Ponte en mis zapatos, aunque no tenga pies…

PAREMIOLOCOGI@ 01/08/2016
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Los que saben, enseñan que la empatía, es la capacidad que tienen las personas para ponerse en el lugar del otro, comprender su visión de la realidad, su postura y sus opiniones, libre de los prejuicios (propios); en otras palabras, es ponerse en los zapatos del otro, aunque no tenga pies…
La empatía facilita la comunicación, el consuelo y, especialmente, la resolución de problemas, por lo que esa habilidad resulta de suma importancia para cualquier mortal pues no sólo le permitirá ayudar a sus semejantes, sino a sí mismo.

Pues bien, sostengo se trata de una habilidad de altísima utilidad también para quienes ejercen el poder, especialmente sí lo hacen de manera coherente con sus discursos  –diferentes de la demagogia barata- sino desde una sincera postura genuinamente comprensiva del otro, diríase “del pueblo”.

A la vista del conflicto con los discas, que acaban de retornar a sus distritos –según unos derrotados y según otros, victoriosos- pregunto: ¿Será que el presidente y sus colaboradores han demostrado tener empatía con ese sector que es el más vulnerable de todos? O más bien: ¿habrán probado más allá de toda duda razonable que ostentan su extremo radicalmente opuesto?

Si bien encuentro que no existe acuerdo unánime para identificar el antónimo de la empatía, los varios que aparecen, proporcionan pistas para responder esas indagaciones, pues se señala en tal calidad, entre otros, a la insensibilidad, el egoísmo y el egocentrismo (antipatía, no se admite).
La situación se aclara aún más, cuando se exploran las situaciones en las que las personas demuestran empatía: esto acaece cuando sabemos escuchar y comprender los sentimientos del otro, sin estar tan pendiente de nosotros mismos y de nuestras propias palabras; cuando no sólo utilizamos las palabras para consolar, sino también cuando abrazamos, acariciamos o por lo menos damos una palmada en el hombro del otro; cuando nos expresamos con delicadeza y cortesía; cuando no mostramos gestos de aburrimiento, irritación, cansancio hacia lo que nos cuentan los demás y especialmente, cuando ayudamos a resolver problemas y somos capaces de calmar a los demás.

En sentido opuesto, las personas no demuestran empatía, cuando no escuchan a los demás y creen que sus problemas son los únicos en el mundo; cuando juzgan y hacen comentarios hirientes hacia el otro, cuando nunca ofrecen una sonrisa, gesto amable o caricia a los demás o, cuando sí hacen algo por el otro, esperan algo a cambio.

Sostengo que lo ocurrido con el trato dispensado desde el trono del poder a los discas, constituye un verdadero parteaguas del trato que cualquier gobierno debe y NO debe otorgar a sus ciudadanos, peor cuando son los más vulnerables de los vulnerables: chorros de agua frío en pleno invierno altiplánico; uso de su “justicia” para escarmiento; brutalidad policiaca; degradación de la defensoría del pueblo (de su titular) repartiéndoles migajas del banquete; sistemáticas descalificaciones oficiales y una laaarga cadena de abusos inflingidos que constituyen no sólo un trato no sólo discriminatorio, sino abiertamente cruel e inhumano. ¿Si ese ha sido el trato inflingido a los discas, que más se puede esperar hacia otros sectores no tan vulnerables?

Aunque, la ocasión ha sido propicia para preguntarnos también si los gobernantes dieron la talla para los altos cargos que hoy desempeñan y, desean incluso, atornillarse for ever. ¿Y no habrá que considerar aquello de CURY?: “La capacidad de clocarse en el lugar del otro es una de las funciones más importantes de la inteligencia. Demuestra el grado de madurez del ser humano”.

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