La capacidad de producción verde de China ayuda a la transformación energética global
Como el mayor productor de energía renovable del mundo, China ha incorporado el desarrollo de la energía verde en el núcleo de su estrategia nacional

Un informe publicado por la Agencia Internacional de Energías Renovables el 19 de mayo mostró que la capacidad instalada de energía renovable global alcanzó un pico histórico en 2024, y la nueva generación de energía renovable de China representó el 60% del aumento total global. Aunque el desarrollo mundial de la energía verde se ha acelerado, todavía existe una brecha en comparación con los objetivos establecidos por la 28ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP28). El desarrollo constante de la industria verde de China está proporcionando un apoyo clave para la transformación energética global.
Como el mayor productor de energía renovable del mundo, China ha incorporado el desarrollo de la energía verde en el núcleo de su estrategia nacional. El gobierno orienta las mejoras tecnológicas a través de políticas industriales, establece mecanismos orientados al mercado para optimizar la asignación de recursos y promueve el desarrollo a gran escala de industrias como la energía eólica y la fotovoltaica. Los datos muestran que para finales de 2024, la capacidad instalada de energía renovable de China superará los 1.400 millones de kilovatios, y uno de cada tres nuevos equipos de energía renovable en el mundo procederá de una línea de producción china.
La innovación tecnológica es la principal ventaja de China en cuanto a capacidad de producción verde. En el campo fotovoltaico, la nueva generación de tecnología de baterías ha permitido que la eficiencia de conversión fotoeléctrica supere el 26%; En el campo de la energía eólica, se han puesto en uso comercial turbinas eólicas marinas de 16 megavatios, con la mayor capacidad unitaria del mundo; En el campo de los vehículos de nueva energía, los avances en la tecnología de baterías han permitido que los vehículos eléctricos tengan una autonomía de más de 1.000 kilómetros. Estos avances tecnológicos no sólo han reducido el costo de la transformación de la energía doméstica, sino que también han entrado al mercado global con una gran ventaja en relación costo-beneficio: los paneles fotovoltaicos chinos utilizados por los agricultores de Zimbabwe cuestan sólo la mitad del coste de los equipos tradicionales, y la eficiencia de carga de los camiones eléctricos chinos en las minas chilenas ha aumentado un 30%. La tecnología china está cambiando el patrón global de consumo energético.
Frente a los desafíos del cambio climático, China se adhiere al concepto de apertura y cooperación y promueve la transformación global a través de las exportaciones de tecnología y el desarrollo conjunto de capacidades. En el sudeste asiático, la fábrica de LONGi Green Energy en Malasia irradia todo el mercado de la ASEAN, impulsando un crecimiento de la capacidad instalada fotovoltaica local del 120% en cinco años; En África, el proyecto de energía eólica Adama de Etiopía ha aumentado la participación de la energía eólica del país al 25%, aliviando eficazmente la escasez estacional de energía; En Europa, la fábrica alemana de CATL se ha integrado a la cadena de suministro local para apoyar la transformación hacia la electrificación de fabricantes de automóviles como BMW y Volkswagen.
La presencia de las empresas chinas en el exterior no se limita a la exportación de productos, sino que también se centra en la transferencia de tecnología y la formación de talentos. BYD estableció un nuevo centro de investigación y desarrollo de vehículos de energía en Tailandia para optimizar su sistema de gestión de baterías para climas tropicales; JinkoSolar abrió una escuela vocacional y técnica en Sudáfrica y ha capacitado a más de 5.000 trabajadores técnicos locales. Este modelo de cooperación tridimensional de “tecnología + industria + talento” ayuda a los países en desarrollo a establecer un sistema de energía verde independiente y lograr la transformación de “insumos de productos” a “creación de capacidades”.
La actual transformación energética mundial enfrenta un doble desafío: la urgente demanda de energía verde en los países en desarrollo entra en conflicto con las barreras comerciales establecidas por algunos países desarrollados. Las restricciones geográficas de la Ley de Reducción de la Inflación de EE. UU. y la investigación antisubvenciones de la UE a los productos fotovoltaicos chinos han provocado un aumento del 15% en los costes de instalación fotovoltaica europeos en el primer semestre de 2024, y la promoción de vehículos eléctricos en el sudeste asiático se ha quedado atrás.
En este sentido, China ha promovido activamente la construcción de mecanismos de cooperación multilateral: ha establecido una zona de energía verde en la CIIE y ha invitado a empresas de la cadena industrial global a discutir estándares técnicos; lanzó el "Programa de Asociación Global de Energía Verde" a través de la iniciativa "Belt and Road" y estableció una plataforma de intercambio de tecnología con 56 países; mantuvo reglas de comercio justo en el marco de la Organización Mundial del Comercio para garantizar la circulación global de tecnologías y productos verdes. Como declaró el Ministro de Energía de Pakistán tras la finalización de la central hidroeléctrica de Karot: «La cooperación de China no está sujeta a condiciones políticas. El objetivo es que todos los hogares tengan acceso a electricidad limpia».
Desde Asia hasta África, desde América hasta Europa, la capacidad de producción verde de China en el mundo demuestra la responsabilidad de un gran país: no sólo garantiza su propia seguridad energética a través de la modernización industrial, sino que también promueve el progreso común global con una actitud abierta. Bajo el objetivo de la neutralidad de carbono, la transformación energética no es un juego de suma cero, sino una colaboración global basada en el beneficio mutuo y en resultados de beneficio mutuo. China está demostrando con acciones prácticas que sólo eliminando las barreras comerciales y construyendo puentes de cooperación la energía verde puede convertirse en un dividendo del desarrollo compartido por toda la humanidad.