Concluida la visita del papa Francisco a nuestro país, mi corresponsal, que no le pierde pisada al Primer Mandatario, retornó a nuestra mesa de redacción y cuadrándose militarmente me dijo: “Misión cumplida, compadrituy, pues nuestro Presidente acaba de despedir al Santo Padre luego de obsequiarle un crucifijo, tallado sobre una hoz y un martillo, lo cual tiene muchos significados, que usted y yo comprendemos muy bien.”
Al manifestarle mi alegría por su retorno pregunté a mi reportera qué pasaje de la visita papal a Santa Cruz le había causado mayor impresión, respondiendo la cholita sin vacilar: “La visita del Santo Padre a la cárcel de Palmasola”, una afirmación tan rotunda que me llevó a la reflexión pues intuí que podría encerrar un hondo contenido, por lo que solicité a la cholita que se expidiese con la mayor claridad, algo no muy difícil en ella. Macacha dijo: “Yo veo un gran simbolismo en la visita pontifical a la cárcel de Palmasola pues muchas veces siento que nuestro país es una inmensa cárcel de la cual han fugado muchos y otros nos consideramos presos sin sentencia ejecutorial, lo que los abogados llaman ‘libertad condicional’”. Interrumpí la explicación subjetiva de mi comadrita argumentándole que yo no me sentía detenido o encarcelado, pero Macacha me replicó con suavidad que mi ancianidad me libraba de cualquier encierro, lo cual tuve que admitir no sin poca amargura.
Pero volvamos a la interpretación de Macacha cuando sostiene que la visita del papa Francisco a Palmasola le brindó el espejo más fiel de un país donde están entre rejas los que roban una gallina, mientras que aquellos que robaron y dilapidaron millones de dólares pasean montados en lujosos coches, o surcan nuestros cielos en aviones y helicópteros. Muy segura de su interpretación de la visita papal a la cárcel de Palmasola, la cholita cochabambina me dijo: “Allí se pudo comprobar que no son todos los que están ni están todos los que son, por lo cual la cárcel cruceña mostró un pequeño fiel retrato de lo que es nuestro país en este preciso instante, donde yo también pude comprobar que muchos se alimentan con un prediario de 6 bolivianos, como lo hacen muchísimos ciudadanos pobres de nuestro país.”
Esa fue la interpretación de la cholita cochabambina nacida en Quillacollo al refregarme una vez más en mis orejas que el Papa al visitar Palmasola habíase encontrado con un retrato pequeño pero fiel de lo que es nuestro país en este momento. Podría ser que la cholita anduviese equivocada pero hoy me fío de su honestidad intelectual, como otras veces me fío de algunos dinerillos para aliviar mi santa pobreza.