La violencia física y sexual, muchas veces asesina, contra criaturas y adolescentes en Bolivia es intolerable y será pues precisamente por eso, porque es insoportable e insufrible, que nadie hace nada. Así, esta situación, que en los casos de violación afecta principalmente mujeres, se convierte en parte natural de la vida y quienes debieran hacerle frente se desentienden.
Mirar para otro lado, ignorar, hacer que no se ve, que no está ahí, que no incomoda, que no duele, que no compromete, que no dice “haz algo”, que no interpela y a la vez delata… es lo habitual, dar la espalda y apurar el paso. Los temas duros no gustan… mejor que lo haga otro.
En ese panorama, en los medios se presenta con cierta frecuencia, solitario como un Quijote, el Defensor del Pueblo, Rolando Villena, que es quien suele dar las cifras y los datos de los casos registrados, denuncia la falta de políticas de protección, la debilidad de las instituciones, etc.
En su última intervención dijo que en Bolivia cada día sufren agresiones sexuales entre tres y cuatro personas menores de 18 años, el 94% de los casos se trata de ataques a niñas o adolescentes mujeres. La violación es un daño que se inflige principalmente a mujeres y que poco se cuenta, no todos los casos se denuncian o se conocen oficialmente.
En la infancia, al parecer los golpes se reparten por igual entre niños y niñas. Villena, en otras ocasiones habló de agresiones físicas y también de infanticidios. Cifras también alarmantes en este país, dijo e hizo llamados para poner frenos.
Esas instituciones débiles, esos responsables de las políticas de protección, de quien habla el Defensor, no se dan por aludidos.
En los medios, estas noticias suelen relatarse como si se tratara de un informe económico, se dan solo cifras y porcentajes, o como si fuera un concurso entre departamentos por un mayor registro de casos, quién va primero, segundo...
En los hospitales las agresiones no se denuncian, para no verse en medio de procesos judiciales y, quién sabe, hasta en prisión. En las morgues lo mismo, en las autopsias se prefiere no ahondar en temas que no se han solicitado, que no se quieren saber, ¿para qué? Es un asunto muy feo y de riesgo.
En las familias… es allí donde generalmente se producen las agresiones y todo queda en casa. Si es un ataque sexual suele ser el padre, padrastro, tío, cualquier pariente o amigo varón de la familia; si se trata de golpes, la violencia no tiene necesariamente género, aunque puede ser inlrigida con más intensidad por un hombre, inclusive como forma de castigo hacia la madre, especialmente en los casos de infanticidio.
Se habla mucho de la pérdida de valores, de que se ve demasiada violencia en los medios de comunicación que son siempre los culpables.
Se centra el problema y la responsabilidad en el individuo, cuando es un problema social. La violencia en general, y la violencia de género en particular, así como la violencia contra la infancia y las personas mayores, deben resolverse con políticas serias y allí sí hay responsables individuales, porque han asumido la representación de la comunidad.
Se trata de maneras violentas de relación que desde el Estado, con sus instituciones, se perpetúan porque no asume su responsabilidad y mira hacia otro lado. Con que el Defensor del Pueblo denuncie y haga llamados ya es suficiente.
Desde el Estado, que es el único que puede hacer algo porque tiene los instrumentos, se debe modificar esa manera de ver con normalidad las relaciones violentas y en desventaja entre las personas. Se necesitan políticas serias y a largo plazo que impulsen cambios de mentalidad hacia la igualdad y al respeto de los derechos de humanos y humanas, como medidas de prevención; prestar ayuda efectiva a las víctimas, como medidas de intervención; y tener una justicia rápida, ejemplar y sin corrupción, como medidas de sanción.