La voz del pastor

17/04/2016
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Cada año, en el cuarto domingo de Pascua, la Iglesia nos presenta a nuestra consideración a Jesús como el Buen Pastor, partiendo del capítulo 10 del evangelio de Juan. Los textos diversos de la eucaristía nos ayudan a ahondar en este tema de hoy, Domingo del Buen Pastor y Jornada Mundial de las Vocaciones. La parábola del Buen Pastor resalta, sin duda, la comunión de vida que Cristo ha creado con sus fieles. Es importante considerar dos cosas para vivir lo más plenamente posible la vida que Jesús nos ofrece: conocimiento del pastor y la humilde escucha de su voz.

Cristo al resucitar vive para siempre, ya no pasará otra vez por la muerte. La muerte ha sido vencida. Desde el bautismo fuimos hechos templos vivos de Dios y el Dios que habita en el cielo está también en nuestro corazón. Pero Cristo se hace presente también cuando nos reunimos para orar en su nombre, se hace presente en medio de la comunidad eclesial. Esta presencia es un misterio y un reto a la imaginación, pues el Señor nos llama a vivir una profunda comunión con él.

En el evangelio escuchamos las palabras de Jesús que nos revelan la relación con el Padre y con nosotros, sus discípulos. A Jesús no se le puede entender sin la relación continua con el Padre: “Yo y el Padre somos uno “. Pero también hay que tener presente su relación con la humanidad. Con la metáfora del pastor y del rebaño, llega a afirmar que “mis ovejas escuchan mi voz y yo les doy vida eterna”. Por ello importa muchísimo que busquemos más y más la manera de llegar a encontrar unas relaciones profundas con Cristo, y en Cristo, con el Padre. En esta experiencia no se puede entrar sin el don de la fe que nos conduce al amor y nos hace permanecer en él.

Cristo se presenta, se autoproclama, el Buen Pastor lo es de verdad y actúa de esa forma. Él puede hacerlo porque es Dios. Mientras vivió esta vida terrena se acercó a las personas y las ayudó con su infinita misericordia. Buscó a las ovejas perdidas para salvarlas de la condenación. Él ofreció su vida al morir en la Cruz para que fuéramos salvos y tuviéramos vida eterna. Él sigue dando su vida como prenda de la vida eterna y de la resurrección al final de los tiempos.

El trozo evangélico de hoy comienza con estas bellísimas palabras: “Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco y ellas me siguen”. Tres aspectos para solazarnos y confiar totalmente en el Señor. Tres temas para meditar en un día de reflexión y oración. Ahora bien, la voz de Cristo nos puede llegar y nos llega por diferentes modos. Cristo se sigue valiendo de diferentes maneras para hacerse oír. Pero hay que tener en cuenta que para escuchar la voz de Dios se necesita un ambiente, un clímax propicio, donde los ruidos no obstaculicen una escucha expedita. Se necesita también una disponibilidad interior, marcada por la fe en Dios que nos habla. La fe es un don que Dios nos da. La fe compromete otras áreas más profundas de toda persona. Por ello, no bastan las demostraciones racionales para llevar a la fe a alguien. Es necesaria la gracia de Dios.

Este día de la Jornada Mundial de las Vocaciones y del Buen Pastor son una oportunidad para la oración. Esta Jornada es ante todo de oración. Jesús nos pide: “Oren al dueño de la mies para que haya más operarios”. No podemos escuchar la voz de Jesús sin la gracia divina. Esta voz que nos llega de variadas formas, se nos da principalmente a través del Vicario de Cristo, el papa Francisco, de los obispos, sacerdotes, catequistas, padres de familia… No basta con estar bautizados para ser discípulos, hay que escuchar la voz de los pastores y llevarla a la vida. Esta voz del Buen Pastor va a seguir resonando también a través de muchas personas que están cerca de nosotros por medio de sus reflexiones, consejos y exhortaciones. La voz de Cristo también nos alcanza a través de la historia mundial, local y familiar como le tocó a Francisco de Asís, quien supo oír la voz del Cristo de san Dimían y las necesidades de los afligidos, como es el caso de los leprosos.

 En este domingo del Buen Pastor se impone un examen de nuestras actitudes: si somos o no buenas ovejas, si es que escuchamos atentamente a Cristo en los pastores de nuestra Iglesia, si hablamos y escuchamos seriamente a Cristo, si intentamos conocerle mejor a Jesús y si ponemos en práctica lo que le escuchamos. Tengo la sensación de que al Papa se le aplaude mucho y se le escucha poco. Por ello, menos aplausos, más escucha y puesta en práctica de todo lo que nos enseña.

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