Kiev sella ruptura eclesiástica de tres siglos con Moscú
La Iglesia Ortodoxa de Ucrania se desligó de la de Rusia, un vínculo que databa desde 1686
Una ceremonia solemne en la catedral ortodoxa de San Jorge de Estambul, la histórica Constantinopla, selló ayer la ruptura eclesiástica entre Kiev y Moscú luego de 333 años y estableció la decimoquinta Iglesia Ortodoxa autocéfala, la de Ucrania.
El patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, presidió el acto junto al metropolitano de Kiev, Epifanio, que fue elegido hace unos meses por parte de obispos ucranianos que quisieron escindirse del Patriarcado de Moscú.
La delegación ucraniana estuvo encabezada por el presidente de Ucrania, Petró Poroshenko, quien acudió con su esposa y numerosos sacerdotes y políticos, entre ellos el ex mandatario Viktor Yúshchenko.
Tras un solemne recibimiento coral a Epifanio, los dirigentes eclesiásticos colocaron en una mesa de la iglesia el “tomos” (decreto), un pergamino escrito en griego que certifica la independencia de la Iglesia de Ucrania.
En octubre pasado, Bartolomé había revocado el “tomos” de 1686 que vincula las iglesias de Kiev al patriarcado de Moscú.
El dirigente ecuménico estampó su firma en el pergamino, que será entregado hoy, domingo, al nuevo líder eclesiástico ucraniano, durante la misa que celebra la Epifanía, con su tradicional bendición de las aguas del Cuerno de Oro.
El acto contó con el frontal rechazo del Patriarcado de Moscú, que lleva tiempo enfrentado con el patriarca ecuménico de Constantinopla.
El arzobispo Ilarión, jefe de relaciones exteriores de la Iglesia Ortodoxa rusa, comparó la situación con el Cisma de Oriente y Occidente de 1054 y advirtió que el conflicto actual puede prolongarse "por decenios e incluso siglos".
Epifanio rechazó las acusaciones de que buscar la autocefalia se deba a motivos políticos y afirmó que su país "iba en esa dirección durante los últimos 30 años".
La búsqueda de la independencia se intensificó tras la anexión por parte de Rusia de la península ucraniana de Crimea en 2014 y el apoyo de Moscú a milicias separatistas en el este de Ucrania.