León XIV asume el papado y llama a construir la paz
“Vengo a ustedes como un hermano”, manifestó el Sumo Pontífice ante la multitud presente

León XIV inauguró este domingo su magisterio con una misa en que le fueron impuestos los símbolos del poder papal, el palio y el Anillo del Pescador, y en la que pronunció un encendido llamamiento a la unidad en la iglesia y la paz en un mundo marcado por “demasiado odio y prejuicios”.
La jornada comenzó con el primer paseo del nuevo pontífice a bordo del papamóvil, recorriendo la plaza de San Pedro y toda la Vía de la Conciliación para saludar a las cerca de 200 mil personas que llegaron a las inmediaciones vaticanas para acceder a la ceremonia.
Después, accedió a la basílica para rezar ante el lugar donde, según la tradición, fue enterrado el apóstol Pedro, bajo el gran baldaquino de Bernini.
LA CONMOCIÓN DEL PAPA
En ese preciso lugar le fueron también colocados los dos símbolos del poder pontificio: el palio, una estola de lana blanca que se pone sobre los hombros del papa, como una oveja sobre su pastor, y el Anillo del Pescador que llevará hasta su muerte o renuncia.
León XIV rezó en silencio en este sugestivo lugar y ante los símbolos que lo representarán. Después procesionó con su báculo pastoral hasta la plaza, acompañado por una larga fila de clérigos encabezada por los diáconos que alzaban el Evangelio.
La misa de inicio del ministerio petrino de León XVI se celebró en la plaza, a los pies de la basílica vaticana, ante miles de fieles y autoridades y representantes de 150 países y organizaciones.
Con todos ellos como testigos, el nuevo papa recibió sobre sus hombros el palio, decorado con seis cruces negras de seda y enganchado con tres alfileres que evocan los clavos de Cristo.
Después, el cardenal filipino Luis Antonio Tagle colocó en su mano derecha el Anillo del Pescador, de oro y que representa a San Pedro con las redes, como el pescador de la fe.
Un mensaje por la paz y unidad
León XIV pronunció después su homilía en la que reconocía el alto peso de la misión que le fue encomendada el pasado 8 de mayo, tras el cónclave que le eligió sucesor de Francisco y cabeza de una iglesia con alrededor de 1.400 millones de fieles en todo el mundo.
“Fui elegido sin tener ningún mérito y, con temor y trepidación, vengo a ustedes como un hermano”, confesó.
El nuevo papa planteó una iglesia unida en la que su líder “nunca debe ceder a la tentación de ser un líder solitario” y que ejerza de “fermento para un mundo reconciliado”, máxime cuando, advirtió, el mundo vive “demasiadas heridas causadas por el odio, la violencia, los prejuicios, el miedo a lo diferente, por un paradigma económico que explota los recursos de la Tierra y margina a los más pobres”.
Ante este contexto, su idea de “construir un mundo nuevo donde reine la paz” resonó con fuerza en la plaza.