Tratando de descubrir una alternativa al estado de situación política boliviana, y buscando qué hacer ante una situación tan compleja y falta de soluciones y liderazgo, cuando las ideologías pasan a segundo plano frente a los intereses de grupos voraces de poder y dinero, cuando los derechos y libertades son ignorados y se confunde economía estatal y mercado libre, y cuando policía y justicia están contaminados con la corrupción... Una doctrina individualista radical, libertariana surge en el panorama.
Entre los grandes pensadores del Siglo XX, sistematiza una novedosa ideología el recientemente desaparecido Murray Rothbard, discípulo de Von Misses (escuela austriaca) y Hayek, economista liberal, quien afirma que las palabras “Estado y Sociedad” son ilusiones verbales, metáforas, que no son objetos reales.
Para este ultraliberal, el Estado es el mal absoluto, todo puede ser privatizado incluida la justicia y la defensa. Todo hombre –dice– nace con un derecho natural a la propiedad y todo ataque a la propiedad es una violación a ese derecho; un definido anarquista que plantea: “nada de estado y nada de capitalistas”.
Murray Rothbard toma como ejemplo los impuestos, y afirma que simplemente son un robo puesto que no son voluntarios. Los demócratas por el contrario afirman que los impuestos son voluntarios y obedecen a un contrato entre el Estado y el pueblo. “Nada más falso”, dice; bastaría con suprimir el régimen de penalidades para que nadie pague impuestos. En resumen, para este singular pensador, “el Estado es la más vasta y la más formidable organización criminal de todos los tiempos, más eficaz que cualquier mafia en la historia” (¿?)
Sostiene que el Estado puede ser totalmente privatizado. Todos los filósofos están más o menos de acuerdo en que la libertad es el fundamento de la naturaleza humana. Y la libertad, para los ideólogos anarquistas, “es el derecho natural que posee cada individuo de disponer de sí mismo y de aquello que ha adquirido ya sea por canje o regalo: la propiedad y la libertad son en consecuencia indisociables. ¡Todo ataque a la propiedad es un ataque a la libertad!
Por tanto, una sociedad puede realmente funcionar sin Estado; se pueden inclusive privatizar las calles de las ciudades, y estarán sin duda mejor atendidas por empresas privadas. La seguridad y la policía también pueden ser gestionadas por entes privados a través de los seguros. En cuanto a la justicia, que funciona mal por injerencia del poder político, puede mediante un arbitraje privado, demostrar que es más efectiva que la justicia estatal.
En fin, en una sociedad anarco-liberal, el crecimiento económico sería más rápido y eficaz, porque el Estado no lo frenaría con su pesada burocracia y, como van las cosas en este tiempo, el Estado tiende a desaparecer por efecto de sus contradicciones y la gran noche socialista. Pero prevé que este proceso será todavía largo y difícil, porque el Estado es hábil en la defensa de sus intereses. “La mafia sabe cambiar de estrategia y de discurso cuando es necesario”. Todo compromiso con la existencia misma del Estado es una incoherencia. Es necesario rechazar la noción misma aunque sea de un Estado mínimo que podría ser benevolente.
Este pensamiento se concentra en Las Vegas, en los amantes de la libertad absoluta, marginales de toda especie; porque a su juicio estas decisiones son de responsabilidad personal, y todo en contrario afecta su libertad.
En conclusión: cuando vemos los males del Estado, no cabe duda que esta forma de pensar puede tener fácil acceso frente a los extremos que azotan nuestras sociedades, pero las principales flaquezas que encontramos para su aplicación son nuestra baja calidad educativa y la falta de conciencia ciudadana.