Muy ilustrativos son los resultados obtenidos por Ipsos Public Affairs América Latina, de una encuesta de percepción aplicada a 317 periodistas de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México, Perú y América Central y el Caribe para calificar a 11 presidentes de la región: los de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, Ecuador, México, Perú, Uruguay, Venezuela y el de Estados Unidos, sobre la base de cuatro variables: evaluación general, libertad de prensa, política económica y lucha contra la corrupción.
Los mejores puntajes se asignaron al presidente estadounidense con 84, 84, 68 y 53 puntos, respectivamente. Los peores, al mandatario venezolano, con 12, siete, seis y siete. En un quinto lugar se ubica nuestro Primer Mandatario que recibe 48, 39, 46 y 26 puntos.
Los mandatarios mejor calificados, además del estadounidense, son los de Uruguay, Colombia y Chile. Y los menos favorecidos los de Cuba, Brasil, Perú, Ecuador, Argentina, México y, como ya se ha señalado, Venezuela.
Es difícil establecer rasgos comunes, exceptuando que los que reciben mayor aprobación respetan la libertad de prensa y aplican una política económica similar: mercados abiertos, atención a sectores menos favorecidos y presencia en bloques de integración comercial, sin desconocer que los mandatarios chileno y colombiano se ven afectados por el tema de la lucha contra la corrupción.
En esa línea, el presidente de la institución encuestadora sostiene que los “líderes más democráticos obtienen evaluaciones más favorables mientras que los líderes de talante autoritario tienden a estar desaprobados”.
Entre los mandatarios que siguen al presidente de Bolivia se encuentran los signatarios de la ALBA: Venezuela, Ecuador y Cuba. Sin embargo, de ellos, Cuba es el que recibe mejor puntuación, lo que permite inferir que a quienes hacemos periodismo nos atraen los estadistas que promueven acciones de diálogo y paz (percepción que se refuerza con la alta calificación que recibe el mandatario colombiano).
Sin embargo, cuando se observa que los mandatarios peor calificados son, en orden descendente, la presidenta de Argentina, el de México y el de Venezuela y lo hacen en las cuatro variables señaladas, siendo que, particularmente respecto a México, hay diferencias muy claras, se complejiza la tarea de encontrar tendencias comunes.
Lo que sí destaca es que en la lucha contra la corrupción todos los mandatarios, salvo el de EEUU, son calificados por debajo de los 50 puntos. Se trata de un fenómeno que está corroyendo las entrañas de nuestros países y que si no se asume la decisión política de cambiar radicalmente esta primacía, la corrupción seguirá arrastrando gobiernos y sistemas políticos. Es decir, es necesario comprender que este fenómeno nos corroe, no porque los medios difundamos los actos de corrupción, sino porque quienes ejercen poder estatal permiten o cometen actos de corrupción creando un sistema de impunidad intolerable.
Es importante reiterar que se trata de percepciones de un sector tradicionalmente confrontado con el poder, pero que, más allá de elucubraciones teóricas, parece que identifica los sentimientos dominantes en sus respectivas sociedades. (Reedición)
Lo que sí destaca es que en la lucha contra la corrupción todos los mandatarios, salvo el de EEUU, son calificados por debajo de los 50 puntos