Al borde de una carretera que atraviesa Antakya, decenas de globos rojos están amarrados sobre las ruinas como último regalo para los niños muertos en el terremoto que el 6 de febrero devastó el sur de Turquía.
“Aquí murieron tres niños. Tenían un año y medio, cuatro y seis años”, cuenta Ogun Sever Okur, diseñador del proyecto.
El efecto es sorprendente. Los pequeños y frágiles globos contrastan con el gris monocromo de la montaña de escombros de lo que una vez fue vez un reciente edificio color beige de nueve pisos.
Más de 42.000 personas murieron en Turquía a causa del terremoto del 6 de febrero, cifra que asciende a 46.000 si se suman los que murieron en Siria, país vecino.
Las autoridades no especificaron cuántos niños perecieron. Derya Yanik, la ministra de la Familia, informó que 1.314 de los 1.858 niños descubiertos solos después del terremoto fueron entregados a familiares.
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