Las ideas libertarias de Adela Zamudio

LIBERTARIA 07/10/2015
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Durante la vida de Adela Zamudio (1854-1928) las ideas que gobernaban el ámbito intelectual y político correspondían al positivismo y liberalismo político. Las ideas del progreso, industrialización, conocimiento científico, educación, etc., servían para curar las heridas de una sociedad que había perdido el acceso al océano Pacífico.

Adela Zamudio participó activamente en las discusiones, cuestionamientos y críticas de una sociedad conservadora, religiosa y semifeudal donde la mujer tenía pocas opciones laborales, sino dos caminos para involucrarse en el medio social: el matrimonio o el convento. Zamudio criticó este esquema impuesto por una moral religiosa, se burló de esa postura en “¿Quo Vadis?” y propuso la educación secular de las mujeres con el derecho del voto como una libertad política mediante su manifiesto poético “Nacer Hombre”; estas ideas fluyen como agua limpia y purificadora, pero al mismo tiempo son un programa político para liberalizar la sociedad.

Estas reformas liberales provienen de personas que se han destacado por su educación y forman una élite intelectual que discute y debate por medios impresos en espacios como El Heraldo y El Comercio. La misma Zamudio es columnista de El Heraldo y difunde sus ideas por este medio, ideas que fueron luego vilipendiadas por el más rancio estrato conservador liderado por el cura Pierini y las mujeres beatas de la época agrupadas en la Liga de Señoras Católicas. Luego los más destacados hombres se encargaron de coronarla con laureles de oro por su destacada obra en las letras. Su reconocimiento fue encabezado por el presidente Hernando Siles en 1926 junto con algunos intelectuales destacados como Félix A. del Granado, Gregorio Reynolds, Jaime Mendoza, Augusto Céspedes, recibiendo también el apoyo de Franz Tamayo, Benjamín Guzmán, Raúl Jaimes Freire, entre otros.

La poeta era incómoda para el orden conservador, religioso fanático, que no podía aceptar que las mujeres pudieran acceder a una moral que otorga la educación secular influenciada por el positivismo, es decir la corriente que tiene fe en el progreso de la razón, de la ciencia y la industria; contrariamente, las fuerzas del misticismo y del oscurantismo religioso no podían confiar en la liberalización de la mujer mediante la educación. Zamudio condena: “Lo que evidentemente irrita a Ud. y le escandaliza es que, una cualquiera como yo, una mercenaria que gana el pan, tachada además de irreligiosidad, se haya atrevido a denunciar un error de matronas piadosas, ricas e influyentes. Si esa es la moral católica que Ud. tanto encomia, yo no la profeso ni la enseñaré jamás a mis alumnas. Yo profeso la moral humana, la inmutable, la que aquilata la virtud donde se encuentre, humilde y desconocida, y condena el error sea quien fuere el potentado que ha caído en él”.

La secularización de la educación es fruto de la ideas del liberalismo político anticlerical y Zamudio está influenciada por esta corriente; su feminismo aboga por la participación activa de las mujeres en la política con la conquista del voto, pero este voto no es meramente cuantitativo, sino que tiene que estar respaldado por el conocimiento, entonces es cualitativo: “Una mujer superior/en elecciones no vota,/ y vota el pillo peor;/(permitidme que me asombre)/con sólo saber firmar/puede votar un idiota,/porque es hombre”.

El individualismo de Zamudio está lejos de la posición de las feministas colectivistas posmodernas socialistas, que piensan que rapándose y mostrando sus torsos desnudos ya no son cosificadas por el patriarcado. El legado de Zamudio establece una liberalización del ser humano mediante la educación y la cultura, por algo fue forjadora de niñas y líder del liceo que lleva su nombre.

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