El anarcocapitalista Murray N. Rothbard, en el “Manifiesto libertario”, analizaba el caso de corrupción ocurrido en la Policía de Nueva York en 1971, cuando la Comisión Knapp, encabezada por el juez Whitman Knapp, descubrió cómo los policías estaban involucrados en distintos negocios ilícitos que habían sido declarados ilegales.
La Ley del Fondo de Promoción a la Inversión en Exploración y Explotación Hidrocarburífera ha sido impuesta por la necesidad y urgencia de descubrir nuevas reservas de gas, incluso en zonas protegidas. Evidencia que el Gobierno en 11 años estuvo ocupado en conservar el poder privilegiando la estabilidad económica y no la productividad sostenible y sustentable.
De antiextractivista es hoy proextractivista, cede ideológicamente porque se ha dado cuenta que la única forma de modificar estructuralmente a la sociedad y hacerla más igualitaria es abriéndose a la inversión creadora de empleos. El Parlamento no abrió ni “necesitó” consenso al respecto, ratificó el giro del Ejecutivo, sin considerar que se trata de una Ley con objetivo geoestratégico, que trasciende una administración y que debía haber incluido la progresiva sustitución de los combustibles fósiles por las energías renovables como la eólica, la solar y los biocombustibles. En lugar de ser una política de Estado, la redujeron a una política de Gobierno, por lo que no tendrá estabilidad en el largo plazo.
La estructura económica del país es el origen del problema, nuestro crecimiento está basado en los commodities, en la exportación de gas, de minerales y de escasos productos agrícolas. Eso genera beneficio pero poco empleo, pocas oportunidades. YPFB no tiene acceso al mercado de capitales, no tiene posibilidades de desarrollar nuevas reservas de hidrocarburos ni de revertir la curva de declinación productiva. Como el Gobierno no es confiable, no atrae inversiones y no podrá sostener el nivel actual de exportaciones a Brasil y Argentina en el largo plazo, configurando un catastrófico escenario para el financiamiento fiscal. Los augurios no son los mejores, no supo aprovechar la década del crecimiento económico para transformar la economía. Se exprimió al máximo el gas, pero no se diversificó la producción.
El dilema recurrente del país es: explotar o conservar, pero ¿conservar para quién? ¿Por qué no flexibilizar posiciones para aprovechar hoy los recursos de la naturaleza? Nuestro país se caracteriza por las izquierdas sin política económica y por las derechas sin oferta social. Unos que reparten, pero no producen, y otros que producen, pero no reparten; es hora de conciliar el crecimiento económico y la preservación del medio ambiente mediante un modelo económico de liberalismo atenuado, más pragmático, menos ideologizado, con el control y supervisión del Estado, para hacerlo sustentable y sostenible, y sin perder de vista que la prioridad es erradicar la miseria. O somos agentes activos del desarrollo o míticos conservadores del atraso.