Tu segundo cerebro está en el estómago

Durante décadas, el cerebro ha sido considerado el órgano rector de nuestras emociones, decisiones y pensamientos. Sin embargo, en los últimos años, la ciencia ha comenzado a mirar más allá de la cabeza para entender cómo funciona nuestro sistema emocional y cognitivo.

Tu segundo cerebro está en el estómago Tu segundo cerebro está en el estómago Foto: Internet

Redacción MI DOCTOR
Mi Doctor / 20/04/2025 04:11

Las investigaciones confirman que el intestino no solo es responsable de digerir alimentos, sino que actúa como un verdadero "segundo cerebro" al tener una red neuronal extensa y compleja que influye directamente en nuestro bienestar mental.

EL SEGUNDO CEREBRO

El intestino contiene cerca de 100 millones de neuronas distribuidas a lo largo del tracto gastrointestinal, una cifra comparable con la médula espinal. Este sistema neuronal autónomo es conocido como el sistema nervioso entérico (SNE), y aunque funciona de forma independiente del cerebro, mantiene una comunicación constante con él a través del nervio vago, el más largo del sistema nervioso autónomo.

El Dr. Michael Gershon, profesor de anatomía y biología celular en la Universidad de Columbia, fue uno de los primeros en acuñar el término “segundo cerebro” al referirse al intestino en su libro The Second Brain (1998). Según Gershon, este sistema entérico no solo regula los procesos digestivos, sino que también tiene un rol clave en la producción de neurotransmisores que afectan directamente nuestras emociones y estado mental.

MICROBIOTA Y MENTE

La clave para que el intestino pueda cumplir su función como “segundo cerebro” está en mantener una microbiota intestinal equilibrada. La microbiota es el conjunto de billones de bacterias que habitan en nuestro intestino. Cuando estas bacterias están en armonía, favorecen la producción de neurotransmisores y fortalecen la barrera intestinal, lo que evita la inflamación y protege al sistema nervioso central.

En cambio, cuando hay un desequilibrio en la microbiota, también conocido como disbiosis, se produce una mayor permeabilidad intestinal, lo que permite el paso de toxinas y sustancias proinflamatorias al torrente sanguíneo y, eventualmente, al cerebro. Esto puede derivar en trastornos como depresión, ansiedad, fatiga crónica, alteraciones del sueño e incluso enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.

BIENESTAR Y ALIMENTACIÓN

Uno de los factores que más impacta en la salud de la microbiota es la alimentación. Una dieta rica en fibra, antioxidantes, prebióticos y grasas saludables promueve el crecimiento de bacterias beneficiosas, mientras que una dieta rica en azúcares, alimentos ultraprocesados y grasas trans puede alimentar a bacterias nocivas que producen neurotóxicos, sustancias capaces de interferir con la producción y función de los neurotransmisores.

ALIMENTOS PARA LA MICROBIOTA Y LA SEROTONINA

Frutas y verduras ricas en fibra como manzanas, plátanos, espinacas, alcachofas y brócoli. La fibra sirve de alimento para las bacterias beneficiosas.

Alimentos fermentados como el yogur natural, kéfir, chucrut y miso, que aportan probióticos vivos.

Aceite de oliva virgen extra que es rico en antioxidantes y grasas monoinsaturadas, favorece un entorno intestinal saludable.

Legumbres y cereales integrales aportan fibra y nutrientes esenciales.

Nueces y semillas contienen ácidos grasos omega-3, fundamentales para el sistema nervioso.

Chocolate negro (mínimo 70%) que contiene triptófano, precursor de la serotonina, y flavonoides que actúan como antioxidantes cerebrales.

LOS QUE ALTERAN LA MICROBIOTA Y PRODUCEN NEUROTÓXICOS

Los azúcares refinados alimentan a bacterias patógenas que generan inflamación.

Las grasas trans presentes en productos industrializados y frituras, debilitan la barrera intestinal.

Alimentos ultraprocesados como snacks, embutidos, gaseosas y comidas rápidas, contienen aditivos y colorantes que dañan la flora intestinal.

El alcohol en exceso irrita la mucosa intestinal y altera la comunicación entre intestino y cerebro.

Los neurotóxicos producidos por bacterias patógenas pueden bloquear los receptores de serotonina o degradarla antes de que cumpla su función, lo cual afecta directamente el estado de ánimo y puede predisponer a enfermedades mentales. Además, esta disrupción neuroquímica puede amplificarse en personas con predisposición genética o antecedentes de estrés crónico.

LAS CONSECUENCIAS

Cuando la microbiota se encuentra en desequilibrio, no solo se afecta la digestión, sino también múltiples aspectos de la salud:

Trastornos del estado de ánimo como ansiedad, depresión y ataques de pánico.

Problemas cognitivos como dificultad para concentrarse, “niebla mental” y pérdida de memoria.

Aumento de la inflamación sistémica lo que contribuye al desarrollo de enfermedades crónicas como diabetes tipo 2, obesidad y trastornos autoinmunes.

Trastornos del sueño por alteración de la producción de melatonina, derivada de la serotonina.

Mayor susceptibilidad al estrés por una menor capacidad del sistema nervioso para adaptarse a cambios hormonales y emocionales.

CUIDA LA TRIPA, ES EL CEREBRO

Cada vez más estudios refuerzan la idea de que nuestra salud mental comienza en el intestino. Mantener una microbiota equilibrada no solo favorece la digestión, sino que también protege nuestra salud emocional y cognitiva. Los alimentos que elegimos a diario tienen un impacto directo en nuestro bienestar, no solo físico, sino también psicológico.

Invertir en una alimentación rica en fibra, antioxidantes y probióticos naturales, así como evitar productos ultraprocesados, es una de las formas más eficaces de preservar esa conexión poderosa entre el intestino y el cerebro. Y aunque la terapia y la medicación siguen siendo herramientas válidas para tratar trastornos mentales, no debemos subestimar el poder de un intestino saludable como pilar de una mente sana.

La hormona de la felicidad se fabrica en el intestino

Serotonina – Serotonina - SEROTONINA

Uno de los descubrimientos más sorprendentes de la neurogastroenterología es que más del 90% de la serotonina, el neurotransmisor conocido como la “hormona de la felicidad”, se produce en el intestino, no en el cerebro. La serotonina regula el estado de ánimo, el sueño, el apetito y la percepción del dolor, lo que explica por qué muchas personas con problemas digestivos también presentan síntomas de ansiedad, depresión o insomnio.

Además de la serotonina, el intestino también produce otras sustancias fundamentales para el equilibrio emocional y la regulación de la ansiedad y el estrés como son:

• La dopamina.

• El ácido gamma-aminobutírico (GABA).

PARA SABER

CONEXIÓN COMPROBADA 

Según un artículo publicado en Nature Reviews Neuroscience (Cryan et al., 2019), existe evidencia concluyente de que la microbiota regula los circuitos del estrés y la respuesta emocional a través del eje intestino-cerebro.

Neurotransmisores relacionados con el intestino

Neurotransmisor

Porcentaje producido en el intestino

Función principal

Serotonina

90-95%

Regulación del estado de ánimo, sueño

Dopamina

50%

Motivación, placer,

atención

GABA

Parcialmente

Reducción de estrés, control de ansiedad

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