Ciudad enferma

23/07/2016
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Esta es la historia de una ciudad enferma sometida a grupos políticos que a través de sus correligionarios manejan antojadizamente las instituciones públicas y la sociedad civil organizada. Esta no es una crítica dirigida, es un testimonio psicoanalítico de los fantasmas macabros de un inconsciente colectivo que se tortura a sí mismo infligiéndose rencores, odios agigantados, envidias, intereses de toda índole y decadencia que está llevando nuestro norte a la extinción.

¿Cómo es posible que desde el año 2010 no podamos ponernos de acuerdo sobre el proyecto de la terminal de buses? Parece ser que quien grita más, bloquea mejor, es el que tiene la razón. Las movilizaciones que golpean de manera inmisericorde a la ciudad de los cuatro nombres proponen el caos como el remedio a sus males.

Por otra parte, su clase política, que ha ido decayendo y parece haber perdido por completo su capacidad de renovarse, no sabe cómo enfrentar los problemas de manera radical y creativa. Familiares, amigos, aduladores profesionales, constituyen el plantel más cercano de los llamados a resolver los problemas de la ciudad y escuchando sus escasas intervenciones en los medios de comunicación, al parecer no tienen ni la más peregrina idea de lo que están haciendo. La oposición se mueve en función a una retórica insustancial sin propuestas y desmedidamente arbitraria ya que recordarán que cierto político oportunista acusó al burgomaestre sucrense de no tener título homologado en Bolivia, situación que fue respondida de manera categórica dejando malparado al denunciante y con serios problemas de credibilidad. No es bueno por sólo salir en los medios, decir cualquier barbaridad.

Esta prosa fría y neutral no constituye un ataque para quienes se sientan aludidos, es simplemente el testimonio de un observador que busca arrancar las orejeras de algunas autoridades que piensan que su gestión es una maravilla, nuestro suelo está impregnado de desmoralización ciudadana, hasta incluso de agravios foráneos ante la mirada pasiva de nuestros representantes, toda vez que aquel pronunciamiento de la Cámara de Diputados en el que se calificaba la revolución del 16 de julio de 1809 como el “primer grito de libertad en América” es una conjetura que va más allá de cualquier licencia mentecata.

Por supuesto que en todo existen excepciones, y me place señalar al gobernador Esteban Urquizu como una de ellas, quien de la manera más firme envió una nota a la Cámara de Diputados criticando la violación histórica del 25 de mayo de 1809 y pidiendo en representación del pueblo chuquisaqueño un acto de desagravio mediante una disculpa.

Y no por congraciarme con el Gobernador, he de emitir el siguiente criterio: si hubo una autoridad con los pantalones bien puestos, que construyó un norte en sus primeros meses de gestión, fue el Sr. Esteban Urquizu. El año 2010, Sucre ya sabía que esta autoridad tendría que edificar un aeropuerto en su gestión y, por tanto, se lo evaluaría en función a lo que anunció, planificó e instituyó. Con todo ello debo decir también que Urquizu no podrá hacer mejor gestión de la que ya hizo.

El Alcalde de Sucre, después de un año, recién comienza a hablar de los dos polos del desarrollo de la ciudad (norte y sur), zonas en las que se edificarían: la terminal de buses, el hospital de tercer nivel, la ciudadela judicial, el parque industrial, el mercado campesino II y otros proyectos complementarios que muestran la síntesis de un desarrollo urbano equilibrado y armonizado, sin embargo, las consecuencias de la ciudad enferma podrían recaer en la involución de estas obras por las viejas prácticas de presiones de grupo que perjudican el avance de la gestión municipal.

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