I
(Saludo y encomio al artista graffitero)
¡Ea!, célebre graffitero,
Artista silencioso y anónimo,
Pintor furtivo e inverosímil,
Mago del spray y genio de los trazos certeros,
Creador impredecible y versátil,
Gestor del arte simbólico y sui géneris…
¡Salud!, Señor de las sorpresas e intrigas,
Que alteras con tu estilo casi vandálico
La apacible fisonomía y el atractivo
De mi noble y afamada ciudad colonial.
II
(Abordaje al artista graffitero)
¡Albricias!, extraordinario
y misterioso Maestro,
Talentoso y sin igual cultor
del arte pictórico,
Por poco digno de emulación
y veneración.
Permíteme decirte, ¡oh! sutil
artífice callejero
Que admiro y valoro tu fecunda
obra mural;
Mas, como no alcanzo a descifrar
El mensaje que encierra
El desconcertante lenguaje
gráfico que utilizas,
Por más que me esfuerzo en decodificar
Tu simbólica y por poco caótica
escritura de trazos,
Definitivamente no alcanzo a comprender
Ni la intención ni el contenido
De las ideas que intentas comunicarme.
III
(Invitación a entablar un diálogo asertivo)
No obstante, el muro donde plasmas y socializas tu casi caótico mensaje,
Constituye al mismo tiempo una infranqueable barrera
Entre los contrastantes y dicotómicos
sistemas de escritura
Que diseñamos cada quien sobre su casi nunca intacta superficie:
La escritura convencional, de la cual soy asiduo usuario
Y la escritura no convencional, casi profana, de la que haces abuso.
Así, aquella inimpugnable
y silenciosa barrera,
A pesar de que practicamos
un arte en común,
Deja sin efecto toda posibilidad
de comunicación
Entre nosotros mismos, entre nuestros lenguajes, entre nuestras concepciones.
IV
(Advertencia sobre la violencia del lenguaje graffitero)
Pues el llamativo colorido, la asimetría,
La asistematicidad y heterografía
de que haces gala;
Esa especie de premeditada
violencia y osadía
Con que irrumpes sobre las blancas fachadas
De la atesorada y sacra
arquitectura colonial,
Y la persistente insistencia
con que te ensañas,
Afectando la tan mentada imagen
de blancura y pulcritud
De las históricas y célebres fachadas
sucrenses…
Es, a la vista y parecer del
comentario público,
Una conducta reprochable que sabe a franco desafío y provocación
A la cultura de conservación del ornato
y de la propiedad pública…
V
(Exhortación a respetar el patrimonio social)
Es que tu arte mismo te condena, te desprestigia y te desautoriza
Ante la vecindad, ante la ciudadanía
y ante la sociedad toda;
Pues son muchos los que califican
tu arte mural
Como pintarrajeado vandálico
y de mal gusto…
Precisamente porque tu forma de plasmar y expresar el arte
Desafía, contraviene y atenta directamente y abiertamente
Las normas elementales de conservación,
mejoramiento y protección
Del ornato público y del patrimonio cultural, arquitectónico y turístico
De la noble, singular y culta
ciudad de Sucre.