En la semana que termina se ha producido un giro histórico en la estrategia de recuperación del acceso al mar boliviano. En la Corte de La Haya se trazó un nuevo camino de esperanzas en el mediano plazo, mientras tanto, es bueno recordar que el hecho de ser un país mediterráneo tiene un impacto significativo sobre el crecimiento económico y el desarrollo social. Diversos estudios muestran el impacto económico negativo de la falta de acceso directo al mar. Uno de los más recientes es The Development Economics of Landlockedness: Understanding the Development Costs of Being Landlocked que publicó las Naciones Unidas (NU) en el 2014 y que se basa en la situación de 48 países sin litoral.
Existen varias restricciones que afectan de diversa manera el desarrollo de países encerrados en sus territorios entre los más importantes podemos mencionar. La distancia a los puertos marítimos más cercanos, la dependencia de los países de tránsito para el acceso a los puertos, la lejanía de los mercados, los cruces fronterizos adicionales, los costos de transporte, la infraestructura física inadecuada, los cuellos de botella logísticos, la limitada integración regional y las restricciones institucionales, como ser procedimientos aduaneros burocráticos, excesos de regulaciones, falta de transparencia, entre otros. En el caso boliviano todas estas restricciones se agravan por la imposición del Tratado de 1904, que además de injusto, desde un punto de vista económico refleja la lógica del comercio desde hace más de 100 años. Veamos con datos, provenientes del estudio mencionado, como la condición mediterránea socaba el crecimiento y desarrollo. Sin duda el impacto más complejo viene por el lado de los costos del transporte y comercio. El estudio de las NU utilizó un modelo económico para estimar el impacto de no tener acceso al mar en el volumen del comercio. El modelo incluyó las siguientes variables: distancia al puerto más cercano, la existencia de un acuerdo regional de comercio, la calidad de la infraestructura en el país de transito, y un índice de la facilitación del comercio (aduana, y otros trámites administrativos). El estudio de las NU calculó coeficientes para estimar los flujos de comercio previsto para cada país sin litoral, sus socios comerciales y una economía costera representativa. Se computó el indicador del costo de la mediterraneidad en el volumen del comercio para cada país sin costa, es decir, se estimó las exportaciones e importaciones de la economía mediterránea como una proporción del flujo comercial internacional del país costero representativo. Los datos del trabajo de las NU muestran que los países sin litoral, en promedio, tienen un volumen de comercio menor en un 40%, si los comparamos con la economía costera representativa. Además, las economías mediterráneas, en promedio, tienen costos de transporte que son hasta un 45% más altos que la economía con puerto y se toman casi el doble de días para exportar un producto, para el 2011, 43 jornadas para en el caso de países sin litoral y 23 días para una economía costera. Bolivia está justo en los promedios mencionados. De una manera agregada, la investigación The Development Economics of Landlockedness cuantifica el impacto de no tener litoral sobre el desarrollo para el período 2005-10. Mediante un modelo econométrico se estima un índice que mide la diferencia entre el nivel desarrollo de un país mediterráneo actual y el nivel de desarrollo que esta economía habría alcanzado si tuviera costa. En la mayoría de los países mediterráneos el costo, en términos de desarrollo perdido, varía entre 10% a 30%. En el caso Boliviano, el documento que cometamos establece que el costo fue de 16% para el periodo 2005 – 2010. El resultado de este índice global se traduce, por ejemplo, en el hecho que el ingreso per cápita de un país sin litoral, en términos reales, es 40% más bajo que un país en vías de desarrollo costero. Los datos presentados son agregados para 48 países sin litoral, ameritaría realizar un estudio económico profundo del costo del injusto enclaustramiento. Estudios parciales han estimado que Bolivia perdió entre el 2 y 3 % del PIB en los 132 años sin acceso soberano al Pacífico. Por supuesto que la mediterraneidad no es la única explicación de la falta de desarrollo, existen otros factores como la escases de capital humano, la debilidad institucional, la carencia de diversificación productiva, la excesiva dependencia de las exportaciones de recursos naturales para mencionar las más importantes. Como menciona la revista inglesa The Economist, existen algunos países sin litoral exitosos desde el punto de vista económico. “Suiza se especializa en finanzas, que no viaja en barco, y su manufacturas de alta calidad está integrado con el mercado único europeo. Muchos de los productos que exporta, como relojes, son caros y pequeños. Botswana, un país sin salida al mar de ingresos medianos, exporta diamantes, que se envían por vía aérea”. Hacia adelante, la reinvindicación marítima ha unido a los bolivianos (as) y es la principal bandera de nuestra política exterior. El desafío político interno es buscar cohesión en torno al objetivo de convertirnos en una poderosa economía basada en servicios financieros, turísticos, tecnológicos y en industrias de alto valor agregado cuya competitividad no dependan de un puerto, pero que nos haga poderosos a nivel económico.