La demanda del Gobernador paceño, a la que se han sumado otros gobernadores y alcaldes no alineados con el MAS (y a la que probablemente quisieran adherir los del MAS), de exigir mejor distribución de los recursos del Estado para enfrentar la crisis que ya recaló en el país, ha sido respondida con argumentos que históricamente han demostrado ser incorrectos: descalificar la demanda atribuyéndole afanes conspirativos y rechazar negociar porque quienes hacen la demanda se habrían “aplazado “en la administración de los recursos con que contaron.
En la corta historia del país, una de las causas de la incapacidad de enfrentar con éxito las crisis que el país ha soportado ha sido, precisamente, la negativa de quienes eventualmente ejercieron el poder de concertar con la oposición y los sectores acuerdos sólidos que permitan compartir racionalmente los costos de las crisis.
Estamos ante circunstancias similares y, en verdad, el presidente Evo Morales se habría librado de tener que atravesarlas si se respetaba la Constitución Política del Estado. Sin temor a equívoco, está claro que los primeros diez años de gestión tuvieron la suerte de coincidir con el extraordinario incremento de los precios de nuestros recursos naturales que ayudaron a olvidar las penurias del pasado e incluso sosteniendo que las buenas condiciones eran efecto de las medidas ideadas por la actual administración. Hoy esos precios se reducen y todo se reduce.
Es, por demás importante, el pacto productivo que ha planteado el Gobierno, pero sin condicionar el pacto fiscal, porque sin recursos, mal podrán los gobiernos subnacionales poner en marcha proyectos que les generen ingresos. Las autoridades nacionales deben recordar que proyectos productivos impulsados por ellas están tardando en consolidarse, aun con recursos y decisión política.
Cambiar la matriz productiva requerirá tiempo porque implica un proceso; por lo mismo, el debate sobre la redistribución de recursos, normado por ley, no puede seguir postergándose, justamente para arrojar reglas claras que todos respeten y no como ha ocurrido hasta ahora.
De ahí que por muy difícil que sea, las autoridades no deberían repetir errores del pasado. La crisis que apenas ha asomado nos exigirá mucho y sólo uniendo esfuerzos y compartiendo solidariamente los costos se podrá enfrentar.
No hay que cansarse de exigir que se enfrente en forma estructural este problema y hacerlo desde una perspectiva democrática y participativa