La Cámara de Exportadores confirmó recientemente que las exportaciones bolivianas al mes de febrero cayeron en volumen y valores. A febrero de 2015, los valores exportados disminuyeron en 27%; los volúmenes en 6.6% y el precio promedio de exportación en 22% comparado con el mismo mes del periodo anterior.
Estos datos confirman que ya es sostenida la tendencia iniciada hace algo más de un año hacia un constante decrecimiento de nuestra capacidad exportadora.
Los argumentos que los representantes del sector exportador dan para explicar esa situación son básicamente los mismos que se repiten año tras año. La falta de una legislación que fomente el desarrollo de las exportaciones, la frágil logística del transporte internacional, los conflictos sociales que a través de los bloqueos de caminos no dejan de ser un permanente estorbo, son algunos de los más importantes.
A los factores ya conocidos, se estaría sumando desde hace algún tiempo la generalizada depreciación de las monedas de los países vecinos lo que habría empeorado las condiciones en las que los exportadores bolivianos deben competir.
La precisión con que han sido ya identificados los factores más directamente relacionados con la tendencia negativa que comentamos es sin duda un primer paso imprescindible para afrontar las dificultades. Sin embargo no es suficiente, pues lo que hace falta es que el sector público y el privado asuman en su justa dimensión la gravedad de la crisis que ya se vislumbra y tomen las medidas imprescindibles para evitar que las malas noticias se repitan durante los próximos meses.
De parte del sector privado, algunas de esas medidas ya han sido anunciadas. Se han propuesto agilizar los trámites de exportación, así como la certificación de productos orgánicos, adoptar planes de internacionalización, la creación de centros logísticos, la implementación de una plataforma de ferias y ruedas de negocios virtuales y un proyecto de fortalecimiento de capacidades gerenciales para mujeres.
Esas iniciativas, con todo lo plausibles que son, sin duda no serán suficientes. Hace falta además que el Estado, a través del gobierno nacional, del departamental y de los municipales contribuya a minimizar los efectos negativos de los factores externos a través de políticas públicas y medidas económicas enfocadas a tal efecto. De otro modo, es muy probable que los próximos meses lleguen con noticias aún más desalentadoras para la ya alicaída economía nacional y regional.
Ante esta situación, la sensación de “inmunidad imperante” de la economía boliviana parece diluirse, a decir del sector, criterio que urge tomar en cuenta para enrumbar políticas y proyectos en vigencia.
Los datos confirman que estamos en el inicio de un periodo muy poco favorable para el sector exportador, por lo que urge un plan de acción encaminado a minimizar los daños