Una maestra boliviana, el sueño americano y el drama de Uvalde
El 12 de abril, en su escuela hubo un ataque con cuchillo; murió un adolescente
Ana Karina Gresty es Ana Karina Villarroel. Adoptó el apellido de su esposo al casarse y adquirir la ciudadanía estadounidense. Vive en Kansas City, Missouri. Emigró al país de norte hace más de dos décadas y hoy enseña matemáticas a niños de distintas nacionalidades en la Escuela Intermedia Northeast (NEMS).
Se quiebra en llanto al recordar lo ocurrido en la primaria Robb de la localidad texana Uvalde, donde el 24 de mayo un adolescente de 18 años protagonizó un terrible tiroteo: mató a 19 niños y a dos maestras. Pero los episodios violentos y fatales no le son ajenos a esta cochabambina que ora mucho y siempre se encomienda a Dios.
Las profesoras Irma García y Eva Mireles ya no están, aunque Karina –que no las conoció en persona ni trabajó con ellas– está segura de que hicieron todo lo posible por salvar a los niños y niñas. Hoy, en vísperas del Día del Maestro en Bolivia, le cuenta a CORREO DEL SUR cómo vive, todo lo que le costó alcanzar el sueño americano y analiza lo difícil que es educar en los tiempos actuales.
“Ningún lugar ya es seguro: ni la escuela, ni la iglesia, ni la gasolinera... Parece que tienes que estar girando la cabeza sobre el hombro para ver si alguien está por ahí...”. Esta maestra de espíritu aventurero, un día de noviembre de 1999, hizo maletas y emigró a Estados Unidos sin saber hablar inglés.
No puede con las lágrimas hasta en cuatro momentos a lo largo de la entrevista vía Zoom. Es que además de educar a niños de Afganistán, Congo, Italia y de varios lugares de habla hispana, también es madre de dos hijos jóvenes y de una niña en edad escolar. Los cada vez más frecuentes episodios de violencia descarnada están convenciéndola de que “tenemos que aprender a vivir con el miedo”.
Gresty explica a este periódico que es fin del año escolar en EEUU. Dice que la matanza en la primaria Robb ocurrió en una jornada dedicada a premiar a los alumnos más destacados del ciclo; en efecto, había una ceremonia en la primaria ese día. Pero las sonrisas y selfies se convirtieron en una película de terror...
“No me imagino a las maestras de Uvalde, cómo pasaron ese día de celebrar a escuchar los disparos...”.
Cree que sus colegas de esa escuela dijeron: “Todos sentados, vamos a ver una película”. Pero ocurrió lo impensado.
“Una de las maestras que habló, dijo: ‘apenas escuchamos el disparo entramos en lockdown’. Es así, los niños ya lo saben: todos al suelo, en la esquina.
Lockdown es una alerta que se aplica en los centros educativos de EEUU y de otros países. Consiste en ponerse a buen recaudo dentro de un aula ante imprevistos, como la aparición de una persona extraña.
Esta maestra boliviana cuenta que antes del inicio del año escolar y durante toda la gestión realizan simulacros para prepararse ante eventos que pongan en peligro la seguridad de la comunidad educativa. El lockdown (del inglés, 'confinamiento') implica asegurarse dentro de un aula, en una esquina, al suelo, sin emitir sonidos y con las luces apagadas.
“Creo que los (niños) que se salvaron (en la matanza de Uvalde) fue por eso, porque un niño dijo luego a los periodistas ‘tenía la mesa con un mantel negro y me oculté’”, dice Gresty. Y sabe de lo que habla. An abril, en NEMS (Northeast Middle School) realizaban un simulacro de lockdown, pero ocurrió una tragedia.
EN CARNE PROPIA
Esta profesora de tez trigueña asegura en primera persona que un evento tan traumático es difícil de manejar.
Es “estar en una incertidumbre, tratar de cuidar a esos niños que no son tus hijos, pero que sabes que tienen unas familias; que piensas que si tu hija está en esa posición, quieres que la maestra la cuide. La verdad, para mí, ha sido muy doloroso”, trata de explicarse, apenada.
Lo que pasó en Uvalde y a 884,8 millas (1.420 kilómetros) de distancia, en Kansas City, son apenas muestras de la violencia que se vive hoy en todo el mundo, especialmente en Estados Unidos.
MASACRE EN TEXAS
El 24 de mayo, Salvador Ramos, de 18 años, abrió fuego en la Escuela Primaria Robb, en Uvalde, Texas, matando a 19 niños y dos maestras; hirió a otras 17. El caso volvió a abrir el debate de la permisión de la compra y manipulación de armas de fuego en Estados Unidos.
Ana Karina Gresty
Maestra boliviana en Estados Unidos
Queda orar por ellos, por los que se han ido y por los que han sobrevivido; orar por que sus imágenes desaparezcan, se desvanezca ese sufrimiento, esa angustia. Les queda mucho por adelante“.
Acuchillado y muerto en la NEMS
La Escuela Intermedia Northeast (NEMS: Northeast Middle School) todavía digiere el trauma por un hecho violento ocurrido hace poco más de un mes. Ana Karina Gresthy lo vivió en carne propia junto a otra maestra y su clase, niños de séptimo y octavo curso con edades de entre 12 y 14 años.
Una alerta de “lockdown” que empezó como simulacro programado coincidió con el ataque con cuchillo de un adolescente hacia otro. Eran las 9:30 del martes 12 de abril.
“Cuando sonó la alarma, primero dijeron ‘its a lockdown’, pero algo sonó raro en la voz de la secretaria. A los dos minutos, escuchamos las sirenas y la ambulancia, una tras otra, y no vino el de seguridad a forcejear la puerta, entonces nos pareció raro. Una maestra mandó un mensaje y dijo ‘algo pasó’. Siete minutos después, la Policía había tomado la escuela”, cuenta la boliviana a CORREO DEL SUR.
Todos en el aula eran presas de pánico. Con el paso del tiempo les confirmaron el acuchillamiento. No fue hasta el mediodía que pudieron ser evacuados de sus aulas y de la escuela.
“Es triste saber que uno de tus estudiantes no está más contigo, que hay tanta maldad en el corazón de alguien. ¿Qué le dices al día siguiente al resto?, ¿cómo tienes que ser fuerte? Porque tú eres la persona adulta, ellos ven que están, que tú eres la que tiene que tomar alguna decisión”, dice llorando.
No conocía al atacante, pero sí fue maestra de la víctima.
El informe oficial de las autoridades da cuenta de que Manuel J. Guzmán, de 14 años, murió luego de sufrir múltiples puñaladas de otro estudiante cuyo nombre no fue revelado y ahora enfrenta cargos de asesinato en primer grado, acción criminal armada y uso ilegal de un arma.
“(Manuel) era un niño lleno de vida, deseoso de vivir, involucrado en deportes, inquieto, travieso, detrás del celular, con juegos pero nada malo, nada para decir que era un niño problemático o con problema de depresión”.
El adolescente muerto era el único hijo de su familia.
Gresthy no puede con su llanto, pero alcanza a contar lo difícil que fue ese día y la semana posterior en la escuela. Y peor en su casa, donde era un mar de lágrimas y por eso hasta le aconsejaron que dejara la escuela.
“No pude no volver, porque ya iba a terminar el año y ¿cómo dejar a mis estudiantes?, ¿cómo abandonar el barco cuando se está hundiendo? No creo que sea correcto”, cierra.
Pero antes ella le pregunta a este diario “¿qué hace una maestra al día siguiente?”. Y se responde a sí misma: “Uno terminó con la vida del otro (alumno) y él terminó con la suya. Nunca va a ser igual…”.
“En dos años más voy a ser su jefa, yo no he venido a esto...”
“Nunca me imaginé cuan diferente era el mundo afuera, no me preparé para todo lo que era EEUU. Entonces, cuando llegué, para mí, fue como nacer de nuevo”, dice Ana Karina Gresty al recordar cómo comenzó su sueño americano, en noviembre del año 1999.
Siendo maestra titulada en Bolivia partió al país del norte sin saber una palabra en inglés. Y empezó de abajo, en la cocina de locales de comida rápida.
Entre risas cuenta que una salvadoreña la reprendió porque no era ágil al despachar hamburguesas.“‘Las de tu país no hacen las cosas rápido’, y se enojó y me empezó a gritar. Entonces le dije: ‘Mire, señora’ –ella trabajaba hace nueve años y me empezó a enseñar– ‘no voy a estar nueve años haciendo lo mismo. En dos años más voy a ser su jefa, porque yo no he venido a esto’”.
Karina trabajaba y estudiaba inglés por su cuenta, tenía que aprender el idioma para comunicarse. Luego se casó con un norteamericano, que se hizo cargo de los gastos de la vida en familia y... vinieron los hijos.
¿Se cumplió tu sueño americano? “Sí, tengo que dar gracias a Dios porque él me dio todo lo que le pedí y como se lo pedí: cumplí mi sueño americano, aprendí el idioma, parte de esta cultura, tengo una familia, gracias a Dios estoy saludable, ¿qué más le puedes pedir a Dios? ¿Qué sueño más puedes tener?”.
ENSEÑAR AHORA
Esta cochabambina dice que educar a los jóvenes de hoy en día es muy difícil, pues la tecnología es un “arma de doble filo”. Si bien puede ser una gran aliada, abre un mundo de peligros, sobre todo con los juegos en línea, “donde matar no es nada”.
Karina cierra la entrevista con un convencimiento pleno: “Los maestros tenemos que ser fuertes, continuar con nuestro propósito de servicio, ayudar siempre a que se cambien las ideas desde los cimientos”.