Un ataque estadounidense transforma en pesadilla la vida de una familia siria
Un ataque aéreo con drones impactó contra un automóvil particular que circulaba por una carretera

Ahmad Qassum y su familia volvían de pasar unos días en casa de unos familiares el viernes cuando su automóvil fue objetivo, por error, de un ataque estadounidense que tenía por blanco a un lider del grupo yihadista Al Qaida en Siria. La familia terminó herida, en un mar de sangre y ahora quiere una compensación.
"Circulaba una motocicleta delante nuestro, y cuando intenté pasarla (...) justo comenzó un ataque aéreo", indicó a la AFP Ahmad, de 52 años, desde la casa familiar de su esposa en Al Rami, poblado de la región de Jabal al Zawiya, en el sur de Idlib.
Tras el ataque, el auto se convirtió en una "barca de sangre". Su esposa y cuatro hijos sufrieron heridas. Mahmud, de nueve años, aún se encuentra en cuidados intensivos.
El Pentágono confirmó haber lanzado un ataque con drones, el viernes, contra un "alto miembro" del grupo Huras al Din (Guardianes de la Religión), rama siria de Al Qaida.
El 3 de noviembre, Washington anunció que había abierto una investigación sobre un ataque aéreo perpetrado el 18 de marzo de 2019 en el cual murieron civiles en Baghuz, por entonces último bastión del grupo Estado Islámico (EI) en Siria. Este anuncio tuvo lugar dos semanas después que el New York Times acusara a las fuerzas armadas de intentar esconder que hubo víctimas civiles.
Desde que la coalición internacional comenzara sus operativos en Siria e Irak contra el EI, en 2014, "al menos 1.417 civiles fueron accidentalmente abatidos en sus bombardeos", indicó un informe conocido en agosto.
Sin embargo, expertos consideran que el número de víctimas es mayor.
"Indemnización"
"¿Qué hicimos para ser blanco de un avión estadounidense?", pregunta este hombre, exasperado. Responsabiliza a Estados Unidos, solicita "una indemnización (...) y que quienes nos atacaron sean juzgados".
La familia regresaba a su hogar en Afrin (al norte de Alepo), ciudad en la que se refugiaron hace un par de años.
Con el móvil permanentemente entre sus manos, responde a decenas de mensajes y llamadas, para tranquilizar a familiares y amigos, sin olvidar a aquellos que se acercan a su casa o al hospital para animarlos.
Ahmad visita frecuentemente el hospital de la Sociedad médica sirio-estadounidense en Idlib, donde Mahmud es tratado. Pregunta a los médicos sobre la salud de su hijo y le sostiene el teléfono para que hable con una hermana que reside en Turquía.
En la sala de cuidados intensivos, Mahmud yace en una cama, cubierto con una sábana. En la mitad de su rostro pueden verse heridas de esquirlas.
"No comí nada durante los tres días que Mahmud pasó en coma", dice Ahmad. "Mahmud es más precioso que mi alma, es muy mimado. Él es todo para mí".
El doctor Ahmad Al Bayush, que supervisa el tratamiento de Mahmud, explica que la salud del niño "mejoró hoy y se encuentra estable", pero "aún continúa en cuidados intensivos".
El resto de la familia sufrió heridas de diverso grado, entre leves y graves.
En la casa Fátima Qarquh, de 47 años, esposa de Ahmad, se encuentra tumbada en una modesta habitación; le cuesta respirar, moverse y hasta hablar. Su rostro esta cubierto de suturas y moretones, en tanto sus pies enyesados están sujetos con alambres.
Aún no ha podido recuperarse de la tragedia sufrida: "¿Qué hemos hecho para que el avión nos bombardease a mis hijos y a mí?", murmura enojada: "Felizmente, nadie murió, pero fuimos heridos gravemente y perdimos nuestro auto".