¿Más papistas que el Papa?

PAREMIOLOCOGI@ 13/07/2015
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La coherencia, del latín cohaerentia, es, según el mataburros en línea, una relación lógica y adecuada de las partes que forman un todo de modo que no se produce contradicción, y para lo que aquí me interesa, muestra una cualidad de la persona que actúa en consecuencia con sus ideas o con lo que expresa. Por cierto, se trata de una virtud que no siempre adorna la personalidad de los seres humanos y peor de los estados y de sus administradores, siempre permeables a contentar como sea al soberano o, por lo menos, intentar charlársela.

Prueba de ello, es decir tanto de la coherencia como de su antónimo la incongruencia constituye lo que acabamos de ver en ocasión de la ilustre visita de su Santidad, el Papa Francisco a Bolivia. Por un lado, hemos disfrutado del Vicario de Cristo haciendo gala de esa coherencia, fundamentalmente entre lo que dice y hace, pues su prédica y actitudes hacen honor a ese atributo, incluso en situaciones que estimo muy difíciles para el común de las personas. Seguramente, entre otras, eso explica el enorme éxito pastoral de la visita, traducida en los cientos de miles que hemos seguido personalmente y por los medios, sus actividades, sin lugar a comparación con cualquier otra en los últimos lustros. Estoy seguro que a diferencia de otras concentraciones absolutamente menores en términos cuantitativos, nadie habrá participado obligado para contentar a algún jefazo –terrenal– y peor para cuidar o tratar de conseguir alguna peguita. No, todos los participantes, salvo algún curioso que no habrá querido perderse tamaña fiesta, lo han hecho sencilla y llanamente porque reconocemos a nuestro Señor Jesucristo como nuestro salvador.

A propósito, como sostuve en anterior columna, aquello del estadio laico o aconfesional (que no pertenece a ninguna confesión religiosa determinada ni está relacionada con ninguna de ellas) ha quedado, por las multitudes que han ovacionado al Santo Padre y, vaya paradoja, por la ¿conversión? de los altos cargos del gobierno, que se dice van hacia al socialismo, como un chiste de dudoso gusto. Aunque la tendencia de la normativa universal se decanta por aquella separación entre estado y religión, claro está que más allá de lo que declare la Constitución boliviana y discurseen sus acólitos, la realidad boliviana ha probado ser mucho, pero mucho más caprichosa que la norma, por muy dura que ésta sea (lo decía Goethe).

De ahí que prueba resaltante de la incongruencia haya sido el proceder del oficialismo en ocasión de la ilustre visita. Aplaudo, como católico que soy, que el Presidente y sus ministros, incluyendo algunos impresentables para la ocasión, se hayan desecho en atenciones al papa Francisco, y anhelo que, como dice el Evangelio según Mateo, hayan tenido oídos para escuchar y especialmente aplicar –sostenidamente en el futuro– las prédicas de quien reconocieron como su hermano, el Papa que representa al catolicismo.

Precisamente, uno de los poderosos beneficios que la religión católica nos regala es la esperanza, producto de la fe. Justo cuando aún a riesgo de ingenuidad hacía gala de esa esperanza para que como milagro de la visita cese la arbitrariedad a la que nos tiene malacostumbrados el Gobierno, resulta que cuando en Santa Cruz de la Sierra las autoridades oficiales se deshacían en atenciones despidiendo al papa Francisco, en la sede, su Policía estaba metiéndole nomás la represión a sus hermanos potosinos (que no entiendo cómo es que siguen votando mayoritariamente a su favor) e, incluso, en la misma cárcel de Palmasola, a donde acudió minutos antes el mismísimo Papa, cobardemente sus huestes policiacas se dieron a la tarea de excluir a algunos presos “indeseables” para la ocasión, sin contar que horas antes, en la Asamblea le metieron nomás eligiendo a por lo menos dos impresentables candidatos, en términos de garantizar independencia de proceder respecto de quienes han servido públicamente. Así el estado de la coherencia y de la incongruencia, nunca más cierto aquello de: “A Dios rogando y con el mazo dando…”

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