Con las disculpas de la dirección del Correo del Sur y de mis amables lectores, excepcionalmente me referiré a un problema en el que, sin estar preparado, me vi directamente involucrado al aceptar una cordial invitación de la Federación de Empresarios para asistir a un almuerzo con la presencia del señor Presidente de nuestro país, de algunos ministros y de autoridades nacionales y departamentales, para intervenir como disertante sobre un tema que me apasiona: el turismo.
No tengo nada escrito de manera que trataré de reproducir lo que dije y que ojalá pueda ser comparado con grabaciones que puedan existir.
Empecé saludando respetuosamente al señor Presidente y a los demás visitantes, afirmando luego que Sucre en particular y Chuquisaca en general no tienen ventajas comparativas que atraigan grandes inversiones y que el turismo es, sin duda, una fortaleza regional por nuestras tradiciones y nuestra cultura, tanto de la época colonial como de la republicana. Afirmé que la mejor forma de luchar contra la pobreza es generando riqueza y distribuyéndola equitativamente y que el turismo, lamentablemente, no está siendo debidamente aprovechado porque Sucre está perdiendo su identidad. Ha dejado de ser, dije, la ciudad blanca y limpia de antaño lo que pone en riesgo nuestro título patrimonial. Es ahora la ciudad sucia e inconclusa porque el contorno está lleno de edificaciones que se dejan sin terminar y que es necesario revertir tal situación.
Afirmé que los fondos del crédito BID son una esperanza pero que sólo alcanzarán para el centro histórico y que es especialmente el contorno el que requiere inversión. Dije que habían varios motivos para esta situación, como el abandono de los gobiernos, la migración interna que ocasionó un desmedido crecimiento y acaso nuestra posición que siempre fue de oposición a todos los gobiernos, pero que eso había cambiado desde hace aproximadamente un año porque ahora, tanto la Gobernación como la Alcaldía, están administradas por el partido de gobierno que ganó las elecciones y que, por tanto, había que aprovechar la coyuntura porque al final de la gestión, las autoridades locales deberían rendir cuentas a nosotros, los ciudadanos, y también a usted señor Presidente. Le pido ayuda para que así como ha ayudado a Santa Cruz en ocasión del G77 y en otros acontecimientos internacionales, o a La Paz en el teleférico con fondos que no eran municipales, por lo que nos alegramos todos como bolivianos, podía tocarle ahora el turno a Sucre, la Capital, aprovechando la coyuntura política citada. Así ganaremos todos: nosotros los ciudadanos, las autoridades locales y también su gobierno.
Me referí después a Chuquisaca en general y al tema caminos reconociendo que durante el actual gobierno mejoraron significativamente las carreteras, pero no en Chuquisaca, porque la Diagonal Jaime Mendoza entre Sucre y Monteagudo, que une siete de las nueve provincias chuquisaqueñas, con excepción del tramo hacia Zudañez y hasta Padilla, estaba como hace 50 años. Sin embargo, el tramo entre Monteagudo, Muyupampa e Ipati y el túnel del Incahuasi han reanudado el trabajo, lo que es indudablemente bueno, afirmé, pero la vinculación de las provincias Hernando Siles y Luis Calvo, las más ricas de Chuquisaca, estarán más vinculadas a Santa Cruz y no a la capital del Departamento.
Además, dije que necesitábamos integración departamental porque nosotros, los citadinos, deseábamos estar unidos con nuestros hermanos del campo porque nunca aceptaremos el estigma de racistas que nos quedó después del fatídico 24 de mayo. Precisamos integración, reiteré.
Después de otras participaciones, el señor Presidente sólo se refirió a mi discurso, le molestó que hablara de “su gobierno”, como todos hablamos cuando nos referimos a distintos períodos de la vida nacional: a los gobiernos de Goni, de Tuto o de Jaime, nunca hubo mala intención. Jamás se me hubiera ocurrido decir algo en contra del primer mandatario del país en mi ciudad, a la que amo y por la que trabajo desde mi infancia.
Lamento la reacción presidencial, no me he sentido agraviado ni mucho menos, pero no me recupero de la sorpresa porque sólo fui a pedir ayuda para salvar la imagen de Sucre que está en peligro, sin que se me pasara por la mente ser malinterpretado. Los que me conocen, saben que nunca tuve compromiso con ningún partido, no lo tengo ahora ni lo tendré, pero seguiré luchando por la integración nacional y por esta ciudad a la que Bolivia debe tanto. Agradezco a las autoridades locales que conocen de mis desvelos y que me dispensan siempre su gentil atención y lamento por el mal momento que pasó el señor Presidente y todos los asistentes que, como yo, no comprendimos su insólita reacción. Ojalá este episodio pase sin mayor importancia y todos lo olvidemos en aras de la concordia y de la unidad nacional.