Eduardo Galeano, intelectual y amante del fútbol

18/04/2015
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El pasado lunes, falleció en su Montevideo luego de 74 años de vida, aquel hombre con el que envejeció la literatura política, su estilo persuasivo, sentimental y, a la vez, un poco inocente, por cuanto escribía siempre a favor de los buenos y en contra de los malos; como ese sueño de adolescentes en busca del amor romántico. No obstante esa su candidez según la poeta uruguaya Cristina Peri Rossi, amiga y compañera de exilio de Eduardo Galeano, "mantuvo hasta el final sus expectativas de justicia y libertad. Era del club de los insobornables".

Eduardo Galeano fue sobre todo conocido por la publicación de su libro “Las venas abiertas de América Latina” publicado en la década del 70 y que sigue vendiéndose luego de más de 40 años de su primera edición, obra cumbre calificada como “comprensible y estremecedora” por cuanto relataba en ella los abusos que se cometieron contra los pueblos originarios de América y el saqueo de sus recursos naturales.

Aun parezca o se lea raro, Galeano no sólo era apasionado en sus obras, y como buen uruguayo gustó de la pasión por el futbol que fue para él más que un deporte, más que un simple juego de la pelota. Registró en sus textos, cuentos y relatos la evidencia de una relación que muchos intelectuales y deportistas consideran imposible: fútbol y literatura. Se autodefinió como un “mendigo del fútbol” y plasmó con palabras el afecto irracional de los hinchas que cada domingo se entregan a sus colores, su club o su selección.

Entre esos relatos, comentó: "No tengo nada de original porque, como se sabe, en mi país las maternidades hacen un ruido infernal porque todos los bebés se asoman al mundo entre las piernas de la madre gritando gol. Yo también grité gol para no ser menos y como todos quise ser jugador de fútbol".

La BBC Mundo recopiló hace pocas horas en homenaje a su muerte algunas frases que perdurarán en el tiempo; modestia aparte, ya en ocasión del Mundial de Fútbol del 2010 en Sudáfrica, por este mismo medio hice mención a algunas de ellas, que me permito ahora, juntamente las extractadas, recordar y compartirlas: "Siempre jugué muy bien, la verdad maravillosamente bien. Era el mejor de todos, pero sólo de noche mientras dormía. Durante el día, lo reconozco, he sido el peor pata de palo que se ha visto en los campitos de mi país".

"En su vida, un hombre puede cambiar de mujer, de partido político o de religión, pero no puede cambiar de equipo de fútbol".

"Yo no soy más que un mendigo de buen fútbol. Voy por el mundo, sombrero en mano, y en los estadios suplico una linda jugadita por amor de Dios. Y cuando el buen fútbol ocurre, agradezco el milagro sin que me importe un rábano cuál es el club o el país que me lo ofreció”.

“Los niños no tienen la finalidad de la victoria, quieren apenas divertirse. Por eso, cuando surgen excepciones, como Messi y Neymar, son, entonces ellos, para mí unos verdaderos milagros". "El fútbol es la única religión que no tiene ateos". “No hay nada menos vacío que un estadio vacío. No hay nada menos mudo que las gradas sin nadie".

"El juego se ha convertido en espectáculo, con pocos protagonistas y muchos espectadores, fútbol para mirar, y el espectáculo se ha convertido en uno de los negocios más lucrativos del mundo, que no se organiza para jugar sino para impedir que se juegue". "Y yo me quedo con esa melancolía irremediable que todos sentimos después del amor y al fin del partido".

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