Senado aleja a Dilma Rousseff del cargo de Presidenta de Brasil
Michel Temer asume el reto de gobernar un país dividido hasta el 1 de enero de 2019

Dilma Rousseff, la primera presidenta de Brasil, fue destituida ayer por el Senado en el marco de un cuestionado juicio político y el poder pasó a manos del que fue su vicepresidente y ahora un declarado enemigo político, Michel Temer.
La votación en el Senado tuvo un resultado incontestable, 61 votos a favor de la salida de Rousseff y 20 en contra, con lo que se rebasó con creces la mayoría calificada de dos tercios (54 votos) que era necesaria para despojarla del cargo.
El Senado halló a Rousseff culpable de incumplir la ley de responsabilidad fiscal, por haber modificado los presupuestos vía decreto, sin autorización legislativa, y porque consideraron que el Gobierno tomó créditos de la banca pública, algo prohibido por ley, al demorarse en hacer depósitos a esos bancos.
Durante el proceso, Rousseff negó que esas maniobras configuren irregularidades y también rechazó que ella tuviera cualquier intencionalidad al firmar los polémicos decretos, por lo que consideró todo el proceso en su contra un "golpe de Estado".
La votación estuvo precedida de los encendidos alegatos finales de senadores de ambos lados, que estuvieron cargados de expresiones dramáticas y hasta de insultos.
El senador Lindbergh Faria llamó "¡canallas, canallas, canallas!" a quienes se disponían a votar a favor de la destitución, repitiendo las célebres palabras que profirió Tancredo Neves, uno de los padres de la democracia, cuando el Congreso apoyó el golpe de Estado de 1964.
Le respondió el senador Ronaldo Caiado diciendo que los "verdaderos canallas" son los que "robaron" a la petrolera estatal Petrobras, un escándalo de proporciones gigantescas que salpicó al Gobierno de Rousseff, pero también a varios ministros de Temer.
Rousseff tuvo el alivio de salvarse de la inhabilitación para ocupar cargos públicos durante ocho años, un castigo que suele ir aparejado al cese forzoso de un político, pero que el Senado decidió no aplicarle a la ahora ex mandataria.
La separación de ambas votaciones fue solicitada a última hora por el Partido de los Trabajadores (PT), una moción que fue aceptada por el presidente del Tribunal Supremo, Ricardo Lewandowski, que presidió el juicio político en el papel de garante constitucional, y que causó polémica entre los opositores a Rousseff.
El presidente del Senado, Renán Calheiros, que votó a favor de la destitución de la jefa de Estado, hizo después una airada defensa para mantener los derechos políticos de Rousseff.
Citó un refrán del noreste de Brasil, "además de la caída, la coz", para expresar que no era necesario cebarse con Rousseff una vez consumada su expulsión de la Presidencia.
El propio Presidente del Supremo también trató de enternecer a los senadores, constituidos en jueces de Rousseff, al advertirles que la inhabilitación es un castigo amplio que le impediría incluso trabajar en el "merendero de una escuela pública".
La decisión de separar las votaciones causó gran polémica en el Senado y fue responsable de demorar la sesión con la que se concluyó el largo proceso del juicio político, empezado formalmente el pasado mayo, pero que inició sus trámites en diciembre.
En la votación sobre los derechos políticos, 19 senadores cambiaron de opinión, por lo que no se alcanzó la mayoría calificada de dos tercios: el resultado fue 42 votos a favor de la inhabilitación, 36 contrarios y tres abstenciones.
Rousseff estaba apartada del cargo de forma temporal desde el pasado 12 de mayo, día en el que el Senado votó a favor del inicio del juicio político, y desde esa fecha la Presidencia ha sido ejercida de forma interina por Michel Temer.
Temer concluirá el mandato para el que fue elegida Rousseff, que vence el 1 de enero de 2019, y le cederá el poder al ganador de las elecciones que se celebrarán en octubre de 2018 y a las que aseguró que no pretende postularse.
Temer aguardaba la conclusión del juicio político que finalmente despojó a Rousseff del poder para confirmar su primer viaje al exterior como gobernante de pleno derecho, que emprendió casi de inmediato y tuvo como destino China, sede de la Cumbre del G20.
En el ámbito del Mercosur es que el Brasil de Temer dejó claro cuál será la orientación de su política externa, que apunta a un distanciamiento de los países del arco bolivariano que encabeza Venezuela desde los tiempos del fallecido Hugo Chávez.
Los primeros escarceos de un conflicto por venir surgieron en mayo pasado, cuando Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y Cuba, cada uno a su manera, advirtieron sobre una posible "ruptura democrática" en Brasil por el juicio abierto contra Rousseff.
El Gobierno de Temer respondió de inmediato, saltó a defender la legalidad del proceso y emitió una nota oficial en la que manifestó su "repudio" frente a las posiciones de esos países, a los que acusó de "propagar falsedades".
Junto con Paraguay y Argentina, Brasil lideró el rechazo a que Venezuela ejerza la presidencia del Mercosur, que por orden alfabético le correspondía luego de que Uruguay desistió de seguir con esa responsabilidad a fines de junio pasado, cuando se cumplió su período de seis meses.
Temer pide a sus ministros desmontar la idea de "golpe"
El nuevo presidente de Brasil, Michel Temer, elevado ayer a ese cargo por la destitución de Dilma Rousseff, reunió a sus ministros y exigió que desmonten la tesis del "golpe" defendida por la ahora ex mandataria.
"A quienes les digan golpistas, respondan golpistas son ustedes, que están en contra de la Constitución", porque el proceso contra Rousseff fue hecho "dentro del más estricto marco constitucional", declaró en su primer encuentro con su gabinete tras jurar el cargo ante el Congreso.
Temer recordó que todas las fases del proceso fueron supervisadas por la Corte Suprema.
Más allá de las consideraciones políticas, Temer se refirió a la aguda crisis económica del país y, sobre todo, a los 12 millones de desempleados que se calcula que existen hoy en Brasil.
Pidió a sus ministros que le ayuden a "poner a Brasil sobre los rieles" del crecimiento económico y les advirtió de que ahora ocupan "otra posición", porque el Gobierno ha dejado atrás la condición de interino que tuvo desde el pasado 12 de mayo, cuando Rousseff fue suspendida de sus funciones.
Temer aseguró que, desde que está en el poder, logró tejer una "extraordinaria relación" con el Congreso, a la que en buena medida atribuyó la decisión adoptada por el Senado.
Evo y aliados políticos condenan "golpe parlamentario"
Varios gobiernos y organismos regionales salieron en defensa de Dilma Rousseff y del orden institucional en Brasil ante la destitución de la mandataria, que calificaron como un "golpe de Estado", e incluso Ecuador, Venezuela y Bolivia llamaron a consultas a sus representantes en ese país.
Tras conocerse la decisión del Senado brasileño, América se dividió entre los que rechazaron la medida contra Rousseff y los que como Argentina y Estados Unidos. dijeron que respetan las instituciones brasileñas y expresaron su deseo de seguir trabajando con el gobierno del ya presidente brasileño, Michel Temer.
Venezuela, uno de los fuertes aliados del Gobierno de Rousseff, decidió "retirar definitivamente" a su embajador en Brasil y congeló "las relaciones políticas y diplomáticas con el Gobierno surgido de este golpe parlamentario".
El Gobierno de Nicolás Maduro señaló que la destitución de Rousseff fue hecha bajo "artimañas antijurídicas bajo el formato de crimen sin responsabilidad para acceder al poder por la única vía que les es posible: el fraude y la inmoralidad".
Ecuador llamó a consultas al encargado de negocios de su embajada en Brasil y su presidente Rafael Correa afirmó que la destitución de Rousseff es una "apología" al abuso y la traición que recuerda las "horas más oscuras de nuestra América".
El presidente de Bolivia, Evo Morales, convocó a su embajador en Brasilia y condenó "el golpe parlamentario contra la democracia brasileña. Acompañamos a Dilma, Lula (da Silva) y su pueblo en esta hora difícil".
En Bolivia, la decisión del presidente Morales no fue bien recibida por la oposición. El ex mandatario Jorge Quiroga le pidió que busque tener la mejor relación con la nueva Presidencia, considerando la relación comercial por el contrato de compra venta de gas.
Cuba rechazó "enérgicamente" el "golpe de Estado parlamentario-judicial" contra Rousseff, lo calificó como otra expresión de la ofensiva imperialista contra América Latina y el Caribe y "un acto de desacato a la voluntad soberana del pueblo que la eligió".
Nicaragua condenó "el golpe de Estado parlamentario" contra Rousseff y señaló que con la culminación de ese proceso "se está declarando de muchas maneras la apertura de una etapa difícil para el pueblo brasileño, donde se habla del regreso de las políticas neoliberales".
Mientras, el Gobierno de Argentina manifestó que "respeta" el "proceso institucional" de Brasil y renovó su "deseo" de "continuar" trabajando con el Gobierno de Temer.
En la misma línea, se pronunció Estados Unidos. EFE