Es seguro que las conclusiones de un reciente estudio del Instituto Peterson, realizado por encargo de la corporación Ernst & Young, dejará contentas a las mujeres. Según el mismo, “la presencia de mujeres en posiciones de liderazgo puede mejorar el rendimiento corporativo”. En concreto, con una mayor presencia femenina en cargo de dirección, aquellas empresas que pasen de 0% a 30% de mujeres en puestos directivos pueden aguardar un 15% o más de ingresos netos.
Para llegar a esta conclusión, el Instituto Peterson procesó una encuesta entre cerca de 22.000 empresas que no cuentan con ninguna mujer en su junta directiva. Como consecuencia de las constataciones efectuadas, el instituto recomienda la aplicación de políticas y medidas orientadas a facilitar o estimular el “ascenso de la mujer”. Entre ellas figuran las ya conocidas de fijación de “cuotas obligatorias de mujeres en comités de dirección” y las de apoyo al “liderazgo femenino”.
Por otra parte, también se ha hecho evidente una estrecha asociación entre las “competencias digita-les” y la situación de las mujeres. En otro estudio sobre “mujer y entorno digital”, esta vez de la organización Accenture, se evidencia que, cuando hombres y mujeres tienen “el mismo nivel de fluidez digital”, estas le sacan un mayor provecho para “ser más productivas, potenciar su carrera o lograr un mayor equilibrio entre su vida personal y profesional”.
En concreto, para los autores del trabajo de Accenture, potenciar las competencias digitales de las mujeres contribuirá, significativamente, a la “igualdad de género”. “La digitalización –subrayan– es un catalizador para la igualdad”.
Esta noticia de innegable interés social tiene relación con otra que, por su lado, tiene singular relieve para las corporaciones que prestan servicios de telefonía celular. Un reciente informe –titulado Mobility Report– de la empresa Ericsson señala que, en 2015, el número total de “líneas móviles” llegó a 7.300 millones de suscripciones, cifra equivalente al total de habitantes de nuestro planeta. El número de suscripciones se incrementa en cerca de 3% cada año.
Por otro lado, los “smartphones” representaron, en los tres últimos meses del año 2015, el 75% de todos los teléfonos móviles vendidos. Esto supone que, en la actualidad, un 45% de las suscripciones a servicios de telefonía celular está ligado a smartphones. Tal vez como consecuencia de esto, el “tráfico de datos móviles” –vale decir a través de dispositivos móviles– aumentó un 65% entre 2014 y 2015. Es probable que, hasta 2021, este tráfico crezca a un ritmo no inferior al 45%.
Estos fenómenos, según explica el informe de Ericsson, tienen relación con el reciente acelerado incremento del consumo de datos mediante la tecnología LTE o de “banda ancha móvil”. Este servicio crece en un 25% por año y se estima que las líneas con tecnología LTE sobrepasen pronto los 1.000 millones a que han llegado en 2015.
El uso de las redes sociales para comunicar ideas, pareceres, informaciones, fotografías y videos, también seguirá en aumento. Se estima que, en los próximos seis años, el “tráfico mundial” acumulado en las redes sociales será de “180 exabytes”. Esto equivale a que cada habitante de la tierra pase “35 minutos” diarios en redes sociales.
La otra cara de la medalla en la “era digital” se muestra en trabajo del Banco Mundial que advierte que aún 4.000 millones de personas no cuentan con acceso a internet. A pesar de que los teléfonos móviles y las tecnologías digitales se extienden rápidamente, los “dividendos esperados, que conllevarían un mayor crecimiento, empleo y servicios públicos”, están por debajo de las expectativas. Un 60% de la población mundial sigue sin poder participar en la “economía digital” y, por este motivo, que la sensación que la expansión de las tecnologías digitales favorece, sobre todo, a las “personas adineradas, cualificadas e influyentes”.
A la luz de estos datos, el Banco Mundial recomienda poner énfasis en diversas políticas públicas. Una primera medida –dice– es hacer de internet un medio “universal, accesible, abierto y seguro”. Otra es la transformación de las empresas mediante un refuerzo de las “regulaciones de competencia, adaptación de las habilidades de los trabajadores y la promoción de instituciones responsables”. En síntesis, “las estrategias de desarrollo digital deben ser más amplias que las estrategias de las tecnologías de la información y las comunicaciones”.
Después de conocer todas estas noticias, se llega a la conclusión de que estamos irremediablemente inmersos en esta “era digital” que, de una u otra manera, con mayor o menor profundidad, afecta desde las políticas públicas hasta nuestra vida privada. Lo deseable, como ocurre con toda transformación tecnológica, económica y social, es que sus impactos negativos y no deseados desaparezcan o, al menos desaparezcan, y que, en todo caso, las oportunidades que brinda sean cada vez más patentes y efectivas. Así como las mujeres, todos los demás necesitamos que nuestras vidas mejoren y estamos convencidos de que los recursos de la “era digital”, gestionados con propiedad, pueden coadyuvar a conseguir esta meta.