la comunicación neuronal y contribuir a la persistencia de síntomas.

• Plasticidad cerebral disminuida

En la distimia, la capacidad del cerebro para adaptarse y generar nuevas conexiones (neuroplasticidad) podría estar reducida, lo que dificulta el aprendizaje de estrategias para superar el estado depresivo.

Estas alteraciones no solo explican los síntomas emocionales y cognitivos de la distimia, sino también su carácter crónico. Comprender estos cambios ayudará a desarrollar tratamientos más efectivos que aborden las causas del trastorno.

Los síntomas de la distimia

  • Sentimientos persistentes de tristeza, ansiedad y vacío.
  • Dificultad para concentrarse y tomar decisiones.
  • Baja energía y fatiga constante.
  • Cambios en el peso o el apetito.
  • Alteraciones en los patrones de sueño.
  • Baja autoestima y sentimientos de desesperanza.

Para diagnosticar esta afección, los adultos deben presentar un estado de ánimo depresivo durante al menos dos años, acompañado de al menos dos de los síntomas mencionados. En niños y adolescentes, este periodo se reduce a un año.

Etiquetas:
  • depresión
  • salud mental
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