Bolivia fuera del corredor bioceánico

22/05/2015
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Hace unos días, en un solemne acto, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, y el primer ministro de China,  Li Keqiang, suscribieron un acuerdo para el inicio de los estudios de viabilidad para la construcción de un ferrocarril que unirá la costa atlántica de Brasil y los puertos peruanos del Pacífico.

La noticia ha tenido un impacto muy fuerte en nuestro país porque fueron muchas las expectativas que durante las últimas décadas se fueron alimentando sobre la posibilidad de que Bolivia se consolide como el principal eje articulador entre los dos océanos y entre los países que costeros. Y aunque todavía hay quienes consideran que el paso dado entre China, Perú y Brasil no es incompatible con la posibilidad de que se construya el corredor bioceánico a través de nuestro territorio, son también muchas las opiniones que consideran que ese anhelo debe ser definitivamente descartado o reducido a su más mínima expresión.

De cualquier modo, y aún suponiendo que se mantenga viva la esperanza en la posibilidad de que Bolivia todavía pueda jugar algún papel importante como lugar de paso del flujo comercial entre Brasil y China,  lo cierto es que el acuerdo al que nos referimos es un muy duro revés contra las proyecciones del país en el continente sudamericano, lo que debe ser interpretado como una señal de alerta sobre la manera como está siendo conducida nuestra política exterior y comercial.

En efecto, si se consideran los antecedentes y el contexto en el que se produce la triple alianza entre Perú, Brasil y China, resulta evidente que a tal resultado se ha llegado como consecuencia de una muy larga cadena de errores que poco a poco nos fueron conduciendo a la marginación actual.
Ahora, y a pesar de que ya no caben dudas sobre la seriedad del proyecto que pasa por encima de Bolivia condenando a nuestro país a un papel marginal, la
reacción gubernamental no parece proporcional a la gravedad de lo que eso significa. Por el contrario, desde las altas esferas gubernamentales se insiste en minimizar el hecho y en calificar como un desacierto la decisión de los tres países, por considerar que los costos de un corredor que atraviese nuestro territorio serían menores que los del proyecto que nos excluye.

Lamentablemente, como los hechos lo confirman, llegado el momento de tomar las decisiones no fueron los cálculos contables los que más influyeron en los gobernantes de China, Brasil y Perú sino las dificultades extra económicas que se interpusieron y todavía se interponen en el camino boliviano.

Entre las diferencias que resultaron insuperables se destacan las concepciones ideológicas, económicas y geopolíticas incompatibles con las de los tres países, diferencias que  se sintetizan en el calificativo de “lacayos del imperialismo” que recientemente se endilgó a los países miembros de la Alianza del Pacífico. Paradójicamente, es precisamente con los países sudamericanos que integran ese acuerdo comercial, --Chile, Perú y Colombia—con quienes China desea fortalecer sus lazos.

Ante tan adversa realidad, lo menos que puede esperarse del gobierno nacional es una profunda revisión de los criterios que hasta ahora han guiado sus pasos en asuntos diplomáticos y comerciales.

Ante tan adversa realidad, lo menos que puede esperarse del Gobierno nacional es una profunda revisión de los criterios que hasta ahora han guiado sus pasos en asuntos diplomáticos y comerciales

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