Brasil: Lula se atrinchera y desafía orden judicial

El sindicato metalúrgico en el que comenzó su vida política sirve de refugio al ex Mandatario, quien enfrenta una pena de cárcel

Brasil: Lula resiste ingreso a la cárcel

Brasil: Lula resiste ingreso a la cárcel

REFUGIO. El ex presidente Lula da Silva saluda a los militantes del Partido de los Trabajadores (PT) desde la ventana...

REFUGIO. El ex presidente Lula da Silva saluda a los militantes del Partido de los Trabajadores (PT) desde la ventana...

IMPLACABLE. Sergio Moro, durante un foro judicial del caso Petrobras y la operación Lava Jato.

IMPLACABLE. Sergio Moro, durante un foro judicial del caso Petrobras y la operación Lava Jato.


    Brasilia/EFE
    Mundo / 07/04/2018 08:00

    Luiz Inácio Lula da Silva desafió a la justicia brasileña y se atrincheró en el sindicato metalúrgico donde forjó su carrera, en las afueras de Sao Paulo, mientras su defensa libra una frenética batalla para evitar su encarcelamiento.

    Lula optó por el silencio y no quiso aclarar si se entregará en las próximas horas, aunque la Policía admitió que "no hay condiciones" para detenerlo.

    El juez Sergio Moro emplazó a Lula a entregarse hasta ayer y comenzar a cumplir la condena de 12 años que arrastra por corrupción y lavado de dinero.

    Sin embargo, el ex Presidente permaneció durante todo el día recluido en la sede del sindicato metalúrgico, su cuna política, donde se concentraron miles de simpatizantes.

    Las proclamas "no lo van a detener", "vamos a la lucha" y "Lula, guerrero del pueblo brasilero", retumbaron frente a la sede del sindicato.

    Cinco segundos antes de que expirara el plazo, miles de voces entonaron la cuenta atrás mientras Lula continuaba en el sindicato, donde pasó la noche arropado por la cúpula del Partido de los Trabajadores (PT) y de familiares y amigos.

    El PT había anunciado intervenciones públicas del ex presidente, pero Lula no abandonó el edificio y su defensa emprendió una batalla legal contrarreloj para presentar "habeas corpus" en un intento desesperado por evitar su ingreso en prisión.

    Ninguno de los recursos fue aceptado y los abogados llegaron a solicitar una medida cautelar ante el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

    El desacato de Lula no impidió que su defensa avanzara en las negociaciones con la Policía Federal sobre la entrega, según fuentes policiales y próximas al ex Presidente.

    La orden de detención del juez Moro "tiene que ser cumplida", pero "no a cualquier costo", admitió el viernes el presidente de la Federación Nacional de los Policías Federales (FENAPEF), Luís Antônio Boudens.

    En medio de múltiples rumores, la presidenta del PT, Gleisi Hoffmann, rechazó que Lula negocie su entrega.

    "Quiero decir que no son verdades muchas noticias que están dando los grandes medios de comunicación, que hacen campaña contra Lula, y según las cuales hay negociaciones y entregas", afirmó la senadora en un video divulgado por el PT en su página en Internet.

    Aunque durante toda la jornada se multiplicaron las especulaciones, allegados a Lula sugirieron que se niega a ser trasladado a Curitiba, donde el juez Moro dispuso que comience a cumplir su condena, y habría exigido entregarse en Sao Paulo o en Sao Bernardo do Campo, donde cuenta con apoyo popular y tiene además su residencia particular.

    En Curitiba, Moro había dispuesto una celda de 15 metros para el ex Presidente, que no coincidiría con otros reclusos vinculados con la trama de corrupción en Petrobras y cuyas delaciones habrían sido definitivas para su detención.

    Hace semanas que se venía preparando la celda y, con una celeridad poco frecuente en la Justicia brasileña, Moro tardó apenas 20 minutos el jueves en dictar el auto de prisión contra Lula por considerar probado que se benefició de un apartamento en la playa a cambio de favorecer a una constructora con contratos públicos ligados a Petrobras.

    El informe de la Fiscalía que derivó en la detención solicitaba su encarcelamiento inmediato para "frenar la sensación de omnipotencia" y evitar que la "manipulación" de las "masas" alcanzara "niveles que supongan dificultades extremas para hacer valer la ley", según un documento al que tuvo acceso El País Brasil.

    El Fiscal admite en el documento que el proceso contra Lula "es absolutamente singular", por su "exitosa trayectoria de vida, su carisma personal incomparable".

    Lula podría ir a una misa por su esposa

    El ex presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva podría "dormir" en ese lugar y asistir hoy, sábado, a una misa en memoria de su fallecida esposa, dijo ayer un dirigente de su partido.

    "Mañana (hoy) estaremos aquí para asistir a la misa en memoria de Marisa Leticia y creo que es importante que sigamos aquí, solidarios con Lula, porque creo que él va a dormir aquí. Esa es la información que obtuve", dijo a periodistas el ex senador Eduardo Suplicy, del Partido de los Trabajadores (PT).

    Fuentes próximas a la defensa del ex presidente apuntaron también que "no hay una definición final pero es muy posible que la entrega no sea hoy (ayer)" y que las negociaciones que los abogados del ex presidente mantienen con la Justicia durante las últimas horas se retomen.

    El PT anunció que hoy, sábado, frente a ese mismo sindicato, será celebrada una misa en memoria de la esposa de Lula, fallecida en febrero de 2017 y quien mañana habría cumplido 67 años.

    Aunque no fue confirmado oficialmente, otras fuentes del PT también han dicho que Lula pretende estar presente en esa misa y que además se niega a ser trasladado a Curitiba, ciudad del sur del país en la que el juez Sergio Moro, a cargo de la causa, dispuso que comience a cumplir la pena.

    La Policía Federal, sin embargo, ha dicho que mantiene abierto un canal de "diálogo" con el ex presidente y con sus abogados, a fin de que la entrega se realice sin conflictos.

    Sergio Moro, el joven juez que polariza a los brasileños

    Sergio Moro, el juez que dictó un auto de prisión contra el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva y el responsable de destapar el mayor escándalo político en la historia de Brasil a través de la "Operación Lava Jato" (lavado de autos), es una figura pública que polariza a Brasil.

    De un lado se encuentran los que aplauden la gestión de este abogado –prácticamente desconocido hasta hace tres años– por enfrentar a la clase política y a la elite empresarial al investigar una red de sobornos con fondos públicos de Petrobras.

    Pero también hay quien lo acusa de actuar de manera "populista" y parcial en la investigación del caso de corrupción y lavado de dinero que involucra a decenas de figuras públicas de Brasil.

    Un sector de la izquierda considera que persiguió con saña a los políticos del Partido de los Trabajadores (PT), al que pertenecen Lula y Dilma Rousseff, mientras que eludió las acusaciones que apuntan al Partido Social Demócrata de Brasil (PSDB), el principal grupo de la derecha.

    El ex presidente llegó a decir que el auto de prisión que Moro redactó en su contra –en apenas 20 minutos– es "absurdo" y responde al "sueño" del juez de verle en la cárcel "por un día".

    Muchos creen que Moro quiere ser la versión moderna del juez Giovanni Falcone, asesinado por la mafia en 1992 y que tuvo a su cargo la operación "Manos limpias", un proceso que revolucionó a la clase política italiana en los 90 y que aplicó las técnicas de "delación premiada" que también empleó el magistrado brasileño.

    Este abogado de 45 años que ya era considerado un experto en casos relacionados con lavado de dinero, saltó a la fama en 2014 con la "Operación Lava Jato", que cobró una dimensión inédita en Brasil por el desvío de más de 4.000 millones de dólares en fraudes con Petrobras.

    Cuando asumió la investigación, Moro ya era conocido en círculos judiciales porque se había ocupado de casos mediáticos, como el Banestado, que en 2003 terminó en prisión para un centenar de acusados.

    La "Lava Jato" proyectó su figura tanto dentro como fuera de Brasil hasta el punto de que apareció en la lista de las 100 personas más influyentes del mundo de la revista "Time" en 2016 y entre los 50 líderes con mayor influencia de Fortune.

     

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