Mi corresponsal en el Palacio Real de La Plaza Murillo me manifestó su deseo de convertirse en Corresponsal de Guerra en vista de la gravedad de los acontecimientos producidos en la Champa Guerra, o Guerra Civil “a la boliviana en la que estamos envueltos los habitantes de varias ciudades de nuestro país”.
La proposición de la valerosa e inteligente cholita cochabambina mereció mi aprobación “ipso pucho” que quiere decir sobre el pucho, o inmediatamente.
Sin que ella me lo dijera comprendí que su presencia en el Palacio Real estando Evo recluido e inválido en la residencia presidencial de San Jorge le quitaba mucha emoción y encanto a mi reportera, pues no es lo mismo estarle mirando la cara al Vicepresidente, el Licenciado Álvaro García Linera, ni tampoco ser testigo de los tejemanejes del Ministro de la Presidencia, el señor Juan Ramón Quintana. Para eso es mucho mejor estar en medio de las batallas que se libran en varias ciudades del país durante esa “guerra civil a la boliviana”
Desde el frente cochabambino, mi corresponsal de Guerra Macacha viuda de Racacha me informa que el espíritu bélico de los cochalas no precisó de muchas arengas para trenzarse en duras refriegas que demostraron su reconocido valor, tanto en el bando de los trabajadores de Manaco quienes acudieron gozosos a las batallas en contra de los escuadrones dispuestos por los comandos militares.
Mi corresponsal de Guerra me informa que ambos bandos pelearon de verdad pues se registran muchos heridos tanto por balines y probablemente por balas, lo cual investigará, cumpliendo su misión periodística.
Mi brava corresponsal me cuenta que también se produjeron choques aunque de menor intensidad en La Paz, y otras ciudades, lo cual nos demostraría que no resulta exagerado hablar de que los bolivianos estamos sufriendo los efectos de una guerra civil a pequeña escala y que lamentamos anoticiar a nuestros lectores que de la “champa guerra” hemos pasado a la guerra civil donde ya se utilizan balines, balas y cartuchos de dinamita, pequeño aporte bélico de nuestros compañeros mineros.
Mi Corresponsal de Guerra nos seguirá informando, pero mientras tanto seguiremos viviendo con el Jesús en la boca.