El asesinato del Ché

DESDE LA TIERRA 09/10/2015
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Este 9 de octubre se cumplen 48 años del asesinato del guerrillero argentino cubano Ernesto “Ché” Guevara en La Higuera, Santa Cruz, al sureste de Bolivia, y aún no se prueba documentalmente quién ordenó ajusticiar al herido prisionero.

Aunque legalmente (DL 1976) todos los archivos militares bolivianos deberían ser accesibles desde 1997, los historiadores sólo se basan en testimonios y en inferencias. El presidente Evo Morales se empeña en declarar que el Ejército es “antiimperialista” y corea “Patria o muerte, venceremos”, sin explicar por qué las Fuerzas Armadas se niegan a desclasificar los documentos, como ya han hecho otros.

Nuevas publicaciones insisten en la teoría del general Gary Prado de que aquella fue una decisión del gobierno presidido por el general René Barrientos Ortuño. Dicho sea de paso, está demostrado históricamente que Prado entregó vivo a su famoso prisionero, pero hasta ahora sufre una injustificada persecución. Este mes fue humillado como el peor delincuente con agentes en su propio lecho post operatorio.

Los autores cubanos más autorizados en la biografía del Ché, Froilán González y Adys Cupull, publicaron datos duros sobre la presunta intromisión de la Central de Inteligencia Americana (CIA) para definir la suerte de Guevara entre el anochecer del 8 y el amanecer del 9. Militares bolivianos habrían rechazado esas órdenes sin éxito.

Sin embargo, otros las obedecieron y hay una larga cadena de mando investigada por esos autores, ampliada en la última edición de 2012. El silencio es la repercusión. Hasta ahora se ignora los nombres de los que asesinaron a Joaquín Zenteno Anaya, Federico Escóbar, Carlos Vargas, Eduardo Huerta, qué pasó realmente con Antonio Arguedas. El caso del Ché involucró a personajes de muchas otras nacionalidades y otras muertes violentas siguen en el misterio como la del editor italiano Feltrinelli.

Hace poco publiqué indagaciones sobre otros atentados no esclarecidos que cegaron las investigaciones de los periodistas Alfredo Alexander y Jaime Otero Calderón. Por curiosidad revisé textos escolares de historia, incluso libros de historia general de Bolivia y estos asuntos ni se nombran.

Como dirían los colombianos, son años “sin-cuenta” pues en todo el continente hay etapas tapadas con la tierra de los cementerios y del olvido. El Ministro de la Presidencia mucho ayudaría a la memoria colectiva gestionando la apertura real de los archivos militares, que por cierto, están ordenados por un buen profesional historiador.

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