El mundo vive convulsionado por las guerras políticas, económicas y religiosas. Se ignoran leyes y convenios internacionales sobre derechos humanos, derechos individuales, medio ambiente, de los pueblos y la paz. Realmente lo que pasa es una locura: en lo político reina la irracionalidad y la ambición de poder; en lo económico, la adoración del becerro de oro y el ciego consumismo; en lo social, la injusticia, la pobreza y el fantasma del hambre; y en lo institucional, el desgobierno, la hipocresía, las falsas democracias y la corrupción.
Cuando escuchamos las sabias reflexiones del papa Francisco, sobre la necesidad de cambiar todas las escalas de valores vigentes, y dice: “Reconocemos que las cosas no andan bien en un mundo donde hay tantos campesinos sin tierra, tantas familias sin techo, tantos trabajadores sin derechos, tantas personas heridas en su dignidad; entonces, ¡digámoslo sin miedo: necesitamos y queremos un cambio!” Y concluye: “Las cosas están tan mal, que parece que el tiempo se está acabando”…
Coincide con recientes descubrimientos del físico francés Jean Pierre Garnier Malet (Cambia tu Futuro). Revela que el 75% del Universo descubierto, se desdobla en tiempo y espacio en el nivel cuántico, que cada 25.920 años (año platónico), se produce la célebre precesión de los equinoccios o eclipse galáctico, bien conocida en la antigüedad como la teoría del Alfa y el Omega. ¡En efecto, en nuestros días sufrimos sus perjuicios por simple ignorancia de las leyes universales!
La buena noticia científica es que también el hombre se desdobla en cuerpo y alma, e ignoramos por qué nuestro “doble cuántico” es invisible en esta dimensión, pero está a nuestro servicio, mientras mantengamos un estado de benevolencia; es decir, “no hacer a otros lo que no quisiéramos que hagan con nosotros”.
Y la ciencia sigue sorprendiéndonos con descubrimientos espectaculares partiendo de la interpretación del código genético de Watson y Crick, al mapa de la secuencia genética del ser humano en continua revelación. A partir del 12 de febrero del 2001, cualquiera que tenga acceso a una computadora y a Internet puede entrar a www.science.aol y ver ese mapa, de qué estamos hechos y las estrechas diferencias con los animales que, en muchos casos, tienen mayores facultades que el ser humano, cuando –por ejemplo– poseen el don de la anticipación. Es el caso de las ratas que abandonan el barco en el puerto porque saben por anticipado que el barco se va a hundir, y así en otros casos. Por eso, no somos tan distintos de los perros, los gatos, las ratas y los políticos. La pregunta es por qué o cómo nos volvemos la civilización dominante (¿?)
Desde las épocas de Descartes y Newton, la ciencia se ocupó de lo material –de lo que perciben nuestros sentidos– y dejaron lo misterioso y espiritual a la religión. Fue Einstein que exploró la física de los átomos y la Ley de la Relatividad, porque si bien fue el precursor de la física cuántica, empezó a descubrir que las leyes que rigen los cuerpos pesados no se comportan de la misma manera en el mundo subatómico y, entonces, nuevamente la ciencia y la religión vuelven a encontrarse y revelan cada vez más coincidencias.
No podemos negar, entonces, que es el género humano el directamente responsable del proceso actual de irreflexión, decadencia y deterioro. Que somos los actores principales del diseño de una forma de vida cualitativamente nueva. Si nos apegamos al sistema actual y damos energía a políticas negativas, materialistas y ateas, estamos siendo arrastrados por esa corriente suicida. Por eso, es necesario trascender las miserias y la ilusión humanas, y con el mejor ánimo, focalizar nuestra mente y acción en un mundo de paz, seguridad, justicia y amor.