Contra los peligros de la monoproducción

06/07/2015
PUBLICITE AQUÍ

Entre los muchos temas que suelen concitar la atención de quienes más detenida y minuciosamente observan y analizan la situación económica de nuestro país y sus proyecciones hacia el mediano plazo --más que hacia el inmediato-- se destaca el relativo a nuestra creciente dependencia de la extracción y exportación de recursos naturales --gas natural y minerales-- y el consiguiente achicamiento de nuestro sector industrial.

Las cifras en las que fundamenta ese temor son de lo más elocuentes. Se puede citar como ejemplo los informes periódicos del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) y de otras instituciones que, basándose en los informes oficiales del Instituto Nacional de Estadìsticas, dan cuenta de lo que se ha denominado la “reprimarización de la economía”.

Visto con una mirada del corto plazo, el hecho no parece motivo de mucha preocupación porque ha sido la causa principal de la bonanza de la que los bolivianos gozamos desde hace algunos años. En efecto, desde que los precios de los hidrocarburos comenzaron a incrementarse desde el año 2005, nuestra condición de país exportador de gas natural fue una formidable ventaja.

De la misma forma, el precio de los minerales, después de años de crisis, se vio incrementado debido principalmente al acelerado crecimiento de la China, que al aumentar sus actividades de construcción y producción comenzó a demandarlos en grandes cantidades.

Todos los factores que confluyeron para darnos unos años de extraordinaria bonanza fueron ajenos a la voluntad del Estado boliviano y a la política económica adoptada a partir de 2006 que, dicho sea de paso, tuvo más de continuidad que de ruptura con las aplicadas por gobiernos anteriores.

Es también cierto, y reconocerlo es importante, que esa continuidad, que entre otras cosas se refleja en la disciplina fiscal, es lo que explica la enorme diferencia entre la manera como el gobierno nacional administró la abundancia de recursos, en comparación, por ejemplo, a lo que llevó a Venezuela o Argentina a la catastrófica situación en la que hoy están sumidas a pesar de haber sido tan o más beneficiadas que Bolivia por los altos precios de las materias primas.

Sin embargo, y dadas las tendencias actuales, es necesario insistir en la necesidad de construir y fortalecer un aparato productivo diversificado que nos permita dejar de depender de manera exclusiva de los precios internacionales de materias primas cuyo uso, por otro lado, podría ser reemplazado por otros elementos a través de innovaciones tecnológicas futuras.

Felizmente, durante los últimos tiempos el gobierno --o por lo menos algunas de las corrientes que pugnan en su seno-- ha dado muestras de su intención de avanzar en ese sentido. Y lo que es más importante, de haber comprendido que para ello es absolutamente indispensable, que el sector privado juegue un papel protagónico.

Está pues claro que el desafío para afrontar y revertir el riesgo de la monoproducción no corresponde sólo al Estado sino también al sector empresarial. Lo que corresponde pues, es que ambos encuentren los puntos de convergencia necesarios para actuar en consecuencia.

El desafío no es sólo para el Estado sino también al sector empresarial. Lo que corresponde pues, es que ambos encuentren los puntos de convergencia necesarios para actuar en consecuencia

Compartir:
Más artículos del autor


Lo más leido

1
2
3
4
5
1
2
3
4
5
Suplementos


    ECOS


    Péndulo Político


    Mi Doctor