Relevo de rateros o fin de ciclo

BARLAMENTOS 11/12/2015
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Hoy la gente se anoticia con estupor de los desfalcos del Fondo Indígena Originario Campesino (Fondioc). El Gobierno del cambio parece ser relevo de rateros en que lo nuevo se notará en cuentas bancarias, o ‘bankolchón’, de vivillos o abusadoras, la mayoría de ellos “originarios”. Si antes avergonzaba que llamaran a la Embajada del hoy llamado “Imperio” para pedir recursos para tal o cual menester, hoy da asco que disfracen como ‘talleres de capacitación’ los desmoches del Fondioc para acarrear gente a la posesión de Evo Morales en Tiahuanaco.

Lo claro es que en el actual Gobierno las ratas son más morenitas, visten pollera u ostentan apellidos que otrora cargaban prejuicio y segregación, cuando no disfrazados por otros de sonido menos autóctono y más extranjero. Relevaron a ‘blanquitos’ de las clases dominantes, que encumbrados en partidos políticos ‘tradicionales’ abusaban de un inestable poder político en lo que devino a ser seguidilla de componendas. Es el triste vaivén que algún día será dilucidado por estudiosos de la anti-historia, la verdadera.

Si en las democracias maduras es la alternabilidad de gobiernos en las urnas en función de buena o mala gestión en la búsqueda del bien público, me ratifico en denominar ‘relevo de rateros’ lo que ocurrió en 2006 con el gobierno de Evo Morales. El común denominador es la corrupción. En Bolivia pringa casi a todos, desde el burócrata que recibe un ‘timbre de aceleración’, o el policía que se hace de la vista gorda con un billete de veinte provisto por un infractor, hasta el gobierno regional o nacional que construye carreteras y puentes donde la “coimisión” resta calidad a las obras, pasando por jueces que cobran por fallos favorables a los litigantes.  

En el momento actual está de moda hablar de un “fin de ciclo” de gobiernos populistas en América Latina. En Argentina, Macri pondrá punto aparte a los años de “kirchnerismo”, cepa corrupta de populismo peronista en una otrora potencia mundial en lo económico. ¿No da risa el ribete tragicómico, casi guarango, de la viuda rehusando asistir a la posesión del vencedor y ceder los símbolos del poder? Ojalá que el nuevo gobierno sea menos ladrón que el régimen de la “K” al cuadrado.     

En Venezuela, la pasada justa electoral desnuda la infelicidad de un país rico y condenado a colas y carestías por la incapacidad populista de gobernantes burros. Ojalá los nuevos congresales sean pacientes y no sunchen el avispero del estamento militar y sus padrinos castristas.

En Brasil, se cansaron los brasileños con una clase política cuyos protagonistas funcionaban a punta de millonarios talegazos, según asoma poco a poco en el mega-escándalo del Petrolão. Recuerden que fue Dilma Rousseff quien abrió la tranquera legal para perseguir a los corruptos, no sé si consciente o distraída. Ojalá que su país retome la senda del progreso.

¿Reflejará el mayoritario voto por el No el despertar de los bolivianos cansados del prorroguismo y la corrupción? Eso se verá en febrero del próximo año. Mientras tanto, reaseguro a mis compatriotas que el sol no se oscurecerá ni la luna se convertirá en queso, si Evo Morales no gobierna para siempre.

La sardonia es una planta de isla en el Mediterráneo, que frotada en la cara deforma la sonrisa de la bonhomía. Quizá fue origen de la máscara teatral con una cara sonriente y otra triste. Disculpen si froto un ramito en mi faz, deformando en mueca incrédula mi optimismo por el advenimiento de mejores tiempos en la patria. Pero no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista.

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