"Ninguna de las decisiones que toman los líderes es exclusivamente de carácter nacional"
El doctor Omar Bula-Escobar, experto en geopolítica internacional, habla de cómo quedó el mundo tras las elecciones –censura mediática incluida– en EEUU
El doctor Omar Bula-Escobar, experto colombiano en geopolítica internacional, en la siguiente entrevista que le hizo Correo del Sur Radio FM 90.1, habla de los nuevos paradigmas ideológicos y de cómo quedó el mundo después de las elecciones –censura mediática incluida– en EEUU.
P. ¿Debemos pensar el mundo en función a los paradigmas de izquierda y derecha o de conservadores y progresistas?
R. La primera cosa: América Latina (AL) es muy parroquial, mira mucho hacia dentro. Son países muy grandes, con mucha dinámica interna, pero esto es muy ajeno a lo que pasa fuera de sus fronteras. Eso conlleva a lo que vemos ahora, que está todo el mundo en AL: aquí está Irán, Turquía, China, Rusia; AL recibe a todos y desafortunadamente lo único que está enviando al exterior, de gran valor, es la droga; no estamos muy bien en ese sentido, somos muy parroquiales, las batallas son siempre entre los candidatos internos, el partido X, el partido Y.
La gente tiene que entender que todas las dinámicas nacionales el día de hoy son afectadas directamente por la agenda global. Ninguna de las decisiones que toman los líderes de los países es exclusivamente propia y de carácter nacional. Todas las decisiones, y sobre todo en los últimos 20 años, cuando se ha globalizado tanto el planeta –y la política también se ha globalizado– tienen algún tinte que viene del exterior… ¿Qué nos limita en este sentido? La información, más que todo, un monopolio mediático global muy bien manejado a nivel regional en AL, en el cual básicamente nos hacen concentrarnos sobre nosotros mismos y sabemos muy poco sobre lo que pasa fuera.
Hay estudios sobre la cobertura de los grandes medios a nivel global y nosotros estamos muy cerca del África en términos de las noticias que llegan o que nos generan los periódicos locales en cuanto a lo que pasa en el exterior.
Ahora bien, los paradigmas han cambiado, yo tengo una serie que se llama “Los paradigmas del siglo XXI” en mi canal de YouTube. Un paradigma es un modelo de pensamiento, y AL se ha anquilosado, se estancó en el siglo pasado mientras que el mundo avanzaba por otros rumbos. Nosotros todavía estamos hablando del “imperialismo yanqui”, cuando ya no está solo el “Tío Sam” sino también el “Tío Chang”, de la China, donde hay otros imperios y seguimos en una lucha de izquierda y derecha anacrónica en muchos sentidos, porque hoy vemos nuevos paradigmas.
Uno de los paradigmas más claros y que salió a la superficie sobre todo en las elecciones de EEUU fue el del nacionalismo contra el globalismo. El nacionalismo, que defiende el Estado-nación, con su soberanía, con su cultura y su gente y sus fronteras, y el globalismo que pretende el mundo sin fronteras con un gobierno de carácter más global, dirigido sobre todo por organizaciones multilaterales.
La derrota de Trump en EEUU implica que el nacionalismo perdió una batalla; no la guerra, pero perdió una batalla. La izquierda y la derecha nunca van a desaparecer, simplemente pierden intensidad a través del tiempo. El hecho es que en este momento es muy confuso el debate porque el globalismo, por ejemplo, que se identifica más con la izquierda internacional, es un movimiento de uno de los mayores capitalistas, de los más salvajes capitalistas del mundo financiando a la izquierda; o sea que desde el punto de vista teórico, hay unas contradicciones fundamentales. Los capitalistas, aquellos contra los que tanto lucha el socialismo, son los que los están financiando.
Esos son fenómenos nuevos, ya no son los mismos actores, ya no es la Unión Soviética contra occidente; Cuba fue la que nos hizo quedar en ese paradigma del pasado y por eso estamos tan atrasados políticamente e inclusive en la academia, en todos los ámbitos. Estamos trabajando en un paradigma de hace 40, 50 años, todavía se cita al Che Guevara y a Camilo Torres, cuando estos eran personajes de la Guerra Fría, donde estaban dos grandes bloques: la Unión Soviética y Occidente, que se enfrentaban, y eso ya pasó.
P. ¿Y qué nos dicen los nuevos paradigmas?
R. Estamos 20 años dentro del siglo XXI y tenemos una revolución tecnológica enorme que globalizó no solamente la política, la cultura, la sociedad, etc. Y tenemos nuevos paradigmas…
Hay que trascender, hay que subir un peldaño y ver qué ofrecen las nuevas propuestas. Qué ofrece el nacionalismo: un movimiento más conservador en el sentido, primero, de mantener el Estado-nación como unidad administrativa a nivel global; estamos divididos en naciones, pero también la cultura occidental, la cultura judeocristiana, la familia, eso que mucha gente quiere conservar porque cree que son logros que se han hecho durante los últimos 60 años. No se trata de ‘conservadores’ en sentido de no cambiar, se trata de conservar los logros que hemos tenido hasta el momento.
El globalismo, pues, es lo contrario: se opone a la familia, se opone en gran parte a la religión y en gran grado a la cultura occidental; y ahora tenemos en EEUU uno de sus mayores representantes en el señor Biden.
P. ¿Cómo quedó EEUU después de las elecciones?
R. Hagamos un inventario rápido. No querían a Trump, ya no tienen a Trump ahí, por el momento por lo menos. EEUU, si uno le toma foto hoy, es un país quedó dividido en dos, con una mitad insatisfecha profundamente, porque no confió en la integridad del proceso electoral; que la gente crea que hubo o no fraude, eso poco importa, porque cada una de esas 75 millones de personas sí cree que lo hubo; se perdió la confianza en las instituciones: en la Justicia, en el Legislativo, en el Ejecutivo, aunque la prensa diga lo contrario. No olvidemos nunca este fenómeno mediático que está del lado del globalismo y constituye un monopolio global, o sea que todo lo malo que dijeron sobre Trump, no dirán lo mismo sobre Biden quien se convertirá, por lo menos a través de la prensa, en una especie de héroe.
(…) Ya se han tomado una serie de decisiones inmediatas; a pesar de que el presidente Biden habla de unión, decisiones muy divisivas en el día uno como la cancelación del (oleoducto) Keystone XL, que es el petróleo que fluye desde Canadá a través de EEUU hasta Texas, como parar de construir el muro, que les guste o no les guste –también eso no es cuestión de gustos o disgustos– ha tenido unos resultados enormes en términos de reducir el tráfico de drogas, de armas y de personas en la frontera sur. Nunca se han visto estas cifras; bueno, si quieren pararlo, ellos son globalistas y tienen una política de fronteras abiertas, de ahí que todos nuestros países –si no me equivoco Bolivia también, no estoy muy seguro pero estoy casi seguro– firmaron el pacto global de migración, y eso es lo que vamos a ver ahora, una implementación de un nuevo sistema que poco a poco va a erosionar la soberanía de nuestros países y va a transferir esa pérdida de soberanía a instancias más altas que tomarán decisiones por nosotros. En otras palabras, si uno lo piensa, el ciudadano está cada vez más lejos de las decisiones (…)
Uno puede tener cinco PHDs, si no se ha dado cuenta de que existe un fenómeno estructural de medios de comunicación y de manipulación mediática a nivel global, pues, obviamente no está bien informado y sus opiniones no están basadas sobre información completa por lo menos…
P. Usted que denuncia el monopolio mundial de medios e internet, ¿qué podemos esperar a futuro luego de esta censura que es innegable, indistintamente de la simpatía o antipatía que uno pueda tener respecto a Trump?
R. Lo primero que tenemos que hacer como ciudadanos es madurar y no celebrar que censuren a otros. La prensa colocó tanto odio sobre Trump por múltiples motivos, no solo por Trump como persona sino por lo que él representaba sobre todo, que muchísima gente de todos los ámbitos de la sociedad llegó inclusive a aplaudir la censura a Trump; esto es como dispararse uno en el pie, una especie de harakiri. Celebrar la censura de cualquier persona es falta de madurez democrática, y tiene que ver mucho con este factor de información (…) la prensa manipula muchísimo la opinión y de alguna manera hace que las causas de otros se diluyan, porque, como yo decía hace unos días, usted es una persona que odia a Trump porque la prensa lo convirtió en un monstruo, y tal vez usted es una persona que no esté de acuerdo con la migración indiscriminada, con el aborto, con algunas ideologías extremas de género que se están implementando, pues si usted odiaba a Trump se equivocó, porque ahora que no está, esas políticas tienen el camino abierto; lo que quiero decir es que muchas personas por el simple odio a Trump, generado por la prensa, olvidaron sus propias causas, y ahora van a ver qué era lo que representaba Trump, no lo que era Trump; Trump representaba la Constitución, la tradición judeocristiana, la cultura occidental, entonces la gente seguramente no vio eso, estaba tan concentrada en el oído del personaje que se le olvidaron sus propias causas. Ahora tendrá que enfrentar con la nueva presidencia, que además tiene deudas con todo el mundo (…) En este momento la democracia de EEUU está resquebrajada. Les guste o no, quien ha defendido la democracia los últimos 60 años a nivel planetaria son los Estados Unidos de América; si la democracia de los Estados Unidos de América se cae, se caen muchas democracias conjuntamente.
“No hay mal que por bien no venga”. Esa censura fue tan descarada que hasta los no trumpistas dijeron “¿qué está pasando?”. No toda la gente más magnánime inclusive, líderes europeos: Angela Merkel… ella fue la primera en hablar, pero varios líderes se pronunciaron en contra de la censura o medidas que tomaron muchos países a nivel legal, como Rusia, para evitar que este tipo de cosas pasara. Pero cuando digo que “no hay mal que por bien no venga” porque lo que hicieron fue sacar a la luz su poder mediático y su poca adherencia a los principios democráticos y a la libre expresión; se alcanzó a resquebrajar ese monopolio en términos de confianza.
P. ¿Qué significa la llegada de Biden a la Presidencia de EEUU para nuestra región, que como usted dice es muy parroquial?
R. (…) No solo tenemos el problema del parroquialismo, sino otro problema y es el de creer que somos inmunes a todo. Yo creo que Bolivia lo tiene menos que Colombia, y Venezuela definitivamente no lo tiene; creemos que las cosas solo pasan en otras partes y no en nuestros países, creemos que las situaciones no cambian de blanco a negro de un día para otro como lo hicieron en Siria, como lo hicieron en Zimbabue, y ni siquiera creemos cuando tenemos a Venezuela en nuestra propia región y vemos que los cambios pueden ser atroces, de lo mejor a lo peor, nada en la mitad. O sea que entre parroquialismo y ese sentimiento de inmunidad, nos están devorando, acompañados además por medios globales que nos han inundado la región; hay muy pocos medios, contados yo creo que con los dedos de una mano, que pueden mostrar la verdad completa. No se trata de solamente una tendencia diferente… la gente quiere la verdad completa, porque en democracia se decide y se opina en base a la verdad completa.