Lecciones que deja la historia

23/04/2015
PUBLICITE AQUÍ

Hace ya 63 años, el 9 de abril de 1952, se produjo uno de los acontecimientos que más hondamente marcó y todavía marca la historia contemporánea de nuestro país. Fue tanta la importancia de lo ocurrido en esa jornada que sólo es comparable con otro hito, el restablecimiento de la democracia el 10 de octubre de 1982.
Es necesario mantener siempre viva la memoria de esos hechos pues las lecciones y experiencias que nos dejaron son los más valiosos instrumentos con los que ahora contamos para evitar reincidir en errores y emular más bien los aciertos de quienes nos precedieron en la ardua tarea de construir un país mejor.

Al rememorar esos hechos, hay dos elementos que se destacan con total nitidez.

El primero es que quienes los protagonizaron lo hicieron convencidos de que estaban inaugurando una larga era de continuas mejoras que conducirían a nuestro país a días de prosperidad económica, justicia social y orgullo nacional. Las frustraciones, desengaños, sentimientos y resentimientos largamente acumulados se juntaron con muchas esperanzas y eso fue suficiente para que una inmensa mayoría del pueblo boliviano depositara toda su confianza en el Movimiento Nacionalista Revolucionario y en sus líderes.

El segundo hecho que se destaca es que tan formidable acumulación de energía colectiva y de voluntades unidas alrededor de altos ideales se desvaneció apenas 12 años después. El MNR, que se había propuesto gobernar indefinidamente y pasando por encima de cualquier oposición a su proyecto político, terminó fragmentado, con sus líderes enemistados entre sí y con sus principios doctrinales diluidos en una mezcla de intereses particulares o sectoriales y dudas sobre el rumbo a seguir.
Los factores que confluyeron para ocasionar el prematuro agotamiento de un proceso político que al iniciarse parecía destinado a mejor suerte son sin duda muchos y muy complejos, pero entre ellos hay algunos que se destacan.

El desmedido afán de lograr un control monopólico del poder es sin duda el más importante. Es que no conformes con la enorme legitimidad de la que gozaba el nuevo régimen, sus conductores se dejaron caer en la tentación del poder total y eso los condujo a destruir las bases de la institucionalidad democrática y, a la larga, también de su popularidad. Procesos electorales fraudulentos, sometimiento de los jueces electorales a través de amenazas y cohecho, coerción política y económica sobre los electores, entre otras prácticas, le dieron al MNR contundentes votaciones y éstas nutrieron la arrogancia de la nueva élite política.

El abuso del poder fue el siguiente paso. Se aplicaron severísimas medidas represivas contra toda forma de oposición o mirada crítica, se quiso restringir la libertad de prensa y se llegó al extremo de destruir físicamente a medios de comunicación, abusos que no sirvieron más que para socavar la legitimidad del régimen.

La corrupción que poco a poco fue cundiendo en las filas gubernamentales y la angurria de poder político y económico entre los líderes y sus respectivos seguidores, hizo el resto. El golpe final lo propinó la inconstitucional reelección del principal líder del proceso.

"Los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla", dijo hace más de 2.000 años un pensador romano. Sabias palabras que conviene no olvidar. (Reedición)

"Los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla", dijo hace más de 2.000 años un pensador romano. Sabias palabras que conviene no olvidar

Compartir:
Más artículos del autor


Lo más leido

1
2
3
4
5
1
2
3
4
5
Suplementos


    ECOS


    Péndulo Político


    Mi Doctor